María Teresa Jardí
Mientras leo que Vidulfo Rosales, abogado de los padres y madres de los estudiantes de la Normal Isidro Burgos de Ayotzinapa, denuncia que: “... uno de los estudiantes agredidos el domingo pasado tiene fractura en el cráneo y un coágulo de sangre en el cerebro...”. Los estudiantes de la Normal de Mactumactzá, en Chiapas, fueron atacados a manos de la Policía Federal cuando desayunaban con los padres y madres, recién llegados, de los primeros. Luego de ver la brutal represión que circula en vídeos, horrorizando al mundo y a muchos de los que votamos por MORENA creyendo que votábamos por el cambio y no por un paso más al fascismo, pienso en cómo nos equivocamos los mexicanos votando por quien nada más llegar se puso la careta del amor para encubrir la cara del odio que siente por los otros y en cómo vamos bajando de manera cada vez más rauda los escalones al infierno que con la Cuarta se va convirtiendo de manera soterrada, irredenta, irresponsable y criminal en dictadura.
Otra represión infame, una más ya sin caretas a manos de MORENA, una represión imputable a la caída de la careta del amor que esconde el odio al que no responda que la hora es la que diga el Presidente más votado de la historia.
Las caretas se les están cayendo a los que antaño, cuándo el enemigo era el PRIAN, denunciaban el horror que aquí se aplicaba por imperdonables que en aras de robar convirtieron a México en un cementerio.
Lo que se está implantando hoy aquí es una brutal dictadura disfrazada de amor para encubrir el odio al otro, al que no acata, al que no dice: sí señor, lo que usted mande señor, lo que quiera señor, lo que diga señor…
¿Que debimos verlo?, por supuesto. ¿Que mala señal era la alianza de AMLO con Velasco, tan infame como Rutilio Escandón se muestra hoy? Así es.
Despierta espanto la nueva agresión provocada por el odio a los que tendrían que ser tratados con la piedad cristiana por quienes se reivindican cristianos. Se quitaron ya las caretas y lo que empieza a desatarse es el odio que AMLO promueve, en cada mañanera, contra el otro, contra quien no piensa como él, contra las que se oponen a seguir siendo asesinadas y tiradas en una cuneta como despojo. Odio a los padres que exigen Justicia y respuestas ciertas a lo ocurrido con sus hijos luego del ataque sufrido a manos de otro presidente municipal de MORENA. Crimen que involucra a policías y militares. Crimen atroz que continúa impune cancelando hasta la menor esperanza de un tránsito a algo menos terrible que el infame infierno en el que a México se ha convertido para las mujeres y para los jóvenes, para los ambientalistas y para los periodistas, para todos: porque que nadie se haga ilusiones de que está libre de ser asesinado de manera brutal si se le ocurre a cualquier manipulado por el odio a las mujeres que se siguen asesinando cada día, a las niñas que ya se suman en la CDMX, cada hora, cada minuto: como política de Estado para control de todo. Se está implantando una dictadura y no querer verlo no va a cambiar las cosas.
Es de una bajeza inconcebible el ataque a los padres de los estudiantes de Ayotzinapa, a las madres que no tienen ni siquiera el consuelo de saber que sus hijos no sufrieron el mismo “castigo” aplicado al acompañante, desollado, de sus hijos: probablemente estando vivo. Padres y madres que aunque fuera sólo por eso deberían ser tratados con el amor, no cristiano, con el amor ético, que la piedad cristiana, tan corrupta, también demanda, incluso para fingir que no sé es más de lo mismo.
A AMLO la crónica le augura que va a pasar a la historia como el Presidente más votado y más odiado de la historia que en México, con la sangre derramada del pueblo, se continúa escribiendo por MORENA.