El próximo sábado 29 de septiembre, a partir de las 09:00 horas, en el aula Maximiliano Canto de la Facultad de Medicina, se llevará un Simposio sobre el Alzheimer, en el marco del Día Mundial de la Lucha contra esa enfermedad.
El psiquiatra César Espadas Sosa dijo que en Yucatán existen aproximadamente 200 casos de Alzheimer.
“Es el porcentaje porque es el 2% de la población, pero hay casos que no se reportan o no necesitan medicamentos y por ello no están en las estadísticas. Es un problema realmente grande porque al darte cuenta de que se te olvidan las cosas le das una justificación; se llama esto confabulación, se te olvidan tus llaves, tu cartera y siempre buscas una explicación cuando te reclaman: “oye, se te olvidó lo que te encargué”, hasta que llega a un grado en que tú mismo te das cuenta que se te olvida con mucha frecuencia; es uno de los síntomas, la memoria; el alzheimer es un problema cognitivo que afecta el área frontal del cerebro y afecta la memoria, desorientación, no sabes si ya comiste, se te olvida qué comiste y afecta más a la memoria reciente, la que si le preguntas qué sucedió hace 20 años te lo dice pero si le cuestionas qué sucedió ayer no lo recuerda”.
Añadió que cuando empiezan a suceder este tipo de casos no hay que tomarlo a la ligera, sino que es necesario pedir información con especialistas.
“Tenemos pruebas que hacen los psicólogos y los psiquiatras para ver con qué frecuencia se van presentando estos problemas; muchas veces el mismo paciente o sus familiares se dan cuenta de ello y entonces buscan ayuda y al detectarlo a tiempo hay más posibilidades de atenderlo; tenemos medicamentos extraordinarios que no nos están dando el resultado eficiente 100 % pero sí ayudan a detener el avance porque, en caso contrario, de repente hay quienes denuncian la desaparición de algún familiar pero sucede que se sale a la calle y luego no sabe cómo regresar porque pierden contacto con la realidad, algunos se quitan la ropa y no saben dónde están, ven a sus hijos o demás familia y no los reconocen; es muy triste, yo he visto casos avanzados, amigos míos que he ido a ver para saludarlos y no me reconocen, no hay expresión, nada más callados, si hablas te ven pero no comprenden lo que les dices porque su inteligencia no está funcionando, tiene la mente en blanco y ese es el problema porque llegan a vivir 20, 30 y hasta 40 años y quién los cuida”, manifestó.
Alzheimer le quitó la vida
Por su parte, la señora Cristina Reyes Carrillo dijo que una de las maneras que le ayudó a entender lo que estaba sucediendo con su esposo fue la comunicación previa al padecimiento.
“Es un proceso largo pero una de las cosas más importantes que viví fue que teníamos una gran comunicación él y yo, ese fue un factor para que el desarrollo de la enfermedad fuera aceptada por mí de una manera más tranquila. Su enfermedad empezó con ciertas características, primero fue un cambio de actitud en pequeños olvidos; teníamos una quinta a la que a él le gustaba ir todos los días por las mañanas, teníamos gallinas, pavos, palomas, le gustaban muchos los árboles frutales, olvidaba de momento las llaves y cuando caminaba se percataba que se desorientaba, de repente no sabía cómo regresar y me lo comentó, pequeños olvidos que los vas contando como si fuera por la edad porque ya tenía más de 78 años pero no era así porque no tenía ningún problema de salud, no tenía diabetes ni nada era muy sano”, expresó la señora Cristina quien desde hace 18 años que murió su esposo se ha dedicado a transmitir su experiencia con otras familias para ayudarlas.
Su esposo fue fundador de la Policía Federal de Caminos, se llamaba Haroldo Losa Larrondo.
“Yo viví angustia, problema emocional porque él tenía miedo de salir debido a que en una de las ocasiones ya no supo regresar, pero también cuando cargaba gasolina pagaba con billetes de 500 pesos creyendo que eran de 50 pesos y luego me decía que yo le diera para pagar porque sólo traía un billete de 50 pesos; también recuerdo que un día llegó preguntando por su reloj, nunca apareció, no supimos si lo regaló o se lo quitaron en la calle, después agarraba las cosas para regalarlas, yo no sabía nada de alzheimer y empecé a investigar porque lo llevamos con médicos y nos decían que estaba perfecto, que no tenía nada y que lo único que tenía eran años y se empezó a deprimir, a dormir mucho, se le olvida comer, yo le ofrecía y decía: “ya comí”, a olvidar los espacios, por ejemplo del baño; entonces, ese tipo de cosas eran para él normal, no tenía la lucidez, de repente reaccionaba y se enojaba con el mismo porque se daba cuenta que había hecho algo indebido”, concluyó.
(José Luis Díaz Pérez)