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Opinión

Acervos valiosos

Alberto Híjar Serrano

Bárbara Jacobs reflexiona sobre “el último exilio” en su más reciente libro editado por ERA. Trata de la preparación de la propia muerte con la necesidad imperiosa de poner orden en lo acumulado en vida. Por sus escritos periodísticos, es posible afirmar que ha decidido ensimismarse para lograr su objetivo postrero. Una estrategia ordenadora concreta así un orden personal sin más influencias archivísticas que las aprendidas en investigaciones y resguardos de escritos según normas académicas.

El caso es muy distinto al de María de Jesús de la Fuente Casas, viuda de Pablo O’Higgins, dedicada a ordenar acervos y obras desde la muerte en 1983 del muralista, grabador, litógrafo, militante comunista y comunitario con dimensión internacionalista. En apariencia, María dejó la carrera de abogada, reconocida por el Gobierno de la Ciudad de México en 2018, al rendirle honores como fundadora de la primera defensoría de oficio de los derechos de la mujer, antes de que coincidiera con Pablo en Monterrey. Mirta, su entrañable amiga cubana, le reprocha el abandono de su proyección personal para dedicar sus capacidades a ordenar acervos, pinturas, litografías, piedras con dibujos, cuadernos de apuntes y bocetos, series de dibujos de trabajadores. No entiende Mirta, la apropiación personal identitaria de María de los trabajos de Pablo para ser la compañera constante, no sólo en la retaguardia logística siempre necesaria, sino en la compartición de peligros, honores, duelos, tareas murales, viajes, relaciones entrañables. La producción de exposiciones, catálogos, libros, han dado lugar a donaciones a instituciones públicas como parte de la construcción de la justicia al servicio de la cultura nacional, popular e internacionalista. Otro modo es este de ejercer el derecho.

En el archivo fotográfico, hay testimonios de la espectacular pareja de hermosos ejemplares de humanidad al servicio de redes sociales libertarias. La fundación de Lucha Intelectual Proletaria, la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR), el Taller de Gráfica Popular (TGP), la participación en las Misiones Culturales para transformarlas en lucha contra caciques, curas fanáticos y empresas imperialistas, la realización de murales de la LEAR en el mercado Abelardo Rodríguez, en Talleres Gráficos de la Nación de acuerdo con el sindicato al igual que en Poza Rica, Seattle, Hawai, la valiosa colaboración con Diego Rivera en el patio zapatista de la SEP y en Chapingo, son algunos de los momentos culminados en el Movimiento de Liberación Nacional al que Pablo fue integrado cuando la expulsión del Partido Comunista Mexicano de comunistas inclaudicables, que inició su entrega a un frente tan amplio que acabó por destruirlo. Pablo y María, María y Pablo, siguieron adelante con la nacionalización de Pablo en sentido pleno y no sólo como registro civil.

María cumplirá cien años dentro de unos meses y mucho le preocupa, hasta afectar su salud, el destino de acervos, obras y casa que alberga las colecciones ordenadas en muebles de madera a la medida. Una biblioteca selecta, incluye libros dedicados por personajes como Katie Kollwitz. Después de intentos de arreglo para preservar esta riqueza, en 2018 pareció que el gobierno se haría cargo de acuerdo a su prédica de “primero los pobres” para ordenar sus significados y sentidos, su memoria. El tiempo pasa y nada se concreta. Salvo una sobrina regiomontana, no hay familia que se haga cargo y el círculo de amigas más cercanas no tiene el poder suficiente para concretar el proyecto de rescate definitivo.

Sufrimos, esperamos, confiamos no mucho. Temo lastimar la dignidad de María al publicar esta desesperada carta abierta, pero creo en su comprensión según tesis jurídica que me enseñó y no sé si aplico bien: “a verdad sabida, buena fe guardada”.

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