El director teatral, actor y dramaturgo Paco Marín celebrará sus “Bodas de oro” como hombre de candilejas en el Teatro José Peón Contreras con la puesta en escena de “Salomé”, de Oscar Wilde.
Descendiente de cubanos y yucatecos, Paco Marín señaló que estos cincuenta años han sido de una “lucha muy dura con todo en contra y cada vez más, en cuanto a la situación de nuestro país de continuos recortes al arte y la cultura; ese desinterés de los que gobiernan que no piensan que sea vital e indispensable el arte para una ciudadanía más participativa y consciente”.
“Pero, en general, te puedo decir que para mí el saldo es de satisfacciones, logros y, por supuesto, de fracasos, de los que he aprendido. Mientras haya fuerza y pueda continuar, estaré haciendo teatro”, afirmó en entrevista precisamente en el Peón Contreras.
“Es una cosa difícil de decir; por un lado, te puedo asegurar que como es la profesión que elegí no me arrepiento, estoy muy contento, se ha logrado formar un público que se interesa, muchísimos alumnos y satisfacciones”, expresó.
–¿Cómo fue que elegiste el teatro como profesión?
–Te elige la profesión. Estudiaba derecho en La Salle y una compañera a la que acompañé a una función de teatro me hizo dejar la Facultad de Derecho y entré a Filosofía y Letras a estudiar Teatro, entré al escenario en 1969 un día después de que el hombre pisó la Luna.
–¿Y qué sucedió?
–Me di cuenta que era lo mío, como nunca.
Marín narró que ha dirigido y montado obras de Federico García Lorca, José Ramón Enríquez, Pier Paolo Pasolini, Emilio Carballido y Tennessee Williams, hay autores con los que me identifico. Pero esta es la primera de Oscar Wilde, a quien admiro, que dirijo.
La más difícil
–¿Cuál ha sido la obra más difícil que ha montado en escena?
–Quizá la que más trabajo me dio fue “El Público” de García Lorca, es la que más recuerdo por todo, ha sido difícil, tanto en el montaje como en las funciones, mantener a la crítica y al público alejados de los tópicos de que si hay o no un desnudo. Pero a todas las obras que he dirigido les he entregado el corazón.
Sobre la de Wilde, dijo que “es el primer acercamiento, se estrena el sábado 11 de mayo, son nueve actores. Conozco su obra tanto teatral como sus cuentos, novelas, sus ensayos, pero no había dirigido algo de él. Es difícil, es un texto impar, vamos a decir, es una época impar, estamos hablando del simbolismo, del decadentismo, de un momento de la historia del arte, todo marcado por la era victoriana, con un autor impar, que vino a cambiar paradigmas, a crear escándalo, pagó muy caro sus atrevimientos, la sociedad fue implacable, sufrió terriblemente, pero dejó un legado extraordinario”.
Wilde “no hace teatro bíblico, aunque el asunto es tal, sino una recreación tomando como pretexto a esos personajes, él confronta el mundo grecolatino con el naciente cristianismo y el cambio de paradigma, un mundo politeísta con una multitud de verdades a uno de una verdad única, donde todo se constriñe a partir de una nueva era a la unicidad, un solo dios, una sola patria, una sola verdad, el que no esté conmigo está contra mí”.
Adelantado a su época
“Hay una frase maravillosa, dice, ha llegado el Señor, el Mesías, los centauros huyen hacia los ríos y las sirenas se esconden debajo de la hojarasca de los bosques, todo eso la múltiple interpretación, y esa angustia existencial, un universo que desaparece y da entrada a uno nuevo la da una joven de 15 años despertando a su sexualidad, muy complicado, difícil, pero necesaria”, comentó.
Dijo que él cree que “Wilde se adelantó a su época, tenía una visión global y era un genio, es una obra atemporal, no envejece, sigue presentando el conflicto, los cambios que sufre el mundo cuando la filosofía es trastocada, es un reto maravilloso y creo que es una obra muy subversiva, él mismo la escribe en francés y la piensa para París, Francia, no para su país, ni para la Reina Victoria. Se estrena en París, él no la ve porque está en la cárcel, en su país lo vetan y hasta la segunda década del siglo XX se presenta con pésimas críticas, no lo perdonaban”.
Para Paco Marín “es interesante mostrar en este momento una obra como esa porque vivimos un momento de gran angustia en nuestra cultura, dime lo que quieras y todo está en crisis, valores, El Vaticano, ¡la comunicación! Ese momento, en su momento, Wilde ve en su pasado y presente”.
Marín sostuvo que si “el teatro no sacude, si no te rompe, provoca, indigna, no es teatro, es diversión; simple, no es arte; el teatro te mueve, te cuestiona, te provoca”.
Apasionado de la dirección
Relató que, si bien empezó como actor, lo suyo fue la dirección. Ha actuado en unas 25 puestas en escena, pero ha dirigido más de cien. “Como director no me acuerdo, sé que son más de cien, pero no sé cuántas. Y tengo como 18 a 20 obras escritas, han sido 50 años completando este año, de no parar”.
“En El Tinglado hacíamos tres obras al día, niños, adolescentes y público en general. En clase dirigí obras en escuelas y fuera, algunos años los dediqué a televisión”, explicó.
El reportero, debe confesarlo, creía que Paco Marín era de la capital del país. Se atrevió a preguntar, pero con una sencillez de asombro, Paco contó sus orígenes:
“Soy yucateco. Era muy alérgico y me llevaron con los abuelos a lo que era el Distrito Federal. Viví en la Roma, luego vine aquí a Mérida y estudié en el Colegio Montejo, regreso a México, vuelvo en 1974 durante un tiempo doy clases en el Cedart en Bellas Artes, regreso a México y a finales del 84 y principios del 85, antes del temblor, era un momento de inseguridad, mataron amigos, a mi ex mujer la ahorcaron en el elevador, era insoportable”.
Relató que su primera obra cuando se quedó aquí en los ochentas fue “Yerma”. “Me lo produjeron los Bojórquez y luego Jorge Esma me pidió fundar la compañía de teatro y me quedé y ya no me he movido, pero sí soy yucateco, mi padre era hijo de cubanos que llegaron en el siglo XIX, Menalio Marín Cordobí y Carmelita Castillo Cumí, y por los yucatecos eran Cervera Solís”.
Nuevas generaciones
–¿Habrá teatro siempre? ¿Cómo ves al teatro aquí?
–La sociedad lo ha defendido y la locura de los hacedores, ahora hay generaciones de jóvenes egresados de la Escuela Superior de Artes, tengo algunos en este montaje y son muchachos muy valiosos, empiezan a dirigir y con propuestas válidas.
Recordó que Ulises Vargas “estuvo conmigo y ya formó su grupo; creo que ha sido una voluntad inquebrantable de parte de los teatreros yucatecos y algo de respuesta de una sociedad un poco indiferente. Si la sociedad empieza a defender su teatro vamos para arriba, así ha sido en todo el mundo. Muchos de los que defienden el teatro acá son extranjeros, van a las funciones, lo promueven, no digo que no haya yucatecos, pero los europeos dicen que es impensable que un teatro lo conviertan en estacionamiento. Es una conciencia que aún nos falta, que la gente se apropie”.
La puesta en escena de “Salomé” se estrena mañana sábado, a las ocho de la noche, y luego habrá dos funciones más, el martes 14 y el jueves 16 de mayo a la misma hora. La entrada es de cien pesos general.
Los actores de la obra son Miguel Angel Canto (Herodes); Laura Zubieta (Herodías); Bertha Alicia Gutiérrez es Salomé; Eric Manzo es Narraboth; el paje de Herodías es Alfonso Espinosa; Bruno H. García es el soldado uno y Giancarlo Areu hace al soldado dos; Fabián Sosa hace a Yocanán, y el verdugo lo hace Adrián Gálvara, la coreografía es de Ligia Aguilar, la música es de Eric Baqueiro, diseño de vestuario Nixma Eljure, y efectos especiales de Rafael Salazar, la traducción del francés y dirección de Francisco Marín.
–Faltó la cabeza de Juan el Bautista.
–Es parte de los efectos especiales…
(Rafael Gómez Chi)