Campeche no solo es un lugar para visitar, es un escenario para enamorarse. Entre sus atardeceres de ensueño, su Centro Histórico declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad y la calidez de su gente, el estado se consolida como el destino más romántico de México.
Un escenario de ensueño para decir: “¡Sí quiero!”
Campeche ofrece un abanico de escenarios que parecen sacados de una postal. Desde la magia de una puesta de sol en playas tranquilas, hasta el misticismo de la luna en antiguas haciendas; desde la sobria arquitectura de sus iglesias coloniales hasta el colorido de sus calles históricas, cualquier rincón se convierte en el marco perfecto para bodas, pedidas de mano o escapadas románticas.
Hospitalidad que enamora
Los campechanos hacen honor a su reputación de pueblo amable y generoso. La hospitalidad aquí no es un servicio, sino una forma de vida, lo que garantiza que cada visitante se sienta en casa. A ello se suma la experiencia de wedding planners, floristas, banqueteros, fotógrafos y hoteles, que ponen pasión y profesionalismo en cada detalle para crear eventos inolvidables.
Cultura, historia y modernidad
Además de su belleza arquitectónica y natural, Campeche presume una de las mayores ofertas arqueológicas de México, con Calakmul como joya de la corona al ser Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. La infraestructura turística combina lo moderno con lo tradicional: hoteles boutique, haciendas restauradas, salones y jardines listos para recibir a quienes buscan celebrar el amor.
Bien conectado y lleno de sabores
Ubicado en el sureste mexicano, Campeche se encuentra a unas horas de Mérida, Cancún, Palenque o Villahermosa, y cuenta con dos aeropuertos internacionales: en la capital y en Ciudad del Carmen. Todo ello hace que sea un destino accesible, perfecto para bodas destino o viajes románticos.
Y si algo corona la experiencia es su gastronomía: una cocina que sorprende paladar tras paladar y que, por sí sola, justifica el viaje.
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Un lugar que se queda en el corazón
Campeche lo tiene todo: historia, cultura, playas, haciendas, arqueología, sabores y hospitalidad. Es un estado que no solo se recorre, se vive… y se recuerda con el corazón.
