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Yucatán

Jardín Botánico Regional del CICY debería abrir sábados y domingos

El Dr. Roger Orellana Lanza, fundador del Jardín Botánico Regional del CICY, dijo ayer que este hermoso y educativo lugar, que tiene más de mil especies y cuenta, además, con un meliponario, una cascada, un pequeño lago y otros atractivos diversos, debería abrir en forma normal y gratuita todos los sábados y domingos, lo que permitiría que lo visiten más familias, incluso los turistas que buscan conocer más de Yucatán, y sería una forma de difundir toda la riqueza botánica que contiene y su utilidad, lo que actualmente nada más se puede hacer de vez en cuando.

El Centenario, explicó, está saturado porque la gente no tiene muchos lugares para ir, y los zoológicos como el de Animaya y Anikabil están muy alejados, de manera que abrir el Jardín Botánico ayudaría a desahogarlos y sería un atractivo más de Mérida, añadió.

Mientras mostraba una Ceiba Schottii, el Profesor Emérito y fundador del JBR dijo también:

-Mira la cantidad de espinas que tiene. Esta planta es endémica de la península y no la encontramos en otro lado, pero tiene todas las características de la ceiba. Estas espinas serían una defensa de la planta contra ciertos animales, a lo mejor es un anacronismo, a lo mejor ya se extinguió el animal que la dañaba, pero imagínese, a cualquier animal que intentara subirse, pues le resultaría difícil. Aún así uno sí lo quiere uno mucho. A estos árboles les gusta que los apapache uno. Ya estoy como la Secretaria de Medio Ambiente de México, que apapacha los árboles.

-Oiga doctor, pero usted los ha apapachado toda su vida, por el amor que les ha tenido están aquí. Y, por cierto, esta ceiba es diferente, ¿no?

Tres especies de ceiba

-Es que aquí hay tres especies de ceiba: Schottii, Pentandra, que es el yaaxché, el árbol sagrado (donde se aparece la Xtabay) y la Ceiba Esculifolia que le llaman en maya piin o pochote, pero esta, la schottii, es exclusiva de la península de Yucatán

-Doctor: ¿Qué diferencia hay entre las especies nativas y las endémicas?

-Mira, lo que hay que distinguir es que nosotros tenemos especies nativas y hay algunas que son endémicas, que son las exclusivas de la península de Yucatán, como el 10% de la flora de la península son endémicas.

Las nativas son como el chaká, que se encuentra desde Tamaulipas, probablemente desde Texas, hasta Venezuela y Colombia. Tiene una amplísima distribución. Es una especie nativa, y no es exclusiva.

Pero hay especies que sí son de distribución muy restringida que solamente las hay aquí en la península, y son las endémicas. Hay una colección por aquí en el JBR de plantas endémicas. Las cuidamos, pero a veces se mueren y entonces hay que recolectar las semillas, y volver a sembrarlas, Por eso tenemos un vivero.

-¿Por qué se mueren, por el calentamiento global?

-Sí. El calentamiento global nos está afectando muchísimo. Y entonces creo que tendríamos que tener más presupuesto para esto.

-Doctor Orellana, todos pensamos que este JBR debería abrir los sábados y domingos, ¿puede usted decirnos por qué no abre?

-Una de las cosas es porque no hemos logrado, digamos, de forma administrativa, el que ya sea cotidiano que todos los sábados y domingos se abra el Jardín Botánico, porque es cuando podría venir mucha gente.

-Claro, doctor, porque es educativo. Y es un lugar hermoso para visitar.

-Pero fíjate que ahí estamos atrapados en una red de la administración, de la parte burocrática. Fíjese que una alumna mía que trabajó aquí en el CICY en educación ambiental, cuando ya no se le renovó su contrato se fue al Centenario, y aquí en aquel entonces recibíamos como 4 mil visitantes al año, pero allá, me dijo, recibían 400 mil, o hasta un millón de visitantes al año. Entonces sería hasta para desahogar el Centenario: ahora por ejemplo Anikabil y el zoológico de Animaya están alejados, yo creo que está más cerca este Jardín Botánico y tiene mucho para conocer.

Empezó en 1982

-Doctor, por otra parte, ¿qué tipo de problemas tiene un Jardín Botánico como este?

-El problema que tenemos es la falta de personal y la falta de dinero. Te voy a contar cómo empezamos aquí. Fue en 1982, cuando el mejor gobernante que hubo, el Dr. Francisco Luna Kan, nos otorgó este terreno, y de la mitad trasera de donde iban a ser las instalaciones, el director del CICY nos dijo: “No, pues tómenla ustedes y hagan lo que quieran con ella”. Entonces había un proyecto del Banco Interamericano de Desarrollo que había dado un dinerito para hacer un jardín botánico y un herbario. ¿Por qué? Porque queríamos colaborar en el conocimiento de la importancia de las plantas de la región. Entonces empezamos el jardín botánico. ¿Cuál fue la metodología? Pues esto había sido un plantel de henequén, y estaba abandonado, y lo que estaba creciendo era un matorral, le llaman jubché en maya, que lo empezamos como a arreglar poco a poco, pero al principio no teníamos personal, entonces los propios académicos del departamento de ecología lo empezamos a trabajar. Ya cuando se iba a construir el edificio, cuando ya se iba a terminar, el compromiso que tenía el CICY con el ejido de Chuburná era contratar trabajadores, antiguos agricultores, aunque fuera en las labores de mantenimiento, de intendencia, entonces mientras estaban los edificios ellos me empezaron a ayudar a hacer el jardín botánico, así empezamos.

Ya para el 83 tuvimos un primer recurso de parte del Conacyt, y empezamos colectando plantas vivas por las diferentes regiones, pero muchas de las plantas se nos morían al trasplantarlas. Siempre tuvimos de consejero al Dr. Ermilio Quero, que era un botánico que había trabajado en el Jardín Botánico de la UNAM, era campechano, y muy buen conocedor de las plantas de la región. Entonces nos llevó a los sitios donde podíamos colectar propágulos (plantitas e hijuelos) o semillas y frutos de las diferentes plantas. Y lo que nos decía era esto:

-Lo correcto es que ustedes hagan un vivero y comiencen a propagar las plantas de lo que ustedes quieren poner en el jardín botánico.

Y así lo hicimos. Entonces muchos de los árboles que ves aquí fueron germinados. Y en estos treinta y tantos años, ya han alcanzado la madurez, pero realmente fue así como empezamos, finalizó.

(Roberto López Méndez)

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