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Yucatán

Cristianos deben tratar a su prójimo con respeto

Como cristianos que somos, no debemos creernos más que los demás, no debemos maltratar a los que están bajo nuestras órdenes, sea en nuestro trabajo, sea en la escuela o sea en la familia; no maltratar a nadie, eso no nos queda como cristianos y mucho menos dentro de los grupos de iglesia, dijo ayer el Arzobispo de Yucatán, Gustavo Rodríguez Vega, en la misa dominical de confirmaciones en la iglesia catedral.

–Hoy celebramos el Domund o el Día Mundial de las Misiones. Para la iglesia todo es misión y la esencia del cristiano es ser misionero; de hecho, los que hoy se confirman se comprometen a llevar el Evangelio donde quiera que vayan. Pero, hay hombres y mujeres de iglesia, miles y miles de ellos, que salen de su patria y van a lugares lejanos, sacerdote, religiosas y laicos que van a otros países donde la iglesia es más joven, más débil y van allá para proclamar el Evangelio.

Este día es para que todos cobremos conciencia de nuestro ser de misioneros, para que oremos por los que han salido a países lejanos y para que apoyemos las obras que ellos realizan allá, ya que no tienen los recursos suficientes para sostener las obras de iglesia, seminarios, hospitales, orfanatorios, asilos, etcétera.

Por lo tanto, nuestra colecta de hoy y la de todo México y la de todo el mundo se va a enviar a las misiones para que tengan ese apoyo anual que se les da, pero claro, también nuestra oración, especialmente hoy.

En el Evangelio de hoy dice que Jesús por tercera vez les anuncia a los apóstoles su crucifixión, muerte y resurrección; eso no lo escuchamos hoy, pero la acababa de anunciar y enseguida, los apóstoles que no entendieron nada, y la prueba es que dos de ellos van y se le acercan a Jesús y él les pregunta: ¿Qué quieren?; eran dos hermanos Santiago y Juan.

Y ellos le dice: Queremos sentarnos en tu reino, uno a tu derecha y otro a tu izquierda; en otras palabras, queremos ser los más poderosos del grupo, queremos ganarles a los otros, damos el primer lugar a nosotros; y Jesús les pregunta: ¿Pueden pasar la prueba que yo pasaré, recibir el bautismo que yo he de recibir? Y dijeron sí, sí podemos, no entendían de qué se trataba.

Jesús hablaba de la prueba de la cruz, la prueba de los grandes sufrimientos que él paso en su pasión, y hablaba del bautismo de su sangre, porque no solamente fue bañado en agua, en el Jordán, sino que fue bañado en su propia sangre.

Ellos dijeron sí podemos y Jesús les contesta: van a pasar la prueba y van a recibir el bautismo, pero sentarse a mi derecha o a mi izquierda en el reino, no me toca a mí concederlo; en otras palabras, les anuncio que ellos también iban a padecer, a morir, a recibir con sangre el bautismo que reciben el día en que reciben al Espíritu Santo.

También nosotros fuimos bautizados con agua, signo del Espíritu Santo y fue un día de fiesta en nuestro hogar, de alegría por tener un nuevo cristiano, pero después la vida nos tiene muchas pruebas, acaso habrá una persecución en México para que muramos por nuestra fe; eso siempre puede pasar.

Pero, aun cuando no pase, todos los días tenemos pruebas que superar, para superar nuestro egoísmo, para superar nuestra soberbia, para superar todo tipo de tentaciones, para servir a Dios y a nuestro prójimo con amor.

Esas son las pruebas que diariamente tenemos que superar y el bautismo que tenemos que recibir todos los días, el bautismo del testimonio; los otros diez, los otros apóstoles se dieron cuenta de lo que había pasado y se enojaron, se indignaron contra estos dos; si ellos fueran hombres, sin malas intenciones o sin aspiraciones humanas no les hubiera importado lo que hacían Santiago y Juan, ¡Ah, pero ellos también tenían ese tipo de aspiraciones, y por eso se molestan!

Si tú o yo nos molestamos cuando alguien nos quiere –como decimos vulgarmente “agandallar”– nos quiere pasar, ir más adelante, si nos molestamos porque alguien nos quiere ganar un puesto en el trabajo o en la política o donde sea, hasta en la iglesia, entonces tenemos los mismos malos sentimientos igual que estos diez apóstoles; por eso Jesús les habla a los 12, no nada más a los dos y nos habla a todos nosotros y nos dice: Ustedes saben que los jefes de los pueblos –los que los gobiernan–, lo hacen como si fueran sus dueños y los poderosos las esclavizan, las oprimen; que no sea así entre ustedes. Y como es de parte de nuestros gobernantes y como ha sido en México siempre; miren, en la historia de la iglesia, historia de la humanidad, ha habido gobernantes y reyes santos, que aman a Dios y aman a su pueblo; en México, hasta ahora no me consta eso.

Tenemos la promesa de que el gobierno que viene dice: Se va acabar la corrupción, se va acabar todo ese tipo de abuso de los gobernantes, ya se va acabar, y hay mexicanos que lo cree en 100 % y hay otros mexicanos que dicen: no lo creemos para nada y muchos más decimos: ojalá, ojalá, de verdad las cosas cambien y cuando lo veamos, vamos a creer.

La palabra de Dios es viva y eficaz; no se trata de lo que Jesús le enseñó a los apóstoles en aquel tiempo, sino de lo que Jesús hoy nos enseña a nosotros, a no tener aspiraciones de ese tipo, a sentirnos deveras servidores de los unos a los otros y si nos toca un puesto o cargo de gobierno, que actuemos cristianamente amando a Dios y respetando a los demás y lo hagamos para servir a los demás; seamos pues misioneros de Cristo llevemos donde quiera que vayamos el mensaje de la fe, de un Cristo que vive en nosotros, un Cristo servidor, un Cristo sencillo y humilde que se preocupa por los hermanos que le rodean, concluyó.

(Víctor Lara Martínez)

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