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Yucatán

Permanente, la represión gubernamental en el país

Hoy rendimos un homenaje a los estudiantes del Movimiento de 1968 que dieron su vida por la causa, pero también es momento para rendir un tributo a los estudiantes de corazón limpio y puro que siguen luchando por mejorar las condiciones políticas y económicas de México, destacó ayer el profesor Fernando Pacheco Alcocer, jubilado y ex director de la Escuela Normal Superior “Antonio Betancourt Pérez” e integrante de la agrupación “Normalismo Rural”.

Como parte de las actividades organizadas por la agrupación “Al 50 del 68” para conmemorar el 50 aniversario del Movimiento Estudiantil de 1968, se llevó a cabo en el Centro Cultural de la Escuela Modelo la mesa panel “La experiencia del 68 ayer y hoy, junto al normalismo rural”, con las intervenciones de Juan Luis Peña Chapa, Alejandro Guerrero Flores y Fernando Pacheco Alcocer.

Este último expuso que en 1969 cerraron un buen número de Escuelas Normales, como consecuencia del movimiento del 68, incluida la Normal Rural de San Diego Tekax, en Yucatán.

Expuso que el normalismo tuvo una activa participación en el Movimiento del 68, lo que generó consecuencias para las Normales. Dijo que al movimiento se sumaron los normalistas rurales de la Federación de Estudiantes Socialistas de México que es la agrupación más antigua de México y que data de 1938.

Sin embargo, dijo que había algunas diferencias, pues mientras los estudiantes como de la UNAM y el IPN buscaban libertad democrática y diálogo, los normalistas buscaban otro punto, pues su formación y extracción social era diferente.

Aun así, dijo que el normalismo hizo una alianza con los universitarios, con el IPN, con la UNAM, con Chapingo, Bellas Artes.

Resaltó que el normalismo tenía alianza con los campesinos y esto habría podido generar un movimiento mucho más amplio que agrupara a estudiantes, obreros y campesinos; sin embargo, dijo que tal vez no dio tiempo para concretar dicha alianza.

Además, expresó que los normalistas no llegaron a la lucha como novatos pues ya tenían experiencias, como la de 1960 cuando ocurrió la primera masacre estudiantil de la historia en Chilpancingo, cuando se unieron normalistas rurales de Ayotzinapa a universitarios de Guerrero. Luego, en 1965 normalistas de Chihuahua se unieron a campesinos en sus reclamos por las tierras.

“Después de la matanza de hace 50 años el normalismo rural sigue en pie de lucha y se hizo creer a la sociedad que los que lucharon, los estudiantes eran comunistas, como el diablo, y que sólo querían boicotear los Juegos Olímpicos”, expresó.

Dijo que lo anterior generó una persecución a las escuelas normales y a los normalistas que ha prevalecido al día de hoy, con cierre de escuelas, represión, hostigamiento, recorte al presupuesto y hasta muertos.

“Todo ese momento de lucha que data del 68, para las normales rurales ha sido la misma historia, lleva décadas el movimiento rural, creemos que la represión tiene un alto y que ya no habrá, creo que son tiempos de retribución, pero seguimos luchando”, apuntó.

Por su parte, Juan Luis Peña Chapa, investigador del Cinvestav Mérida y testigo presencial de los hechos, consideró que es necesario repetir hasta el cansancio las cosas que ya se han dicho sobre la masacre del 68, sobre todo cuando se está ante una audiencia de jóvenes, como los que estuvieron presentes ayer.

Hizo una narración de lo vivido en Tlatelolco, en el contexto de un país donde el PRI dominaba, a la buena o a la mala. Recordó las luces de bengala que se lanzaron cerca de las 5.45 de la tarde y cuando empezaron los disparos.

“A los minutos vimos a la gente salir corriendo, todos asustados, en pánico, con machas de sangre en el cuerpo y pasaron fácilmente 3 o 4 horas hasta que cesaron los disparos. Nosotros pudimos meternos a un edificio que estaba a un costado del Chihuahua y desde ahí vimos mucha gente masacrada”.

“Incluso hubo casos donde llegaba personal que parecía especializado del Ejército y a los que encontraban vivos los remataban. Entre nosotros que ya estábamos en el edificio hubo quienes querían bajar y los tuvimos que contener”, externó.

Dijo que desde luego ese hecho en la historia provoca un profundo dolor por la forma en que fueron masacrados los estudiantes, pero señaló que este tipo de represiones han continuado, como en el caso de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa.

“Eso quiere decir que el Estado sigue recurriendo a la represión cuando lo considera necesario”, dijo.

Señaló que luego del 2 de octubre del 68 los estudiantes de la Ciudad de México entraron en un proceso de desmovilización, aparentemente, pero más bien hubo un proceso de reflexión, de análisis, que tomó casi dos años.

De este proceso, comentó, había dos vías, la de seguir luchando por el camino de las instituciones “democráticas”, elecciones y demás, que fue de alguna forma el germen del PRD, así como la vía armada, la de la guerrilla, en la que decidieron participar muchos otros.

“Pero de esto yo saco una conclusión: que sin el pueblo, sin los trabajadores, de los obreros, los campesinos, no se puede hacer un cambio. Sin el pueblo no se puede hacer nada; al final de cuentas, por ejemplo, la Liga 23 de Septiembre fue destruida; el pueblo debe estar atrás de cualquier movimiento”, mencionó.

Dijo que ante gobiernos represores como el de Peña Nieto que ya se va, siempre está latente la represión cuando escuchan de los grupos lo que no quieren oír.

“La experiencia del 2 de octubre nos muestra a este tipo de gobiernos que una vez que tiene una oposición no le queda más que reprimir, porque no nos van a convencer de que lo que está haciendo es lo adecuado. La persecución política sigue contra quienes señalan los errores de un mal gobierno”, expuso.

Alejandro Guerrero Flores, otro participante presencial de los hechos que se rememoran, dijo también que él logró salir con vida de la Plaza de las Tres Culturas con sus hermanos y sin heridas físicas, pero con el alma destrozada y con un gran trauma por todo lo vivido.

Desde las 5.45 que se vieron las luces de bengala y hasta las 9 de la noche fue que las metralletas, las torretas de tanques, las pistolas, se aplacaron un poco, y entonces pudimos salir gracias a la intervención de un general del Ejército.

Pero eso nos ha marcado hasta el momento y yo creo que no hay que olvidar este suceso para que no se vuelva a repetir.

Entre el público estuvieron estudiantes de la UNAM que antes llevaron una marcha del parque Artículo 123 al Monumento a la Patria, con el fin de recordar el 50 aniversario del Movimiento Estudiantil de 1968 y de honrar la memoria de los caídos en la masacre.

Uno de los estudiantes, Abraham, tomó la palabra y agradeció a los participantes en la mesa y destacó la importancia de que se abran este tipo de espacios testimoniales, “llenan de valor y felicidad para que la memoria esté viva y que seguimos en la lucha”.

El profesor Ariel Avilés Marín, también presente en el evento, expuso que el objetivo de los eventos que se han llevado a cabo es que el 2 de octubre no se olvide y que así debe ser, porque dijo que aun hoy día hay fuerzas que tratan que sí se olvide.

“Debe permear en los jóvenes lo que se ha dicho, pero yo los invito a que no sólo se queden con lo que les contamos, sino que investiguen, busquen los testimonios vivos, de gente que vivió en carne propia el suceso”, señaló.

(David Rico)

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