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Opinión

Migración y solidaridad

Cristóbal León Campos

I

“Fin de las detenciones, bienvenidos los inmigrantes”, así implora un cartel expuesto en el Daley Center, edificio donde tienen su sede las cortes del Condado de Cook de la ciudad de Chicago, en los Estados Unidos; miles de ciudadanos en las calles exigen el fin de las redadas y un trato humano a los migrantes ilegales. Es el sentir de la conciencia por la justicia que pervive, a pesar de tanta barbarie en el seno mismo del imperio, en una sociedad como la estadounidense que suele verse dividida y enajenada, pero con la evidencia de que voces discordantes con el orden establecido actúan por la concientización y un cambio en la idea misma de lo que hasta hoy ha definido a la nación considerada más poderosa del mundo en los últimas décadas. Las ciudades estadounidenses se cimbran ante la movilización, el mundo debe hacer cimbrar las estructuras de la exclusión con la movilización y la solidaridad internacional que exija el fin del racismo y la criminalización de los migrantes.

II

Deportaciones, redadas, campos de concentración, violencia y discriminación, toda una serie de factores de inhumanidad conjugados en la política estadounidense sobre los migrantes; en la frontera con México, se estremece todo aquello que da sentido al derecho humano, se niega la posibilidad de sobrevivir a miles de seres humanos, trabajadores y trabajadoras, despojados de todo bienestar y lanzados en un interminable éxodo hacia un sueño inexistente como es el llamado “sueño americano”. La vida pende de un hilo, una liviana línea separa a la vida de la tragedia cuando se habla de quienes hoy migran buscando un lugar donde poder rehacer la vida y poner el empeño a favor de la reconstitución social, la negación del derecho internacional a migrar y la constante amenaza a la existencia caracterizan la aberrante esencia de gobierno imperialistas como el de Donald Trump. La militarización, las armas, la criminalización, el hostigamiento a los activistas que ayudan a los migrantes, la cárcel y la separación de familias, actos represivos que en nada ayudan a dar solución a un problema profundo y estructural como es la migración forzada, que a lo largo del mundo alcanza nuevas crisis en estas fechas.

III

La criminalización que se hace de los migrantes no sólo violenta los derechos elementales de cada ser humano, sino que también, contribuye a sustentar las viejas ideas de diferencias raciales y naturales que tanto daño han hecho en la historia, las formas vigentes del colonialismo interno y externo se vislumbran en las actitudes de muchos integrantes de las clase sociales, grupos políticos y corporaciones monopólicas, el desprecio al migrante tiene incluso adeptos entre los propios marginados quienes inconscientes reproducen los discursos del odio fragmentando la solidaridad tan necesaria, la idea de que la migración daña las economías y genera violencia al interior de las sociedades receptoras, no es otra cosa que parte de la estrategia de difamación hegemónica realizada mediante el contubernio de los medios comunicativos serviles a los intereses oligárquicos en países como los latinoamericanos; la crisis humana que vivimos no la producen los migrantes, éstos por causas económicas, sociales y políticas son efecto directo del deterioro de las sociedades que los expulsan. Las causas de los flujos migratorios que acontecen son la propia estructura del capitalismo desigual por naturaleza y excluyente por ideología.

Integrante del Colectivo Disyuntivas

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