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El éxito de un líder radica en que su gente crezca

Yo creo que el éxito de un líder es ver que su gente crezca, no que él crezca. No que él sea más famoso, no, no, sino que la gente a la que está liderando pueda crecer, desarrollar y hacer ministerio.

Eso dijo ayer Luis Gabriel César, pastor con 32 años de experiencia, de la Primera Iglesia Bautista de Ciudad Satélite, en la Ciudad de México, y autor de varios libros que son éxitos en ventas, al ser entrevistado en el marco del Congreso LifeWay que se lleva a cabo en el Centro de Convenciones Siglo XXI con más de 1,200 asistentes.

-Pastor: yo veo muchos líderes que una vez que crecen sufren el síndrome del frijolito mágico: quieren llegar solitos a las nubes y se olvidan de ayudar a crecer a los demás. ¿Cuál sería la enseñanza para ellos? Porque yo pienso en lo que usted dice: si no permiten el crecimiento de otros líderes, si no les dan oportunidad, si no les abren camino, si no confían en ellos porque su propio egoísmo no se los permite o por cualquier otro pretexto, debe haber una enseñanza que les ayude a reflexionar. ¿No cree usted?

-Yo creo que sin lugar a dudas tiene que ver con el carácter. La base de todo liderazgo es el carácter. Si el líder es seguro, si el líder sabe que está puesto por Dios, entonces no tiene ningún problema en que otros no solamente sean como él, sino es más, que lo mejoren.

El grave problema que tenemos hoy es la inseguridad del líder. Entonces por eso si ve a alguien que tiene capacidad, es un buen comunicador, o que organiza bien las reuniones, sea lo que sea su fuerte, regularmente los líderes nos deshacemos de ese tipo de personas. ¿Por que? Por inseguridad propia. Pero yo lo que quiero decirles, especialmente si somos pastores, o aquellos que amamos al Señor, es que estamos allí porque Dios nos tiene allí. Y además no estamos peleando el puesto. Eso no debe ser una preocupación. Aquí la responsabilidad y el consejo para ellos es: desarrollen personas que los superen en todos los aspectos, yo estoy seguro de que todo va a mejorar. Y uno puede pasar un legado de que él fue. Ahora sí de que todo se lo debo a mi manager, como decían, esa es nuestra bendición.

Estamos para cosas eternas

-Además, pastor, verdaderamente el puesto por el que se lucha no está en la tierra…

-Exactamente. Es lo más importante. Estamos para cosas eternas. Para cosas de más trascendencia. Por eso el énfasis que voy a dar habla sobre el liderazgo, todo lo que tiene que ver en el desarrollo de los líderes que son los que nos van a ayudar a que la obra de Dios pueda seguir creciendo. No puede descansar solamente en las manos de los pastores. Sino que los pastores hemos sido desafiados para formar líderes que puedan ayudarnos con el trabajo.

-¿O sea que el pastor no debe sentirse líder, sino debe procurar el crecimiento de los líderes, para que hagan el trabajo?

-Así es: si queremos que la Iglesia crezca, como cualquier organización, necesitamos entrenar y capacitar personas para que nos ayuden. Tradicionalmente el pastor, tradicionalmente, de cualquier iglesia cristiana, es la persona que hace todo: predica, enseña, dirige, todo absolutamente. Su servidor lo hizo muy al principio en su ministerio. Y luego entendí lo que dice la Biblia: que Dios nos puso a los pastores para que capacitemos y entrenemos a los santos, para que los santos, es decir, la gente, haga la obra del ministerio. Y ahora lo que veo, por lo menos en nuestra propia congregación, hay más de 800 líderes que están haciendo el trabajo. No lo estoy haciendo yo solo.

Hay que entrenarlos y desarrollar, no solamente hay que capacitarlos, sino también hay que darles la oportunidad de que ellos sirvan en algún ministerio.

Para todo en la vida

-Esto es para ellos una enseñanza de vida, porque esto lo deberíamos asumir para todo en la vida, ¿no?

-Por supuesto: creo que si un líder de verdad mejora, todo mejora a su alrededor. Tiene que aplicarse en la empresa, tiene que aplicarse en la familia. Hay que entender que los que estamos en el liderazgo estamos por un rato nada más, y sería una pena que cuando nos fuésemos nadie supiera hacer lo que nosotros sabíamos hacer.

-¡Qué hermoso! Tiene usted un libro, pastor: ¿Qué dice?

-Tengo un libro que se llama Liderazgo peligroso. Este último libro habla de relaciones interpersonales, y se llama “Conexiones vitales”, porque creo que todo en esta vida son relaciones, y especialmente los líderes queremos conectarnos con la gente. El problema es que a menudo yo soy líder y entonces la gente debe seguirme. Y eso está equivocado: Yo soy líder, entonces yo me conecto con la gente, y como resultado de esa conexión, la gente me sigue. Porque muchos dicen: No, pues yo soy el líder, yo soy el jefe. Pasa hasta en las empresas. Yo el jefe de este departamento. Y creen que en automático uno tiene que hacer lo que el señor dice. Eso es un puesto, no es liderazgo. Liderazgo es: yo me conecto con la gente. La gente siente la empatía, y entonces la gente me va a seguir como resultado de ello. Entonces este último libro que acabo de escribir, habla precisamente sobre relaciones interpersonales, que siempre será un tema en el que todos podemos mejorar.

Liderazgo peligroso

-Hábleme del libro de Liderazgo peligroso.

-De hecho es un título muy sugestivo. Algunos pensaron que cuando escribí este libro de Liderazgo peligroso iba yo como a desenmascarar a los líderes peligrosos. Entonces yo digo que los líderes peligrosos podemos serlo positiva o negativamente. En el libro yo no planteo el liderazgo positivo / negativo, sino el liderazgo peligroso / positivo. ¿Qué significa esto?

Creo que tenemos que ser líderes peligrosos para la corrupción, o sea, que la corrupción al vernos tiemble de que somos personas de una sola pieza. Para los problemas que hoy está enfrentando el mundo, debemos ser líderes peligrosos para el reino de las tinieblas. Debemos ser líderes peligrosos para la gente que está azotando a las comunidades. Por ejemplo, pienso en Jesús. Jesús fue un líder peligroso. Tan peligroso fue que lo llevaron a la cruz. ¿Y quiénes lo llevaron? Los líderes religiosos de su tiempo. Entonces mi propuesta es esa: que nos convirtamos en líderes peligrosos para poder mover los cimientos que al mundo lo están haciendo caer.

-¿Cuánto valen sus libros?

-En promedio de $ 150 a $ 200 pesos.

Asumir la propia responsabilidad

-Nosotros vemos en México que tenemos un cambio de gobierno con un líder (AMLO) que es peligroso para ciertos sectores.

-Sí, sí, exactamente. Yo creo que su gestión, y al final vamos a ver si fue un líder peligroso positivo o negativo. Ahorita lo que a nosotros nos corresponde es cumplir nuestro papel como ciudadanos. Porque a veces pensamos que los cambios van a venir de las personas. Pero los cambios comienzan con nosotros. Hay una propuesta, y de hecho está en la Biblia, dice ahí que cada uno asuma su propia responsabilidad. ¿Qué significa eso?

Que yo debo ser el mejor pastor que mi iglesia pueda tener. Y mi iglesia debe ser la mejor iglesia que ella deba ser. O sea, no es mi responsabilidad tener una buena iglesia, mi responsabilidad es ser un buen pastor. Por ejemplo: Padres, tengo tres hijos. Mi responsabilidad es ser el mejor papá que ellos pudieron haber tenido, pero ser buenos hijos es trabajo de ellos.

Esposa: no es mi trabajo tener una buena esposa. Eso es trabajo de ella. Mi trabajo es ser un buen esposo para ella. ¿Qué significa eso? Que cada uno asuma su propia responsabilidad, porque siempre decimos: No, es que mi esposa, es que mis hijos, es que mis papás, es que el gobierno….vaya, que cada uno asuma su propia responsabilidad.

-Entonces en el caso de la comunidad de la iglesia, ellos tienen que ser los mejores.

-Por supuesto. Es que, ¿sabe qué pasa? Que los pastores culpamos a las iglesias, y las iglesias culpan a los pastores, ja, ja ¿no? Y digo: Cada uno asuma su responsabilidad. Cada uno, en el rol al que Dios nos llamó, cada uno, cualquiera que este sea: periodista, actor, pastor, tiene que ser lo mejor, y yo creo que las cosas van a poder cambiar.

-¿Cómo se le localiza?

-En mi red social: pueden buscarme en Facebook, en Twitter y en Instagram, como Luis Gabriel César, son mis dos nombres y mi apellido.

-¿Dónde nació usted?

-En la Ciudad de México.

-¿Qué estudió usted?

-Estudié ingeniería química, y de ahí el Señor me llamó para ser pastor.

-Bien llamado. (Risas compartidas).

(Roberto López Méndez)

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