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Opinión

En Playa del Carmen

Conrado Roche Reyes

Consiguió una chambita en Playa del Carmen vendiendo fotos a los turistas (fotochelas). Es decir, el fotógrafo corre hacia Tom quien edita la foto en fotoshop, hace una etiqueta de cerveza Corona, la pega en una botella y se las vende a cien varos, 20 para el vendedor y hasta las cuatro de la mañana, lo que alcances a vender. Medio fregada la cosa, pero para pasar el rato está bien. Sus compañeros de trabajo, dos brutos misóginos que se la viven hablando de mujeres, desde lo buenas que están, hasta lo estúpidas que son por andar con el pinche meserito maya pudiéndose levantar al dueño del antro con esas tremendas curvas, y no pierden la oportunidad al tema de sus posesiones materiales, porque si ayer se perdió una cámara, fue por culpa de la pinche gente envidiosa de aquí, porque “ayer rayaron moto nuevecita…sí, pinche gente”

La noche pasada llegó un grupo de chicas gringas del tipo voluptuoso. Los amigos no tardaron ni un segundo en reaccionar y uno fue al ataque mientras el otro se quedó a ver si “bateaban” al primero. Como él dependía de lo que hicieran ellos para hacer su trabajo, se puso a jugar solitario mientras regresaban, lo que hicieron a los 10 minutos, únicamente para decir que ya tenían la dirección y el teléfono de las gringas. No entendió del todo, pero a él le pagan de todos modos, juegue solitario o edite fotos, así que siguió su partida en lo que terminaban de ligar, y en tan productiva actividad se encontraba cuando llegó el gerente de relaciones públicas a preguntar por qué estaba jugando solitario en horario de trabajo. “No hay fotos que editar señor”, y el señor fue hacia el cuate ligador a regañarlo, y como él es muy ligador, después del episodio de las gringas fue a ligarse a otras chicas a recepción y las citó en un antro competencia frente al del compadre de relaciones públicas, quien le puso una cagotiza por andar mandando gente a la competencia.

Los ligadores se quejaban de que el bato de relaciones públicas les tiene envidia porque ellos sí levanta chavitas y él no…. De ahí se desató un duelo de testosterona impresionante, por un lado los chambeadores, diciendo que ellos le daban de tragar, que lo conocieron cuando llegó a Playa y era un muerto de hambre, no tenía ni un peso —como muchos de los que llegan ahí- y le daban dinero para los tacos y demás parafernalia denigrante por el estilo.

En realidad, el tipo hacía nada más su trabajo, si acaso la regó al zarandear al empleado tan gacho delante de todos, cuando pudo hacerlo en privado.

Algo tiene la gente de allí que todo se lo toma a pecho (personalmente), y si alguien hace una llamada de atención, o un comentario que no les cuadre, es “porque me tiene envidia”. El problema es fácil de solucionar, pero las fricciones, el machismo y la mala leche están en Playa del Carmen al tope.

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