Por Yolanda Gutiérrez
El agradable clima registrado durante la jornada dominical propició una buena afluencia de bañistas en las principales playas del destino, especialmente en Gaviota Azul, Las Perlas y Langosta, balnearios en los que la mayor parte de los usuarios eran familias y grupos de amigos de la localidad, entre los que se mezclaban algunos turistas, por lo general extranjeros, mientras que se observó una mayor presencia de visitantes originarios de otros países en las playas y albercas de los hoteles.
Y por tercer día consecutivo los arenales lucieron libres de sargazo, esto debido a que por el momento es tan poca la cantidad que recala que los trabajos de limpieza se llevan a cabo en corto tiempo, lo que permite que los bañistas encuentren las playas limpias.
Tras llevar a cabo un recorrido por algunos de los principales balnearios públicos del destino se pudo constatar que, pese a que a primeras horas de la mañana eran pocos los bañistas, conforme avanzaba el día los arenales empezaron a recibir un mayor número de usuarios, pese a lo cual la temporada baja sigue siendo patente.
De hecho, en balnearios como Gaviota Azul se observó una mayor presencia de familias, parejas y grupos de amigos locales, en tanto el turismo se concentraba, por lo general, en los tramos de arenal colindantes con los hoteles de la zona.
Buena parte de los camastros y sombrillas que ofrecen los clubes de playa se encontraban ocupados por bañistas que no sentían deseos de tostarse al sol durante toda la mañana, en tanto que otros usuarios optaron por instalarse en primera línea de la playa sin más protección que una gorra, sombrero o toalla sobre la cabeza.
Disfrutaban las límpidas aguas, casi sin oleaje, bañistas de todas las edades, algunos cerca de la orilla, sin atreverse a remojarse más allá de la cintura, otros, más atrevidos, nadaban a buena distancia de la playa, ante la atenta mirada de los guardavidas, a pesar de que, tal como ellos mismos expresaron, apenas se registran corrientes y es poco el riesgo que corren los bañistas, pese a lo cual se mantenían al pendiente por cualquier percance que pudiera registrarse.
Muchas familias llegaron a primera hora de la mañana para retirarse antes del mediodía, mientras que otras, menos madrugadoras, empezaron a asomar por los arenales alrededor de la una de la tarde, llevando consigo la mayoría todo lo necesario para pasar un día de playa pleno de sol y arena, aderezado con los platillos que prepararon previamente en sus hogares, adquirieron en los grandes supermercados antes de encaminarse a la zona hotelera o les sirvieron en los restaurantes de la playa.
En Tortugas las familias departían animadamente, algunas en mesas con sombrilla sobre las que dispusieron los alimentos traídos desde casa o los cebiches que se ofrecen en los restaurantes de aquella playa.
Y al encontrarnos a fines de quincena, fueron muchos los usuarios que llevaron consigo bebidas y alimentos de todo tipo, desde los socorridos sándwiches hasta cebiches preparados en casa, spaghetti, arroz, ensalada de papas, pollos asados, costillas, guacamole y otras delicias que las familias compraron en la ciudad, mientras que algunos otros se conformaron con bolsas de botanas acompañadas de las bebidas de su preferencia.