Rafael Mis Cobá
El T’alkú de la Tía Juana
Apasionado por la fiesta de la carne, el cabezón sobrino buscó a su amada tía para proponerle que aceptara ser la reina de su bullanguera comparsa y con ello desbancar a la “Abejita Cruz”, la soberana oficial que encabezará el Carnaval del Monte organizado por el Ayuntamiento de Mérida.
El cabeza de “lec” consideró también en su invitación que el tío Chupi sea el Rey Feo, pues aunque no es fiestero, “dzudzito” es y sólo sabe decir “ma”, se le ocurrió disfrazarlo de la momia Tutankamón para que no se esfuerce mucho en su personaje.
Aun consciente de que a la tía Juana no le agrada mucho este tipo de festividades, el travieso sobrino corrió de todas maneras el riesgo y planteó su ambicioso proyecto al portento de mujer maya.
—¡Juanita Primera!, ¿qué te parece si te coronamos con ese nombre, tiíta linda?
—“Mejenkisín”, sobrino, yo no soy ni de primera, ni de segunda, soy “chen” Juana y así me quiere tu tío Chupi.
—No, tía, sería tu nombre artístico como Reina del Carnaval.
—Sobrino, sabes que no me gusta el exhibicionismo, soy como Ana Rosa Payán.
—¡Qué te parece entonces, ¡Juanita del Monte!?
—¿Lo dices por lo alejado que se encuentra Xmatkuil?
—No, tía, para que te sientas como en tu pueblo.
—No sigas, cabezón, que no me convencerás.
—Tía, la comparsa será de corte brasileño y en vez de tu hipil te compraré un disfraz de amazona.
—“Macachí”, “mejenkisín”.
—O, ¿qué te parece uno de pavorreal con un tocado de plumas en tu sien y una exuberante cola que cubra tu perfecta anatomía?
—¡Sobrino!
—Y en vez de bailar jarana, tiíta, te despojes de todo pudor y muevas las caderas al ritmo de samba mientras la multitud frenética sigue tus pasos y te penetra con la mirada.
La tía Juana ya no pudo soportar más tormentos que le causaba el insolente sujeto, y ¡zaz!, le soltó dos certeros “uasc’opazos”.
—¡Para que aprendas a respetar a tus mayores, “mejenkisín!
—Juanita linda, yo sólo quería convencerte para que aceptaras ser la reina de mi comparsa.
—Mejor sugiérele a la diputada Katia Bolio.
—“Maare”, tía, tienes razón. Su nombre artístico podría ser “¡Katia la Cevichera!”.
—¿Por aquello que es fanática de la pesca hasta en tiempos de veda?
—Exacto, tía, también podría ser de inspectora de la Profepa, para que se aprenda de memoria las especies prohibidas de pescar.
—¿Invitarás al alcalde Renán Barrera?
—Por supuesto, tía, portará un disfraz de policía de Periférico.
—¿Y por qué de Periférico?
—Para que aplique el alcoholímetro y se desquite cuando lo apergollaron cuando estaba medio “chumín”.
—¿Y al góber qué disfraz le preparaste, sobrinín?
—De piloto aviador.
—¿Le gusta las alturas?
—Más los viajes, tía.
—¿Y a Michelle Fridman, secretaria de Turismo de Vila?
—De bruja cuchi cuchi.
—¿Para que tenga su varita mágica?
—Correcto, tía, y de esa manera cumpla sus sueños de desaparecer a Progreso y reconstruirlo en menos tiempo, como declaró hace dos semanas.
—¿Y la diputada panista, Rosa Adriana Díaz?
—Hay dos disfraces, tía. De monja y de Pinocho.
—¿Y eso?
—Porque está en contra del matrimonio igualitario y porque asegura que el 99% de los ciudadanos lo rechazan.
—¿Y para Mili y Silvi?, diputadas de Movimiento Ciudadano.
—De Houdini, tía. Ya vez que les encanta desaparecerse del Congreso.
—¿Y para el perredista Alejandro Cuevas?
—“Maare”, tía, a este diputado creo que lo afiliaremos al Volante para que le confeccionen su uniforme de taxista.
El travieso sobrino tenía una lista con más personajes para integrar su comparsa, pero prefirió guardarla para la semana próxima y planteárselo a su “t’int’inkí” tía, en su afán de insistirle para que acepte ser la reina de las carnestolendas.