El Arzobispo de Yucatán, monseñor Gustavo Rodríguez Vega, exhortó a los jefes de familia a no dejar que solo la mujer se encargue de la educación de los hijos. Añadió que si el hombre enseña a sus hijos, como lo hizo el señor San José con el mismo Jesús, entonces la religión estará bien entendida y bien cimentada.
En su mensaje a los fieles en la misa que ofició ayer por la mañana en la iglesia catedral, Rodríguez Vega lamentó que muchos niños que son “amados” por sus papás, sean educados de una manera egoísta haciéndolos creer que son del centro del universo y no transmitiéndoles el mandato de amar a Dios y de amar al prójimo.
-Miremos la historia de cualquier criminal, de cualquier asesino, y nos vamos a dar cuenta que en su infancia le faltó el amor a Dios y faltó el amor al prójimo y así se van criando cuervos en el amor, señaló.
Nunca es tarde
—Si en casa no fuimos educados de esta manera, nunca es tarde para lograrlo: Nunca acabamos de ser educados en el amor, por eso hay que pedir al Espíritu Santo que nos siga conduciendo y educando en el amor a Dios y el amor al prójimo, dijo.
Explicó que hay personas que han vivido alejadas de Dios y con rabia y sentimientos contrarios hacia todas las personas y cambian cuando se encuentran con Dios en un retiro espiritual o en la predicación de un kerigma.
Al comentar la segunda lectura, dijo que en ella se habla del amor que tenemos a cada persona, amor que se califica con el amor a Dios.
—El amor al prójimo que tampoco es puro sentimiento, con el amor a Dios por sobre todas las cosas puede mantener vivos o despertar los sentimientos que se han muerto en el amor, puede despertar también sentimiento de amor por personas desconocidas o por personas que me han hecho daño reconociendo que cada ser humano es hijo de Dios y por lo tanto es mi hermano, subrayó.
Por lo tanto, la imagen y semejanza de Dios en cada persona nos lleva a la convicción de actuar como dice Jesús: Amarás a tu prójimo como a ti mismo, pero se necesita esa base humana de sabernos amar, de sabernos valorar.
Antes mencionó que cuando un escriba (un experto estudioso de las sagradas escrituras) le pregunte a Jesús cuál es el mandamiento primero de toda la ley, Jesús le responde recordándole el pasaje del Deuteronomio que ayer se escuchó en la primera lectura: Escucha Israel, amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas, y a tu prójimo como a ti mismo.
—Precisamente porque el amor no es nada más un sentimiento, el amor es una decisión que implica a toda la persona con toda su inteligencia, con toda su voluntad, así es el verdadero amor, mucho más que un sentimiento. Pero, por otra parte, si yo debo amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas qué me queda para los demás, qué me queda para mis papás, qué me queda para mis hermanos, qué me queda para mis amigos, para mis parientes, qué me queda para otros; me queda todo, porque cuando amas a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con todas las fuerzas, ese amor a Dios incluye a todos, cualifica cada uno de nuestros amores; si amamos mal a las personas que nos rodean, es porque no amamos bien a Dios.
Amando a Dios de verdad aprenderemos a amar a los demás; de hecho a Jesús le preguntan por el primer mandamiento y responde, pero añade el segundo sin que se lo pregunten; el segundo es semejante a este: “amarás a tu prójimo como a ti mismo”, ahí está el segundo mandamiento, el amor que tenemos a cada persona se cualifica con el amor a Dios, concluyó.
(Víctor Lara Martínez)