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Yucatán

Apoteósica despedida de Momo en Progreso

 

—¡Una foto! —pidió aquella exuberante mujer sentada en una silla de playa en el puerto de Progreso y el fotógrafo y el cronista voltearon a verla.

—¡Claro! —y Oscar Suaste disparó un par de veces. Ella posó. Sonrió. Se veía hermosa, con grandes pechos, exuberante. Pero el fotógrafo se quedó inquieto.

—Es una mujer trans —le precisó el cronista antes de que soltara la pregunta. Hace unos años aquello hubiera sido un escándalo en el puerto, pero en el Carnaval del 2019 es tan normal que muy pocos se espantan.

—Yo no sé qué espera el Congreso para aprobar el matrimonio igualitario —dice una amiga del cronista que se pasea en Progreso en el último día del Carnaval, en el “Martes de Batalla”.

—Por Dios, mujer, es Carnaval, no metas la política.

—¡Eh, cálmate!

La playa y el malecón del puerto lucen llenos. La despedida de Momo tiene tintes apoteósicos, aunque el cronista los nota un poco más tranquilos que el domingo. ¿Por qué será? El domingo se vieron muy desenfrenados, se entregaron al éxtasis, al frenesí, a la locura, cobijados por Momo y Baco, y tal vez por Afrodita.

Ayer martes como que se anduvieron por las ramas. Es decir, la playa llena, los estands de cervezas con mucha demanda, pero no se les vio instalarse en (dilo, no te reprimas) la vil putería. Bueno, cronista, ten en cuenta que el domingo era la mitad del puente, hubo más gente que no trabajó, había más calor y al día siguiente no hubo clase. Ayer fue distinto, hay gente que labora en martes de Carnaval y hoy hay clases.

Llegó crucero

Además, ayer atracó un crucero en el puerto y la presencia de miles de turistas en la entrada del malecón como que los provocó al buen comportamiento. ¿Te imaginas que lleguen y vean a los yucatecos al natural? Uay, no.

De todos modos, el puerto volvió a reventar. Se volvió a hacer la enorme fila de autos a la entrada de varios kilómetros y la demanda de comida fue muy por encima de la normal.

¿Y el desfile? En Progreso el paseo es muy distinto, consiste en dar mínimo dos vueltas por el malecón y lo presiden los reyes Dayana y David. Participa muchísima gente porteña, pero también edecanes y batucadas. Empresas como MCP (Mayoreo Cerámico de la Península) ambientan el desfile con varios carros, edecanes preciosas, batucada, regalan camisetas y con ellos recorren el malecón varios miembros de la comunidad gay, todos alegres. La gente les aplaude y les pide que les lancen obsequios.

El desfile no es tan extenso como el de Mérida, pero tiene más mujeres y más hombres que muestran sus cuerpos. Si no lo hacen plenamente, al menos llevan minúsculos atuendos que resaltan las nalgas, los pechos. Al menos ahí sí se rinde honor a las carnestolendas y no hay rubor a la hora de menear la cadera y de mostrar partes sudadas que excitarían al más frío de todos. En la playa, bajo el fuerte sol que hizo antes del “Norte”, no existe el temor ni la doble moral. La carne es la carne y nadie se ruboriza. “¡Nené, dale carne, no le des trapo!”.

Los hombres acuden con su vestido y maquillaje y no temen pararse ante el fotógrafo, porque saben que es Carnaval. Y medio pedo no cuenta. Es alejarse de la rutina. Es desenmascararse, aunque se oculte el rostro detrás de una. Aquí nadie va a preguntar si en verdad te gusta la chicha o la limonada. Nadie va a juzgarte porque se te antoje un beso, aunque sea una boca de tu mismo sexo. Es carnaval y es el puerto. Andale, “suéltate”. Elige un nombre y póntelo. “Esta tarde seré Tiffany del Moral o Yatana del Sol o María del Mar, pero seré yo”.

Como Mazatlán

Tal vez por esos motivos Progreso esté triunfando y sólo falta que las autoridades se pongan las pilas y conviertan la fiesta en algo más ordenado o en algo más espectacular, como nos lo merecemos.

—¿Ahora que termina el Carnaval, qué se puede mejorar? —pregunta, curioso, el cronista al alcalde Julián Zacarías Curi.

—En seis meses tuvimos que organizar cosas pendientes en el municipio y mes y medio para preparar el Carnaval, lo que platicaba con el equipo es que el próximo lo vamos a preparar con seis meses de anticipación, que sea tipo el de Mazatlán y por qué no pensar en el mejor Carnaval del país.

El munícipe resume: “Lo podemos hacer con planeación para que no se nos junte todo, inclusive he visto la participación de muchos barcos recreativos, con las marinas, con tiempo se les puede invitar a que se unan”.

—¿Y las empresas?

—Cada vez son más, tuvimos poco tiempo, pero contentos con los resultados, me reportan kilómetros de fila para entrar a Progreso, tenemos trabajando a Protección Civil, Capitanía de Puerto, se juntó con el crucero, son ocho mil cruceristas, es una experiencia inolvidable, podrán retornar y recomendar al municipio de Progreso y podremos desarrollarlo turísticamente como se merece porque tenemos playas de primera.

¿Acaso sueña el edil o tendremos que borrar a Progreso y reconstruirlo de nuevo como sugirió Michelle Fridman? Quién sabe.

En tanto, una de las cosas a destacar es que la participación de la gente fue a toda madre y lo mejor de todo es que el puerto no quedó sucio, los servicios públicos funcionaron como debe ser, rápida y eficientemente.

Y, al final, la Mayra, en medio de la peda y al amparo de la cumbia que zumbaba en el malecón, agarró mayate, un pescador moreno fornido con el que redescubrió que ser “muyerz” es lo único y el fin de su existencia. Slurp.

(Rafael Gómez Chi)

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