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Opinión

La Economía y la Pandemia en Estados Unidos

Michael Vázquez Montes de Oca

Economía Popular

Estados Unidos continúa siendo el epicentro del coronavirus y como motor económico principal en el mundo debe interesar lo que sucede allí. Con el mayor número de casos confirmados y las muertes aumentando, ya han fallecido miles de decenas de personas y está claro que habrá muchos más.

Tardíamente se impulsó el aislamiento y la suspensión de actividades. El confinamiento necesario para contenerlo está induciendo a una penuria extrema y se producen devastadores recortes de servicios y la pérdida de trabajo de millones de individuos.

El presidente Donald Trump anunció la suspensión temporal de la inmigración, implicando la cancelación de todas las categorías legales, en momentos en que las vías de acceso para los indocumentados han quedado prácticamente cerradas. También ha restringido los viajes desde China y de los países europeos más afectados bajo el argumento de detener la propagación.

El diario Washington Post señaló que se deteriora más rápido de lo previsto, las medidas que se tomaron mantienen encerrados a millones en sus hogares, Bridgewater Associates estimó que se contraerá en los próximos tres meses a una tasa anual del 30%, mientras que Goldman Sachs la fija en un 24%. Los más aquejados serán los de bajos ingresos, más de 27 millones carecen de seguro médico, 11 millones de “indocumentados” y sin ciudadanía estadounidense no tienen atención médica y otros porque a los empleadores no se les exige ofrecer licencia pagada por enfermedad.

Advierten numerosos expertos que se están dando señales de recesión, el dato más reciente es que durante el mes de marzo cayó un 7.5% el gasto del consumidor (70% de la actividad del PIB), la mensual más drástica registrada desde 1959; lo que se debe a varios factores, se cancelan, restringen o redirigen los desembolsos, dado que los ingresos personales se derrumbaron en un 2%, cifra que podría ser mayor considerando que más de 30 millones han solicitado subsidios de desempleo.

El Gobierno informó la contracción del PIB a una tasa anual del 4.8% en el trimestre enero-marzo y con las previsiones de un mayor hundimiento, la mengua en el trimestre abril-junio podría ser alrededor del 40%, según diversos analistas.

La desenfrenada emisión de moneda no ha impedido que los mercados sigan cayendo y el problema está en la Reserva Federal, que la utiliza para robar y comprar activos con ese dinero gratis y sin intereses, creando una clase de siervos y mientras siga optando por esa receta, sólo cabe esperar más catástrofes financieras.

Hay que recordar que mientras el pueblo y las autoridades del gigante asiático batallaban con energía contra la amenazante expansión del coronavirus, sin recibir la mínima ayuda americana, Estados Unidos, ponderó que la epidemia podría introducir empleos en su territorio y lo ha aprovechado como una oportunidad para redoblar esfuerzos con el fin de obligar a las compañías multinacionales a irse de China y mudar su producción, proponiendo reglas que obligarían a comprar equipos de protección y medicamentos estadounidenses.

Resulta políticamente interesado y poco racional que el presidente, que no alcanza ver más allá de su enfermedad reeleccionista y actúa como el guapetón de barrio que golpea, amenaza y sanciona, decida cortar los fondos a la OMS, organización que lidera la coordinación en esta batalla y amenazó con suspender el Congreso si la cámara sigue sin reunirse, impidiendo la formalización de nombramientos de distintos cargos nominados. Respaldado por los rapaces del Wall Street Journal, Donald Trump prosiguió su campaña contra la cuarentena, sacrificando el confinamiento general en el tabernáculo de la destrucción y de amenaza de una grave recesión.

Un factor adicional ha sido la llamada guerra del petróleo, el desplome de los precios es una noticia muy mala, es de esperar que las dificultades se aceleren. La industria está viviendo una de las peores etapas, con la drástica reducción del valor del WTI que descendió bajo cero por primera vez en la historia, debido a que llegó a quedarse sin espacio para almacenarlo, provocando una caída sin precedentes de los contratos de futuros.

Anteriormente, Estados Unidos pudo mantener el “American first”, pero ahora revela toda la pérdida de su capacidad y ser “American alone”. Nunca han estado tan aislados en el mundo y hasta contrapuestos a otros países. Trump representa el aislacionismo en su forma más extrema.

La reclusión decretada ha demolido el proceso de la acumulación, la parálisis arroja decenas de millones de trabajadores en un escenario de sobrevivencia y la preocupación es reanudar de inmediato la maquinaria lucrativa, ya que el capital no puede permanecer ocioso.

La crisis acelera la decadencia estadounidense como la gran potencia global. La economía estará profundamente dañada, con una tasa récord de desempleo, la derecha retornará con fuerza, valiéndose del monopolio de los medios, con su propuesta de ajuste fiscal, como si esa política no fuera la responsable de la mayoría de los efectos al debilitar los servicios públicos.

A pesar de su retórica populista, el trumpismo ha servido bien en implementar un programa de neoliberalismo que va desde la reforma impositiva regresiva y la amplia desregulación y privatización, hasta un crecimiento de los subsidios al capital, recortes al gasto social y represión sindical.

Al igual que el Tea Party que le precedió, Trump ha sabido desviar la cada vez mayor ansiedad social de aquellos que hacen una crítica radical al sistema y constituyen fuerza de choque frente a la agenda ultra-derechista.

En la medida que pase lo peor y avance la depresión, las clases dominantes intentarán reforzar su poder, recurriendo a la enfermedad como cortina de humo para consolidar un estado policiaco global, mediante mayor disciplina y austeridad.

En fin, la crisis desatada por el coronavirus será más mortal para los empobrecidos que el mismo virus, los bancos, a raíz del colapso financiero de 2008, convirtieron los millones que recibieron en concepto de rescates, en especulación en el casino financiero global y para apropiarse de más activos y recursos.

Los grupos gobernantes se sienten asustados por el creciente descontento de las masas, se erosiona la hegemonía capitalista y tiene el potencial de despertar a millones de la apatía política; el proyecto neoliberal está agotado y a duras penas podrá ser resucitado.

Se ha entrado en un período de cada vez mayor caos en el sistema, el mundo será rehecho por las sociedades para bien o para mal, en medio de una brutal disputa entre neoliberales y antineoliberales y China será una referencia amplia como modelo de resistencia y reconstrucción. Se profundizará la decadencia del imperio y la posibilidad de construcción de uno más justo, más solidario, más colaborativo y contrariamente a algunas predicciones sobre el resurgimiento del nacionalismo y las fronteras, sólo una respuesta internacional coordinada puede ayudar a gestionar los nuevos riesgos y peligros.

La primera víctima fatal que se cobró la pandemia fue la versión neoliberal. La ascendencia política de Washington se mantiene prendida con alfileres apenas a su “patio interior”: Latinoamérica y el Caribe, aunque la extraordinaria gravedad de los efectos hará imposible una vuelta al pasado y ello provoca el pavor de los gobiernos que están renuentes a imponer o mantener la cuarentena porque el empresariado necesita que la gente salga a la calle y vaya a trabajar aún a sabiendas de que pone en riesgo su salud. Se ha estremecido el capitalismo global y ya nada podrá volver a ser como antes.

Sin embargo, no hay que bajar la guardia. Los magnates tratarán por todos los medios de recuperar su predominio en la escena, si es necesario por la fuerza. Trump y su pandilla ya dejan ver sus objetivos más hegemónicos, tratando de utilizar la situación en su beneficio aplicando sin escrúpulos en el plano nacional e internacional medidas que tratan de llevar a una dictadura encubierta en el marco de la mal llamada “democracia”, limita los derechos y sueña con prorrogar sus poderes, postergando inclusive las elecciones y refuerza la política injerencista hacia quienes considera sus enemigos, principalmente China y Rusia y amenazando con nuevas sanciones y actos hostiles a Irán, Venezuela, Cuba y otros.

Nada es más peligroso que la fiera herida.

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Al maestro con cariño… y agradecimiento