Guillermo Fabela Quiñones
Apuntes
Aunque la contingencia ambiental sigue agravándose día tras día, las políticas y protocolos para frenar el flagelo van muy a la zaga, pues mientras no se cambie desde su raíz la causa, que es económica fundamentalmente, el problema continuará su marcha acelerada. Lo dramático del asunto es que no hay condiciones ni la voluntad política requerida para superarlo, pues quienes siguen mandando en el país son los barones del dinero.
Es un tema que nos supera, teniendo en cuenta que México está inserto hasta el tuétano de los huesos en la llamada globalización. En otras palabras, el neoliberalismo es y seguirá siendo el cáncer que nos está carcomiendo y la única cura posible no está en manos del Estado mexicano. Es oportuno recordar las palabras de Noam Chomsky, dichas en una entrevista a David Barsamian en enero de 1993.
Dijo: “Con toda probabilidad el TLC acelerará lo que usted ha descrito: el flujo de trabajo productivo hacia México, país donde existe una dictadura brutal y represiva que garantiza salarios bajos (era el sexenio de Carlos Salinas de Gortari). Durante el llamado ‘milagro económico mexicano’ de la última década los salarios se redujeron 60 por ciento y han sido asesinados activistas sindicales. Si Ford Motor Company quiere echar a la calle a sus obreros y contratar mano de obra súper barata, lo hace; nadie le pone el alto. Tampoco hay freno a la contaminación, por lo que México resulta un lugar ideal para los inversionistas”.
Ahora estamos sufriendo las consecuencias del desenfreno neoliberal, el cual hizo posible que el Estado fuera absolutamente rebasado como lo vemos en este gravísimo problema. Sin embargo, los barones del dinero no están preocupados por la contaminación ambiental, sino por el futuro de sus inversiones. Así lo patentiza la reunión que a partir del jueves 16 tendrá la Fundación Círculo de Montevideo, que integran políticos y empresarios comprometidos con “impulsar la economía de mercado, la globalización, la apertura comercial y la reforma del Estado”.
Un día antes fueron recibidos por el presidente Andrés Manuel López Obrador, entre otros Carlos Slim, Enrique Iglesias (ex presidente del BID), Felipe González, ex presidente de España y los también ex mandatarios Ricardo Lagos, de Chile y Julio María Sanguineti, de Uruguay. Es obvio que se decidió realizar la XXV reunión plenaria de esta organización proempresarial para presionar al mandatario mexicano y evitar que se desvíe del camino trazado hace más de cuatro décadas.
Lo terrible de la dantesca realidad que estamos viviendo en esta segunda década del siglo XXI es que no hay visos de que amaine la codicia de los grandes intereses globales, aunque la humanidad se ahogue en contaminación y en todos los flagelos resultantes del cambio climático inducido por esos súper poderes económicos. Por eso no hay margen para ser optimistas en cuanto a que la actual contingencia ambiental pueda ser solucionada con medidas aleatorias o coyunturales.
Por más recursos que se le destinen al Conafor y a los combates de incendios forestales y de otra índole, el problema seguirá en aumento, como también sucederá con las partículas suspendidas y demás causas de la contaminación. Por eso es hasta risible que la CNDH demande “garantizar el derecho a la salud de la población”. Eso que lo exija a los poderes que mueven la economía mundial.
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