Eliseo Martín Burgos
El pintor Leonardo da Vinci encontró a un joven copiando los frescos de Masaccio en la capilla Brancacci de la iglesia María del Carmen, de Florencia.
Al poco tiempo lo volvió a encontrar en la antesala del Papa copiando la Batalla de Anghiari, del mismo autor. Le preguntó quién era y quién era su padre, a lo que contestó:
–Soy Urbino, mi padre es el pintor Sancio, mi nombre es Rafael. A usted lo conozco y lo considero mi maestro, es el más grande artista de Italia y Miguel Angel no es digno de desatar los cordones de sus zapatos.
Antología del Chascarrillo
Segunda Epoca