Con sede en Valladolid, Yucatán
Jesús Bastarrachea Cabrera y Edgar Moisés Rivero Cob, maestro en economía, destacaron ayer que con el objeto de impulsar el desarrollo económico de la región Oriente del Estado y en respuesta a la convocatoria del Presidente electo Andrés Manuel López Obrador, diseñaron una propuesta para la creación de la primera Zona Económica Especial Indígena de México, con cabecera en la ciudad de Valladolid.
Ambos empresarios explicaron que su interés es impulsar el establecimiento de esa Zona Económica Especial, con secciones en Chemax, Valladolid y Kaua, con lo que unas 108 mil personas de 12 municipios abandonarían su condición de pobreza.
Asimismo dijeron que se aprovecharía el potencial del Tren Maya para el traslado de insumos, mercancías y mano de obra a la Zona Económica Especial de Valladolid, lo que proporcionaría oportunidades de desarrollo a los municipios indígenas más pobres del Oriente de la Entidad.
Objetivos
Consideraron que la Zona Económica Especial en Valladolid, Yucatán, contribuirá a alcanzar los siguientes objetivos: lograr un crecimiento económico sostenido; reducir la pobreza en la región Oriente del Estado de Yucatán; expandir las oportunidades de empleo de los jóvenes egresados en las escuelas superiores de la región; atraer inversión a una región indígena e históricamente rezagada y olvidada; disminuir las desigualdades regionales en el Estado de Yucatán; descentralizar la provisión de servicios gubernamentales fuera de la capital del Estado; lograr una mayor conectividad aprovechando el potencial de conexión entre el Tren Maya que construirá el Presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, y el Aeropuerto Internacional de Chichén ltzá, ubicado en Kaua, Yucatán, actualmente subutilizado; mayores encadenamientos productivos de las pequeñas y medianas empresas con las grandes empresas nacionales e internacionales; diversificar la economía yucateca aprovechando el mercado potencial de 372 millones de consumidores que ofrece el Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico, en el que participan cuatro regiones geográficas de Norteamérica, Sudamérica, Oceanía y Asia, es decir, la Zona de Libre Comercio más grande del mundo.
Bastarrachea Cabrera explicó que las Zonas Económicas Especiales son territorios delimitados que gozan de una ubicación geográfica estratégica, que para aprovechar su potencial productivo y logístico se sujetan a un régimen especial que se caracteriza por la provisión de estímulos de orden económico a favor de empresas que se establecen físicamente dentro de las mismas.
Elevar calidad de vida
Si bien las Zonas Económicas Especiales tienen el objetivo a corto plazo de atraer inversión extranjera directa, aumentar las exportaciones, generar divisas y crear empleo en regiones rezagadas, su objetivo último es elevar el nivel de vida de las personas y promover el desarrollo económico sustentable, a través del encadenamiento productivo de empresas extranjeras, nacionales y locales, la transferencia de tecnología, elevar la formación del capital humano y la protección del medio ambiente.
Entre los incentivos especiales que podrían ofrecer los administradores de las Zonas Económicas Especiales se encuentran: la exención de algunos o todos los impuestos a la exportación; la exención de algunos o todos los derechos aplicables a las importaciones de materias primas u otros bienes intermedios; la exención de impuestos indirectos tales como los impuestos sobre las ganancias, los impuestos municipales y los impuestos sobre la propiedad (por ejemplo, el predial); la exención de impuestos indirectos tales como el Impuesto al Valor Agregado en la adquisición de bienes nacionales; la exención de los controles nacionales del cambio de divisas; la repatriación, libre de impuestos, de los beneficios de las empresas extranjeras; la provisión eficiente y de calidad de infraestructura física para la producción, el transporte y la logística, entre otros.
Indicó que, en los países en desarrollo y emergentes, las Zonas Económicas Especiales se han convertido en los principales vehículos para atraer inversión extranjera directa (IED) para aliviar la situación que ocasiona el círculo vicioso de la pobreza. En 1995 se contabilizaron 500 ZEE en el mundo; una década después se tuvo el registro de que su número oscilaba entre 3,000 y 5,000 ZEE. Si bien la Organización Mundial de Comercio tiene dudas sobre la viabilidad de las ZEE, el Banco Mundial y algunas agencias del desarrollo como la USAID (Estados Unidos) han dado impulso al modelo de ZEE como una forma para superar los obstáculos de la falta de inversión en zonas rezagadas para superar la trampa de su histórica marginación.
El siguiente paso, manifestó Rivero Cob, es que los demás sectores de la producción y las autoridades se sumen a esta propuesta.
(Víctor Lara Martínez)