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Quintana Roo

Triunfó el ambulantaje en este gobierno

Por Yolanda Gutiérrez

Una amenaza que no se cumplió por parte de la autoridad municipal saliente fue el desalojo de todo negocio que se ubique en los camellones y la vía pública, decisión tomada por el cabildo benitojuarense y que, a la hora de la verdad, no fue más que una llamarada de petate, ante la complacencia de los comerciantes informales.

La intención del Cuerpo Colegiado era que todos los ambulantes que ofrecen sus productos y servicios en camellones y áreas públicas fuesen reubicados en locales comerciales, sin pararse a pensar que si los informales no pudieron en su momento regularizarse ante el municipio, mucho menos podrían ocupar un local, con toda la carga impositiva que esto conlleva.

Si bien es cierto que muchos de estos changarros llevan años en el mismo lugar, también lo es que, producto de la inestabilidad económica, otros tantos ciudadanos han visto en la venta ambulante una forma de obtener recursos con los que solventar los gastos cotidianos sin llegar a caer en la indigencia.

En diferentes puntos de la ciudad se volvió práctica común instalar puestos semifijos de alimentos preparados, pollo fresco, reparación de calzado, tacos, barbacoa, servicio de cerrajería y todo lo que se pueda imaginar, al amparo de las autoridades en turno o, más bien, solapados por los inspectores de Comercio en Vía Pública y Fiscalización, que lejos de invitar a los comerciantes a regularizarse, preferían (práctica que se sigue llevando a cabo) cobrarles por continuar con la actividad por debajo del agua y para muestra un botón: uno de los informales con quienes se cambiaron impresiones explicó que pocos días atrás se presentó un inspector para decirle que no podía vender ahí pero podían arreglarse con una cierta cantidad.

Dijo que en su caso particular lleva alrededor de diez años con un pequeño puesto de antojitos en la vía pública que intentó regularizar sin éxito porque al presentarse en la dirección correspondiente le dijeron que no podían expedirle permisos porque el giro estaba saturado.

“No nos dan facilidades para trabajar, uno quiere estar bien y la misma autoridad es la que fomenta la corrupción, por eso hay tanto desorden, prefieren que los inspectores nos estén sangrando mes con mes, semana con semana antes que darnos el dichoso permiso, nos amenazaron con que tendríamos que desocupar los camellones y las calles, pero sólo para cobrarnos más, eso es todo”.

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