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Quintana Roo

Misa en honor a los muertos

Por Eva Murillo

 

Cientos de personas escucharon la misa oficiada por el obispo de la prelatura Cancún-Chetumal, Pedro Pablo Elizondo Cárdenas en el patio central del panteón particular Jardines de Paz, con motivo de la celebración de Día de Muertos.

En la homilía pidió a los asistentes, la mayoría de ellos con familiares sepultados en ese camposanto, orar por sus difuntos para que alcancen la paz eterna.

La misa fue efectuada en medio del terreno que ocupa el camposanto, de tal manera que las personas que continuaron con sus labores de limpieza y visitación a las tumbas pudieron escuchar el mensaje dado por monseñor.

Desde el sitio donde descansan sus muertos, las personas siguieron el ritual de la misa, al igual que los que se acercaron al frente del altar para dedicar al 100 por ciento su tiempo a la Palabra de Dios.

Al final de la misa, el obispo bendijo el agua que contenía una pequeña cubeta y pidió a los asistentes acercarse para rociar los ramos de flores que llevaron a sus familiares, enseguida un nutrido grupo de personas se arremolinó alrededor de él para tener la bendición.

Muchos de los que estaban en las tumbas corrieron cargando los arreglos florales que ya habían acomodado en el piso, para que monseñor los rociara con agua bendita y de paso posara sus manos sobre sus cabezas.

Este es un día de oración, remarcó el obispo.

“Decía San Agustín que por nuestros difuntos podemos ofrecer una flor, una lágrima, una canción o una oración, pero la flor se marchita, la lágrima se seca, la canción se le lleva el viento, pero la oración se la lleva Dios y la transforma en descanso eterno y paz para los difuntos. Hoy, lo que mejor podemos hacer es orar, hoy es un día de oración”, enfatizó al final de la misa.

Entre el pasado viernes y ayer sábado ha estado en distintas iglesias de la zona norte de Quintana Roo oficiando misas, pues es con oraciones como los vivos pueden ayudar a sus fieles difuntos a llegar al cielo.

Una vez concluida la misa, el obispo se acercó a un grupo de jovencitas que dedican sus horas libres a conocer la palabra de Dios y tras hablar con ellas un rato y mencionarles la importancia que tiene que los jóvenes se acerquen al Señor, levantó las manos en señal de oración y elevó una plegaria por ellas.

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