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Yucatán

Agustín Acosta

Luis Carlos Coto Mederos

II

624 A la Bandera Cubana

¡Gallarda, hermosa, triunfal, tras de múltiples afrentas, de la patria representas el romántico ideal…! Cuando agitas tu cendal –sueño eterno de Martí– tal emoción siento en mí, que indago el celeste velo ¡si en ti se prolonga el cielo o el cielo surge de ti…!

625 Postcenio

¡Musa patria: torno en vano al Olimpo donde moras… Son muy negras las auroras del horizonte cubano…! ¡Siento que empuña mi mano como una invisible tea; y en fantástica odisea contra una entidad extraña, quemo los campos de caña con la chispa de la idea…!

Musa patria: Si el terror te sobrecoge o te pasma; si ves un largo fantasma mirando hacia el interior… Si presa del estupor temes avanzar un paso, hunde tu sol en ocaso, mas permite que un poeta rasgue una extraña careta de Tartufo o de payaso.

No es hora de ver el mal y recetar paliativos. No más puntos suspensivos en vez de un punto final. Pido un gesto de animal que excluya la sumisión… Basta ya de sin razón que fuerza el acatamiento: ¡la venganza está en el viento y la chispa en el tizón…!

No invoco manes augustos, porque de esa tontería se burla la galería de Pilatos y Procustos… Rompo los ceños adustos con el sangriento epigrama. Lanzo la ardiente proclama, porque en invisible escena un timbre de anuncio suena y va a dar comienzo el drama.

Musa patria: pongo en ti los rescoldos de mi fe… ¡Musa patria: esto no fue lo que predicó Martí…! Algo extraño ocurre aquí que evita toda impulsión; algo que oculta un telón y la hecatombe presagia, bajo su aspecto de magia en un juego de salón.

Precisa que en el camino derrame la voluntad azúcar de libertad en el agua del Destino… Nuestro derecho divino es un árbol mutilado, un alero abandonado que no dan fruto ni sombra: una cosa que se nombra en las fechas del pasado.

Por causa ignorada ¡Oh Dios! más de clara transparencia, vacila la independencia de 1902. ¡Pesimista! –dirán los discípulos de Epicuro… Pero avanzando al futuro, y a poco de entrar en él, el enigma de Daniel aparece sobre el muro.

El poder que lo decreta y la mano que lo traza para la oculta amenaza no han menester el profeta… ¡Basta la astucia secreta que delata la intención; basta el gesto bonachón con que se muestran al fin sobre un traje de Arlequín unas barbas de algodón…!

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