Hugo Carbajal Aguilar
* Es más importante la Champions* Dos ejemplos de ciudadanos comprometidos: Guillermo González y Pedro Romero
Balaceras y ahora en pleno centro de la ciudad de Cuernavaca dan idea del conflicto social que padecemos. El detenido ha sido plenamente identificado y se sabe de él que estuvo preso y fue liberado por fallas en el proceso. Ay, la impartición y procuración de justicia, como si fuera poco. Cuauhtémoc Blanco, el distinguido mediocampista de la selección nacional que sabía qué hacer con el balón (y ahora no sabe qué hacer con, con, con… nada), repartidor de juego (ahora de puestos), gambetero (que no le salen las fintas políticas) que juega ahora (o eso cree) como gobernador y que seguramente estaba preparándose para disfrutar la Champions con sus cuates y sus botanas sólo atinó a pedir el auxilio del gobierno federal pues esto no se va a acabar en cinco meses, ni tampoco en un año, creo yo. Así dijo, es decir, no tiene idea de sus propias responsabilidades, uno. No sabe hablar, dos. Todo le vale madre, tres.
Otra balacera más en Puente de Ixtla dejó como saldo 4 oficiales de policía muertos, uno de ellos era mujer. Ambos sucesos en esta misma semana.
Precisamente en un restaurante de Polanco Cuauhtémoc Blanco dijo al comentarista de canal 3 (IMAGEN) Francisco Zea, que no le iba a dar ninguna entrevista y que, además, le valía madre. Tres, cuatro veces lo repitió a fin de que quedara claro. De ahí la referencia a este valemadrismo.
Con tantas y tan lamentables circunstancias que nos están afligiendo a los morelenses estamos obligados a recurrir a ejemplos de vida y compromiso que muchas veces pasan inadvertidos a causa de la rutina. Veamos.
Guillermo y Pedro. Dos compañeros de ruta, rumbo y destino en la búsqueda de mejores condiciones de vida para todos, en el ejercicio de la Política con mayúsculas que consiste en atender al necesitado, al vulnerable, al marginado. Sin necesidad de exhibicionismos y públicas presunciones hicieron de su tarea diaria una vocación de servicio. Ambos acaban de fallecer, uno víctima de una neumonía y otro de un agresivo cáncer. Ambos de 73 y 74 años, respectivamente, con aún suficiente energía y dinamismo.
Guillermo hizo de su doctorado en Biología Molecular obtenido en la UNAM y en la Universidad de New York iniciativa de quehaceres docentes fundando una escuela de medicina, Centro de Estudios Universitarios Xochicalco (CEUX). Llegó a tener 90 estudiantes 11 de los cuales eran extranjeros e hizo acopio de maestros comprometidos que formaron a varias generaciones exitosas de estos médicos –hombres y mujeres- que se encuentran ya trabajando en distintos sitios, algunos con especialidades como Psiquiatría y Traumatología. Ayudó con absoluta solidaridad a aquellos jóvenes que no podían cubrir sus colegiaturas becándolos integralmente pues ofrecía alimentación, hospedaje y estudios. En los últimos años de su vida atendió a un orfanato aquí en Morelos.
El CEUX fue incorporado primero a la Universidad de Guerrero y después a la UAEM. En ambas instituciones fue objeto de envidias y pretextos para no otorgarle la validez de estudios. Los médicos que entonces dirigían la escuela de la UAEM fueron quienes más agresivos se mostraron, aun cuando el CEUX mostró y demostró tener una organización burocrática y académica totalmente integrada incluyendo laboratorios y áreas de residencias médicas.
Nunca se pensó en hacer del Centro Xochicalco una oportunidad de enriquecimiento como sí ha ocurrido y sigue ocurriendo con las más de 50 escuelas de carácter universitario que pueblan nada más la ciudad de Cuernavaca. Sin embargo, el Dr. Guillermo fue a dar a la cárcel acusado falsamente. Su defensa la asumió el Lic. Guillermo Gómez Arana, un abogado de prosapia a quien los panistas morelenses deberían brindarle permanente reconocimiento pues fundó el PAN aquí en Morelos. Abogado que fue director del Correo del Sur, católico practicante, sumamente culto y que sostenía largas y muy interesantes discusiones con Don Sergio, el Obispo más célebre de nuestro Estado.
Pedro Romero pasó su existencia ligado a la fundación, instalación y fortalecimiento de la Cooperativa Bandera durante más de 50 años. Tuvo la oportunidad de visitar varios países de nuestra América y de Europa en la tarea del cooperativismo como alternativa a la sociedad de mercado. Alguna vez le dijo a Don Sergio que el lema era “Por un capital en manos del pueblo” a lo que Don Sergio replicó: “A mí no me gusta el capital en manos de nadie”.
Le molestaba profundamente que muchos socios únicamente vieran a la cooperativa como un Banco o como una Caja y de ahí la desviación de muchas que ahora presumen éxito económico y financiero pero que han alterado los principios originales del cooperativismo. Dos son ejemplos contradictorios. La cooperativa Pascual que sigue con su tarea exitosa y que ya empieza a presentar divisiones y conflictos que ojalá sean resueltos con plena conciencia solidaria y generosa pues lamentaríamos que fracasara ese ejemplo de organización. Y la cooperativa Cruz Azul convertida ahora en una empresa exitosísima que mantiene ese equipo de fútbol con derrotas continuas pero con finanzas más que sanas. Más de una vez Pedro fue a conferenciar ante los socios y dirigentes de la cruzazulina cooperativa quienes generosamente apoyaron a la cooperativa Bandera con material de construcción para su edificio e instalaciones. Sin embargo, lo lamentable es que no continuaron con los principios cooperativos que dieron origen a estas iniciativas. Sigue trabajando la cooperativa Tlahuica en Tepoztlán que, esperamos, mantenga el rumbo original en apoyo de los marginados.
Estos dos personajes de Cuernavaca son sólo un par de ejemplos de ciudadanía y compromiso que bien hubieran podido ejercer algún cargo público sin más intención que la de servir. No como otros.
Se trata de cooperar y no de competir. Se trata de ver al prójimo como una promesa y no como una amenaza. El prójimo-próximo, paradójicamente el más alejado de mí, es el que está al margen y se encuentra en situación vulnerable pues no cuenta con elementos, recursos ni auxilio para salir de su postración. Competir es hostil, agresivo, divisor, antipático, hipócrita. Cooperar es afectivo, solidario, generoso, desprendido, amistoso, simpático. Esa es la idea y es la tarea convertida en objetivo político que recupera su prístino y auténtico significado: dar de comer al hambriento, de beber al sediento, de vestir al desnudo, de liberar a los presos, de sanar a los enfermos…
Tuvimos y forjamos una relación realmente fraterna. Su desaparición me aflige profundamente. Quede esto como testimonio de su recuerdo y como compromiso personal de que continuaremos con las tareas pendientes.
Claro, por supuesto que sí.