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Yucatán

Nuestra fe no es en la inmortalidad del alma

PROGRESO, Yucatán, 10 de febrero.- “En aquellos tiempos Jesús le dijo a Pedro, Juan y Santiago, si creen en mi dejen todas sus pertenencias y síganme, porque a partir de ahora serán pescadores de hombres”, mencionó el Pbro. Ricardo Estaban López, en su homilía en la parroquia de la Purísima Concepción y San José.

Apuntó que en realidad esto se dice fácil pero no lo es, debido a que cuando tomas la decisión de seguir a Jesús es con el corazón, cuando llamó a Isaías éste le dijo: “Señor, a mí me llamas aún cuando mi boca es pecadora”.

Esto desde luego queda abierto porque su boca era pecadora, hablaba mal y tenía problemas con la impureza, sin embargo este consultó a su corazón y siguió a Dios porque así estaba escrito.

“Entonces cuando Jesús nos llama, acudamos a su llamado de manera inmediata, dejemos lo que tengamos y sigamos el camino que nos ha marcando desde su perspectiva.

“Debido a que cuando Jesús nos hace el llamado, también este se encarga de proveernos de nuestras necesidades básicas, para que salgamos adelante en las encomiendas que este les asigna”, señaló.

La Biblia no enseña cómo va el cielo, sino cómo se va al cielo, entre la luz, tinieblas, aguas superiores, aguas inferiores, zona húmeda, zona seca y los días siguientes toca decorar la bóveda celeste con astros, los aires y las aguas con aves y peces; la tierra firme con vegetales y animales, y el hombre en el centro, como administrador de todo ello.

Dios con el sentido religioso de lo creado, la bóveda del cielo debe de imaginársela a semejanza de la del templo de Jerusalén; y la función de los astros es señalar las fiestas, el sol , la luna no les da nombre, quizá porque había que luchar contra cultos astrales del paganismo circundantes.

En el cristianismo se venera al universo por ser obra de Dios y amado por Dios, pero saben que sólo Dios es Dios, y que lo demás pertenece al dominio humano, el cielo pertenece al Señor, la tierra se la ha dado a los hombres.

Dios iba contemplando su creación y veía que era buena. A veces el cristianismo ha quedado “tocado” por las religiones o filosofías dualistas, que valoraban el espíritu y despreciaban la materia. Afortunadamente ya no se suele predicar sobre la “salvación de las almas”, sino de las personas.

En el Evangelio de hoy Jesús aparece “curando cuerpos”, o sea, personas; no “tenemos” cuerpo, “somos” cuerpo, nuestra fe no es en la inmortalidad del alma, sino en la resurrección de la persona.

Dejamos para otro día los deberes de la ecología o cuidado del planeta, recordemos hoy sencillamente que Dios creó todo para el bien, para la gloria.

La esperanza cristiana cuenta con la glorificación de cuanto existe, es preciso que “esto corruptible se revista de incorruptibilidad y esto mortal de inmortalidad”, con la eterna creación.

(Julio Jiménez Mendoza)

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