“Yo me dedico a sacar piedras para vender, de ahí que un día curioseando, vi que las piedras tenían ciertas formas, así que con la imaginación y creatividad comencé a moldear y a labrarla”, compartió Melquisedec Castañeda Collí
OXKUTZCAB, Yucatán, 5 de febrero.- Melquisedec Castañeda Collí, de 30 años de edad, es un vendedor de piedras para revestimiento de fachadas que desde hace 7 años descubrió el gusto y arte de crear laboriosas piezas labradas en roca caliza.
Desde tiempos remotos, la piedra ha sido empleada por civilizaciones para la arquitectura y la escultura, formando parte importante de culturas diversas que dejaron como legado, invaluables piezas, estructuras y construcciones que reflejan el arte de labrar la piedra.
En la actualidad, dicho oficio representa todo un desafío que mezcla talento, habilidad, creatividad y sobre todo paciencia para transformar con cada cincelada y martillazo, bloques de piedras en verdaderas obras de arte.
“Yo me dedico a sacar piedras para vender, de ahí que un día curioseando, vi que las piedras tenían ciertas formas, así que con la imaginación y creatividad comencé a moldear y a labrarla”, compartió Castañeda Collí.
Lo que inició como curiosidad, ahora forma parte del trabajo diario de “Melqui” --como es conocido en la Huerta del Estado--, quien además de recolectar roca caliza para fachadas que pone a la venta, también se dedica al labrado de piedras.
En su domicilio, ubicado en la calle 67 entre 44 y 46 en la colonia Venustiano Carranza, compartió el laborioso proceso para el labrado de una escultura, estela u otras piezas en piedra caliza roja; roca plana, lisa, dura y maciza.
“Hay que ir por las piedras, seleccionarlas para ver que no esté cimbrada e incluso sacarlas debajo de la tierra si es necesario; luego hay que limpiarla, hacer el dibujo a escala y plasmarlo”, indicó.
“La chamba fuerte llega con el labrado que, independientemente del modelo o tamaño, los golpes y cinceladas tienen que ser precisas, de lo contrario la obra se puede deformar e incluso romper y todo el trabajo de semanas y meses se pierde en un rato”, aseguró.
Melquisedec puntualizó que hay que ir “descascarando” la piedra para el desfonde; así mismo ir cincelando para dar relieve y volumen a la roca hasta lograr una verdadera y laboriosa joya artesanal.
“Actualmente hago esculturas, estelas, molcajetes, nomenclaturas, metates, entre otras piezas; el tiempo y costo de cada labrado depende del tamaño y forma de la figura a labrar”, manifestó.
Para la elaboración de las piezas, se apoya en libros de antropología que lo ayudan en la realización de las réplicas de figuras o esculturas mayas y otras culturas del centro del país.
En un recorrido en el patio de su predio, donde se encuentran enormes piezas -algunas listas, otras en proceso y algunas más que ornamentan su patio-, se observó una estela maya del Dios del Sol de casi 2 metros de altura que tardó un mes en realizarlo.
Así mismo, añadió que se encuentra elaborando una escultura tolteca del “Niño Dios del Maíz”; la pieza mide 1.75 metros y lleva más de un mes labrándolo; “por ser una escultura, requiere de más detalles para mayor realce”, precisó.
Cada trabajo revive historias y personajes representativos de la zona y cultura; Castañeda Collí también realiza creaciones particulares que plasma en piezas tradicionales.
Los años que lleva dedicado a este oficio le van brindando la práctica y experiencia para dominar más el área, incluso para elaborar sus propias herramientas de trabajo o adecuarlas para mayor facilidad y calidad en el acabado final.
Sin duda, el don y talento de “Melqui” en el labrado de piedra representa todo un arte milenario. Desde su hogar elabora, desde hace 7 años, piezas con minuciosos detalles que lo convierte en auténticas obras de arte de valor cultural.
Además del labrado de piedras y la venta de rocas para el revestimiento de fachadas, pisos y paredes, Melquisedec Castañeda Collí también prepara durante la madrugada el rico y tradicional pozole que pone a la venta a los campesinos, citricultores y lugareños.
(Carlos Ek Uc)