Jorge A. Franco Cáceres
El 5 de mayo transcurrió con algunas marchas misceláneas, bastante dispersas por diversos rumbos del país, que incluyeron una manifestación diminuta realizada en Mérida.
A decir verdad, dichas marchas no significaron nada relevante para la Presidencia de la República ni los Poderes de la Cuarta Transformación, porque no representan ninguna resistencia ciudadana nacional y, lo más grave, tampoco evidencian la existencia de ninguna oposición partidista responsable y organizada.
Sin lugar a dudas, el rotundo triunfo de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y el repunte mayoritario del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) en las elecciones del pasado 1 de julio, dejaron a la actual oposición partidista y a la resistencia ciudadana sin banderas de lucha política por todo México.
AMLO y MORENA se impusieron de modo avasallador enarbolando pendones de combate a la impunidad mafiosa, la corrupción sistémica y el abandono social, e impulsando desde sus plataformas que la batalla contra ellos fuera frontal, es decir, que sucediera desde las reformas de las leyes, las revisiones de las instituciones, los cambios de los planes y de los programas, y nuevos proyectos regionales y manejos presupuestarios.
Se trataba así de que se procediera desde los Poderes de la Cuarta Transformación contra los asuntos electorales y patrimoniales que caracterizaron durante 36 años a la dictadura tecnocrática, siempre usurpadora de la democracia partidista desde la compra de votos representativos y también enajenadora de la participación ciudadana desde el reparto de recursos públicos.
Definitivamente, México no es hoy día nada parecido a lo que gritaron las marchas del 5 de mayo. Nuestro país no tiene un régimen dictatorial ni poderes represivos que pugnen por el uso ventajista del dinero, la censura autoritaria de la información, el abuso de la intimidación personal, la concentración del poder estatal y menos que impulsen que la ley sea las armas de fuego.
Y sobre los contingentes que integraron las marchas misceláneas, se tiene que no integran fuerzas que compartan empeños legítimos de democratización de la vida nacional desde la resistencia ciudadana y la oposición partidista, sino que son séquitos golpistas en espera de una coyuntura favorable para retornar a los poderes estatales por la vía que sea. En pocas palabras, no demuestran capacidad para plantearse la necesidad de plataformas políticas y sociales que les permitan contar con la voluntad mayoritaria y el respaldo popular.
Así las cosas después del 5 de mayo, queda claro que procede que haya más marchas en México para saber a quiénes hay que democratizar para contar, al menos, con una oposición responsable e integrada a la brevedad posible.
¡Muchas gracias!