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Yucatán

¡Preciosa cara! ¡Nada de lindo cuerpo!

Jorge Frías CastilloGacetilla observadora ¿Para qué íbamos al malecón antes? ¿Mujeres en bikini? ¿Shores y cubrebustos? ¿Cervezas?

¡No, nada de eso! Si alguien lo mencionaba, sería un sueño.

Porque aquellos tiempos, la mujer era muy recatada. Al malecón iba la gente más bien para admirar su rostro. ¡Qué lindas meridanas! ¡Qué guapas nuestras progreseñas! Si acaso, oler el perfume que despedían, admirar el paisaje y escuchar música de los viejos compositores. Los novios, agarrados de la mano, junto a los padres, diciéndose cosas amorosas que sólo ellos escuchaban.

Si quería uno ver algo más, sería una parte del tobillo a la rodilla. Los vestidos eran largos y se usaba mucho el “chapín”.

Los muy morbosos le comunicaban en secreto al amigo: “¿Ves?, ¡está velludita, velludita! Entonces no entraba la moda de la hoja de afeitar. Eso sólo lo hacían las bailarinas que venían en las compañías, porque la pierna era su atractivo.

Nuestras bellezas “partían plaza en el malecón con sus vestidos un poco más debajo de la rodilla y sus chapines”.

En la actualidad, los que van al malecón, sólo miran hacia abajo, o hacia el pecho de las mujeres… “¿Viste so?”, así son las insinuaciones que se escuchan. Los tiempos cambian. Ahora el rostro es lo de menos.

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