Alvaro Cepeda Neri
I.- No obstante que la revista Proceso, fundada por Julio Scherer García y una ejemplar –todavía– generación de periodistas, busca cómo guardar distancia con López Obrador, no ha dejado de ocuparse del nuevo López de Santa Anna (por aquello del país de un solo hombre, tal y como lo investigó González Pedrero en los tres tomos de un estudio histórico que los mexicanos debemos tener como libro de cabecera y advertencia). Por sus páginas no dejan de criticar ese abuso del poder, analistas como Denisse Dresser. Pues bien, en su número 2208 del pasado 24 de febrero, en portada con la foto de Salinas Pliego-TvAzteca-BancoAzteca, en su Tenochtitlan multimillonario, titulado: El aliado siniestro de AMLO, los reporteros José Raúl Linares y Arturo Rodríguez ofrecen a los lectores una radiografía del beneficiario de Carlos Salinas, Zedillo, Fox, Calderón y Peña, con el premio ahora del empresario favorito de López Obrador con sus Esteban Moctezuma y la concesión otorgada para manejar las tarjetas de bienestar y ganar intereses, junto con las remesas de los mexicanos que trabajan casi como esclavos estadounidenses.
II.- Lo exhibieron tal como es, padre de su hija senadora y otros empleados suyos ahora en la barca de Morena. Y montó en cólera, dando pasos sin huarache, con su derecho a cuestionar, impugnar y hasta atacar a Proceso, citando su ética que no le impide navegar en el neoliberalismo capitalista que tanto descalifica López Obrador. Se curó en salud asegurando que Proceso no publicaría sus insultos. Pero la revista lo hizo en sus primeras páginas, para enseñarle lo que son los derechos constitucionales de la libertad de expresión que no practica RSP en sus medios de comunicación; y mucho menos ahora que busca favorecer a su ex empleado Esteban Moctezuma. Supuso que de esta manera le ratificarían su solicitud del ambicioso proyecto minero al más puro estilo de los Germán Larrea; es decir, la explotación a cielo abierto de una mina de oro en Los Cardones, ubicada en el área natural protegida de Sierra de la Laguna, en Baja California Sur. Y resultó que le dieron portazo en las narices y le agarraron la mano.
III.- Pero lo mejor del caso es que Salinas Pliego (muy amigo de Alfonso Romo, el estratega capitalista de AMLO), no pudo deshacerse de los dardos de Proceso. Le dieron en su ego creyéndose intocable y usó el adjetivo de “conservador” para ponerse a tono con las descalificaciones del inquilino del Palacio Nacional. ¿A quién o quiénes se refiere con “un pequeño grupo político”? No da nombres porque quiere conservar el favoritismo para manejar las tarjetas de bienestar en sus 1,751 sucursales diseminadas en 778 municipios de los 2,458 que conforman el territorio mexicano. Lo cierto es que el reportaje mostró a un Salinas Pliego que ya conocemos y él, ahora, se da “baños de pureza”, de patriota. Le interesa el poder político para anexarlo a su poder económico por medio de su alfil: Esteban Moctezuma, para no decir su peón (pero ya lo dije). El aliado siniestro de AMLO, no hay duda es Salinas Pliego, con los significados que ofrece María Moliner. Y sus sinónimos.
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