Síguenos

Última hora

Trump anuncia aranceles del 100% sobre chips y semiconductores, y Apple anuncia inversión histórica

Yucatán

El divorcio de los padres afecta mucho a los hijos

Ana María Ancona Teigell “El divorcio está resquebrajando

la familia, que es el cimiento de

la sociedad”.

Zenaida Bacardí

La mayoría de los padres, hoy en día, no tienen la madurez suficiente para responsabilizarse de la crianza de sus hijos, no saben ni conocen el compromiso que encierra el matrimonio, ni de traer un hijo al mundo y trabajar en conjunto con su pareja para darles un hogar estable donde puedan crecer sanos y felices.

Dora Davidson, presidente de la Asociación Familias del Siglo XXI dice: “El divorcio siempre produce un alto impacto emocional en los hijos, atenuar este impacto para que sus consecuencias no acarreen un daño irreversible en su desarrollo psico-evolutivo, así como alcanzar una reorganización familiar viable, es crucial para los niños.

“Pareciera que los matrimonios duran cada vez menos tiempo y no es raro ver padres que se separan con hijos pequeños, a los que les espera una larga tarea de crianza por delante. Es muy importante que estos padres sepan cuáles son las reacciones más comunes de los niños y cómo actuar; los progenitores que se divorcian, aun los que no querían hacerlo, sienten culpa y por lo general la culpa los vuelve incompetentes para cumplir con las funciones normativas.

“Por otro lado, cuando se trata de bebés o niños pequeños, los padres creen que ellos no perciben lo que pasa en la familia y esto es un error, porque los niños pequeños desarrollan síntomas.

“El aumento del número de divorcios en los últimos años es una penosa realidad social; entre el 40 y 50% de las primeras uniones termina en separación o divorcio y la inmensa mayoría de estas personas son progenitores.

“Cuando la separación es un hecho y no hay vuelta atrás, tomar las precauciones necesarias para disminuir el impacto de la rotura marital en los hijos debe ser prioridad para los padres. Hay dos cosas que en estas circunstancias deben saber: ‘la primera es, nadie mejor que ellos para ayudar a sus hijos a transitar la crisis, y la segunda, que para ayudar a sus hijos deben estar bien informados’.

“El efecto reparador que conduce a los niños, especialmente en los más pequeños, es el mensaje dicho por ambos padres: ‘aunque ya no vivamos todos juntos, los dos te vamos a seguir queriendo mucho toda la vida y te vamos a seguir cuidando juntos’.

“El divorcio es siempre para los hijos una experiencia diferente que para los padres; la familia en la cual los niños nacieron, crecieron y vivieron toda su vida se muere y cualquiera que fueron sus diferencias, sienten que es la entidad que les brinda el apoyo y la seguridad que necesitan. El ser humano al nacer, requiere del cuidado de sus progenitores durante mucho más tiempo que cualquier otra especie y los niños son conscientes de esa dependencia.

“Investigadores de distintas especialidades han estudiado los efectos del divorcio en los niños y adolescentes, pero no hay conclusiones unánimes. Un estudio publicado por UNICEF señala que las consecuencias de moderadas a graves, de transitorias a permanentes dependerán: 1.- Del grado del conflicto previo, especialmente que se involucre o no a los hijos, 2.- Del ejercicio o no de la coparentalidad (crianza conjunta de los hijos) y 3.- De los efectos del deterioro económico y del estilo de vida que por lo general trae consigo.

“El divorcio se ha instituido para los cónyuges, no para los padres, no existen “ex hijos” ni “ex padres”, los esposos no se divorcian de sus hijos, ni entre sí como padres, o al menos, no deberían hacerlo.

“Los divorcios que afectan la coparentalidad (crianza de los dos padres) se conocen como divorcios destructivos y sus consecuencias adversas para los hijos son irreparables.

“Las reacciones y sentimientos de los niños dependen de diferentes factores: edad, explicaciones recibidas, continuidad con la relación con ambos progenitores, acuerdos o desacuerdos entre los padres, grado de hostilidad entre los mismos, intervención de otros adultos o sistemas, etcétera.

“Entre los 3 y 5 años, es común que los niños pequeños esperen la reconciliación durante varios años; también creen ser responsables por el divorcio y, como si hubieran hecho algo malo, se preguntan si el papá o la mamá se fueron porque ellos hicieron algo que no debían.

“Pueden desarrollar conductas regresivas, como: orinarse en la cama, succionar el pulgar, hablar como bebé o portarse mal, miedo ante el derrumbe de la estructura familiar, miedo a no ver más al padre o madre que se va de la casa o a que el otro lo abandone, miedo a que los padres dejen de quererlo, miedo al rechazo, enojo que manifiestan golpeando o rompiendo sus juguetes, tristeza, depresión, baja autoestima, se sienten responsables del divorcio, auto-acusaciones, preocupación, usan la fantasía para negar lo que está sucediendo e imaginan que ‘sus padres se volverán a unir’.

“En esta etapa, los padres ayudan a los niños cuando: les aseguran una y otra vez que los quieren y los querrán siempre, hay que repetírselo y demostrarlo tantas veces como sea necesario; les aseguran que verán regularmente al padre o madre que no convive (si efectivamente va a ser así); les aseguran que no son responsables del divorcio; les dicen que ellos también lamentan el divorcio y no haber podido resolver las cosas de otra manera; los escuchan permitiéndoles expresar su tristeza y enojo; les brindan apoyo y comprensión; no hablan mal del otro padre en su presencia, los niños reciben como dirigidas a su propia persona cualquier apreciación negativa o injuriosa que recaiga sobre un progenitor; no los usan como mensajeros, espías o rehenes; no les piden información acerca de qué cosas tienen o hacen en la otra casa; no los involucran en las peleas; discriminan su rol de padres de su rol de ex cónyuge; les explican los arreglos de vivienda, visitas y otros cambios que sucederán.

“Los niños de 6 a 8 años no relacionan en un principio la conducta de sus padres con la disolución de la familia, piensan que sus progenitores se volvieron locos, sienten miedo, angustia y desconcierto; están confundidos, tratando de comprender quiénes son y a dónde pertenecen. Cuando los padres se separan, los niños se sienten solos, impotentes, profundamente tristes, pero también con rabia y enojo.

“El aspecto menos diagnosticado del divorcio es la depresión en los niños; a menudo están tristes, distantes y esquivos, aunque les vaya bien en la escuela. Los síntomas incluyen mal humor, enojo y peleas. Habitualmente estos síntomas no son considerados una evidencia de depresión pero generalmente lo son; los niños cuando se deprimen se vuelven irritables, contestan mal, no escuchan y se sobresaltan con exabruptos. Cuando la depresión no se detecta y orienta, estas conductas empeoran dejando perplejos y sin saber qué hacer a padres y maestros.

“Otro aspecto sumamente importante a tener en cuenta para el desarrollo saludable de los hijos es que los padres deben mantener entre sí un diálogo regular, como llamarse por teléfono una vez a la semana, que les permita compartir los progresos psico-evolutivos y tomar conjuntamente las decisiones importantes de la vida de sus hijos. Cuando el nivel de hostilidad entre ellos no lo permite, es necesario buscar ayuda profesional para restaurar o construir el ejercicio conjunto de la paternidad”.

Casarse no es un juego, es un compromiso muy serio y más cuando hay hijos de por medio. Los padres tienen que saber que el divorcio es un desconcierto para los hijos, una amargura, una interrogación que sale del corazón, es una fuente de tristeza que destilan llanto y soledad.

Siguiente noticia

Padre Beto celebró el LXVIII aniversario de ordenación sacerdotal