
Durante su primer informe de Gobierno, el presidente municipal Diego Castañón Trejo aseguró que Tulum avanza bajo los principios del “humanismo mexicano”, destacando logros en seguridad, salud, servicios públicos y acceso a las playas.
Sin embargo, la realidad que enfrentan día a día los habitantes del municipio contradice varios de los puntos presentados en su discurso. El alcalde afirmó que “la zona maya ya no está sola” y que su Gobierno ha llevado inversión y apoyo a las comunidades originarias.
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No obstante, en localidades como Cobá, Hondzonot y Manuel Antonio Ay, persisten las carencias de servicios básicos: caminos sin pavimentar, deficiente acceso a la salud y falta de programas sociales efectivos. Los pobladores siguen acusando abandono institucional, muy lejos de la narrativa de inclusión planteada.
Castañón presumió la implementación de “Blindaje Tulum” y la inversión en un C4 como ejemplo de un municipio más seguro. Pero los hechos contradicen el optimismo: ejecuciones, extorsiones a turistas y enfrentamientos entre grupos criminales continúan marcando la vida diaria. La reciente detención de policías acusados de extorsión y el asesinato del secretario de Seguridad, Roberto Rodríguez Bautista, revelan que la corrupción y la violencia aún dominan el panorama, cuestionando la eficacia de las estrategias presentadas.
Afirmó que su administración defendió el acceso libre a las playas y presumió la apertura a través del Parque del Jaguar. Sin embargo, organizaciones civiles y habitantes aseguran que los accesos siguen siendo limitados, con prácticas que favorecen a desarrolladores y empresas privadas en detrimento de la población local. El reclamo social persiste y la supuesta “transformación” no se refleja en la práctica cotidiana.
Castañón aseguró haber reforzado la atención médica con la contratación de profesionales y la apertura de tres centros de salud. Sin embargo, vecinos de colonias como La Veleta y Tumben Kah siguen reportando la falta de doctores en turnos nocturnos, escasez de medicamentos y carencias en infraestructura. Las promesas de cobertura digna contrastan con la realidad de pacientes que deben trasladarse a Playa del Carmen para recibir atención especializada.
En su discurso, el presidente municipal afirmó que en Tulum “ya no hay complicidades ni corrupción”. La realidad muestra otra cara: denuncias recientes de extorsiones cometidas por policías, señalamientos de favoritismo en contratos de obra pública y la falta de claridad en el uso del presupuesto municipal. La promesa de un Gobierno honesto se desvanece frente a la opacidad en temas clave.
El alcalde también destacó la recolección de miles de toneladas de sargazo y la conservación de playas certificadas. Sin embargo, los hoteleros y prestadores de servicios turísticos reconocen que la estrategia de limpieza sigue siendo improvisada y que el problema se atiende de manera reactiva, sin soluciones de fondo. A esto se suma el impacto ambiental del crecimiento desordenado y la sobreoferta de rentas vacacionales que afectan tanto al ecosistema como a la economía local.
Aunque Castañón Trejo sostuvo que “la transformación en Tulum es una realidad”, los contrastes entre su discurso y la vida cotidiana de los ciudadanos revelan un panorama distinto: comunidades mayas olvidadas, inseguridad en aumento, servicios de salud insuficientes, corrupción que no se ha erradicado y accesos restringidos a las playas. La distancia entre el informe oficial y la experiencia diaria de la población deja en claro que la transformación prometida sigue siendo más un discurso político que una realidad tangible.
Conviven el lujo y el rezago
El primer informe de Gobierno de Diego Castañón se llevó a cabo en un contexto marcado por el auge turístico y los contrastes sociales. Mientras el municipio se promueve como destino de lujo con playas de clase mundial y un Aeropuerto Internacional recién inaugurado, los indicadores oficiales exhiben rezagos en pobreza, seguridad y servicios públicos, a pesar de un presupuesto superior a los mil 200 millones de pesos.
El discurso oficial difiere de las cifras. El Coneval reveló que la pobreza en Tulum creció del 32% en 2015 al 62% en 2020, el mayor incremento del país. Así, mientras el turismo se consolida como motor económico, miles de familias permanecen atrapadas en el rezago, con servicios básicos insuficientes y sin ingresos que garanticen su subsistencia.
El Inegi complementa este panorama: colonias como La Veleta y Tumben Kah carecen de agua entubada, drenaje y pavimentación, reflejando la brecha entre la postal turística y la vida cotidiana.
La seguridad es otro flanco abierto. En marzo de 2025, Tulum fue noticia nacional por el asesinato del secretario de Seguridad Pública, José Roberto Rodríguez Bautista, hecho que evidenció la vulnerabilidad institucional. A ello se suman 39 ejecuciones en lo que va de la administración.
El Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) confirma la tendencia al alza en homicidios, extorsión, narcomenudeo y violencia familiar. Vecinos acusan patrullajes irregulares y un sistema de videovigilancia del que se desconoce cuántas cámaras operan realmente.
El Cabildo aprobó para 2025 un presupuesto de mil 273 millones de pesos: Gobierno (663.9 millones), Desarrollo Social (275.7 millones) y Desarrollo Económico (334.2 millones). Sin embargo, buena parte se destina a gasto corriente y nómina. La obra más visible, el Paseo Costero de apenas 1.5 kilómetros, contrasta con colonias enteras sin bacheo ni pavimentación.
Los servicios públicos también exhiben deficiencias. Aunque el Ayuntamiento presume luminarias LED, la mitad de las colonias permanece a oscuras. El servicio de recolección de basura es irregular y, en barrios como La Veleta y Maya Pax, los camiones descompuestos han derivado en acumulación y quema de desechos. El drenaje pluvial provoca encharcamientos y el sanitario sigue pendiente, con descargas que contaminan cenotes.
El Aeropuerto Internacional de Tulum, anunciado como motor de desarrollo, registró 417 mil pasajeros internacionales en el primer semestre de 2025, aunque en mayo apenas alcanzó 86 mil, reflejando la estacionalidad. La derrama económica sigue concentrada en grandes cadenas hoteleras, sin beneficiar de manera directa a pequeños negocios.
En educación, aunque se anunciaron becas y apoyos, no existen indicadores claros. Escuelas con techos dañados, falta de mobiliario y sanitarios en mal estado siguen siendo comunes. Tampoco hay programas deportivos permanentes ni espacios comunitarios equipados.
En resumen, Tulum enfrenta un escenario complejo: pobreza que afecta a seis de cada 10 habitantes, violencia que alcanza incluso a mandos de seguridad, servicios básicos deficientes y un presupuesto que se diluye en gasto corriente. El reto de Diego Castañón no es seguir posicionando al municipio como destino turístico, sino traducir los recursos públicos en resultados tangibles que mejoren la vida de quienes lo habitan.