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Yucatán

La música es cultura y en la cultura no cabe el machismo

Ana María Ancona Teigell “Quiero una mujer bonita, callada,

que no me diga nada si llego de

madrugada.”

Canción: “La muda”

La música que escucha la mayoría de los jóvenes hoy en día, el famoso reguetón, tiene letras que están lanzando mensajes machistas, y nunca se ponen a pensar en lo que hay detrás de ellas.

Las tararean, las cantan a todo pulmón, las bailan, pero no prestan atención a lo que dice la canción. Los adultos, que somos de otra generación y escuchamos lo que dice la letra, nos damos cuenta que el machismo está metido en todas las clases de la sociedad, se tiende a normalizarlo y no se percibe su presencia.

Lo más preocupante es que muchos de estos hits son de actualidad y las ponen a todo volumen en las discotecas y radios. Por ejemplo, la canción “Eres Mía”, dice en una parte de la letra: “No te asombres si una noche entro a tu cuarto y nuevamente te hago mía. Bien conoces mis errores, el egoísmo de ser dueño de tu vida. Eres mía, mía, mía. No te hagas la loca, eso muy bien ya lo sabías. Si tú te casas, el día de tu boda le digo a tu esposo con risas que solo es prestada la mujer que ama, porque sigues siendo mía”. ¿Hasta cuándo vamos a tener que aguantar que la mayoría de los hombres sigan teniendo la costumbre de pensar que las mujeres somos simples objetos que pueden poseer a su antojo?

Y lo más asombroso es escuchar a una mujer cantarlas, como en el caso de la canción “Toda”: “Toda, de arriba abajo, toda, entera y tuya, toda, aunque mi vida corra peligro… Tuya, toda, decente y de repente, toda, desesperadamente, toda, haz todo lo que sueñas conmigo”. Esta canción nos transmite que da igual si maltratan a la mujer o hacen de ellas lo que gusten, pues pertenecen por completo al hombre.

Y se podrían poner miles de letras que consideran a la mujer no solo un objeto, sino que la anulan por completo como persona con derechos, como alguien libre, valioso, autónomo, etc.

Sería interesante preguntarles a los jóvenes: ¿y por qué así te suena mejor? ¿Ya te diste cuenta que son canciones que consumes, que bailas, que cantas?

El mensaje que los adultos deberíamos darles es que lo importante no es el envoltorio, sino el contenido. Es un discurso que llega a millones de personas, plagado de tópicos machistas, que humilla a las mujeres, las denigra, las cosifica.

Porque la música es cultura y en la cultura no cabe el machismo.

Los expertos dicen que los mensajes que contienen los temas de reguetón devalúan a la mujer e incitan a la violencia, pero que la prohibición no sirve, ya que el machismo no es cosa de solo una canción. La música es un reflejo de la sociedad y también influye en ella; es una retroalimentación que, en este caso, ha traspasado las fronteras locales con un ritmo pegajoso y divertido. Sin embargo, está claro que la mayoría de las canciones de este género se nutren del machismo que existe, y lo justifican, su la expresión más grave es la violencia. La juventud puede poner distancia, si tiene un espíritu crítico.

En el libro “Reggaetón” (Duke University) se señala que, socialmente, este género musical se asocia con las clases “subalternas” de las áreas urbanas del Caribe hispánico. El aspecto más problemático es, según los autores, las grandes dosis de violencia sexual dirigida contra las mujeres. El “reggaetón” ha neutralizado una forma particular de hombre: “el macho barrio céntrico”. Este sujeto se constituye a partir de una heterosexualidad centrada en el machismo, la lógica gansteril, la objetivación de la mujer, la homofobia y en perpetuar un imaginario específico sobre el barrio. Su identidad se nutre, además, de una estética que imita el rap norteamericano y de la poca conciencia social e interés por la educación.

Estamos en una sociedad androcéntrica, pero estas letras violentas y machistas han tenido su réplica por parte de mujeres que también consumen y nutren el género.

La música forma parte de la historia de la cultura prácticamente desde el origen del hombre, es un elemento que influye en la sociedad y a la vez la refleja. Está demostrado que la música permea en nuestro estado de ánimo; además, es un elemento que los padres no suelen controlar como la televisión.

Estas letras influyen en el concepto de relaciones que tienen los jóvenes, ya que a edades más tempranas comienzan a tener actitudes machistas hacia las mujeres. La violencia machista es una lacra social que se perpetúa en el tiempo, porque la música es un recurso que se identifica con las emociones y los jóvenes creen escuchar una canción con un ritmo que les gusta, pero el mensaje que llevan se graba inconscientemente en su cerebro. Ya que el cerebro humano es como una máquina que puede atender entre siete u ocho estímulos al mismo tiempo, pero el resto de señales que le llegan las graba nuestro piloto automático, es decir, se meten en nuestra cabeza sin que nos demos cuenta de ello, de forma subliminal. De igual forma, cuanto más sutil es el mensaje, más cuesta diferenciarlo, pues nuestro cerebro es mucho más receptivo a los mensajes indirectos que a los directos. A la larga, la música influye de manera muy potente en nuestra conducta y en nuestras actitudes.

¿Podremos algún día hacer que nuestros jóvenes sean conscientes de la letra de la música que escuchan? Todo es posible si educamos desde edades tempranas, dado que es fundamental para romper con este tipo de actitudes, quizás las letras de las canciones más escuchadas cambien al mismo ritmo que lo haga la sociedad.

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