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Yucatán

Consecuencias del odio racial

Rafael Mis Cobá

El T’alkú de la Tía Juana

Después de visitar El Cuyo el pasado fin de semana y disfrutar de sus encantos que lo trasladaron casi al paraíso, el travieso sobrino volvió a la realidad y tristemente se encontró con actitudes egoístas, malvadas y orates que deberían avergonzar a las llamadas sociedades civilizadas.

Cabizbajo y pensativo, el cabeza de “lec” no alcanzaba a comprender como algunos individuos pueden cometer tanta barbarie y segarle la vida en forma salvaje a decenas de personas sólo por odio racial, como sucedió el pasado fin de semana en dos ciudades de los Estados Unidos con un saldo hasta ahora de 32 muertos, entre ellos 8 mexicanos, y más de 50 heridos.

El sobrinín tuvo que viajar a Chikindzonot en busca de su amada tía para compartirle su tristeza y buscar consuelo a su profunda aflicción.

—Juanita linda, necesito tu ayuda.

—“Mejenkisín”, qué te sucede, te veo más “t’onáan” que Vicente Fox luego de que lo exhibieron por no haber pagado 15 millones de pesos de impuestos a la Secretaría de Hacienda.

—No me compares con Chente, tía, que yo sí pienso y no tengo la cabeza hueca.

—Dime entonces cuál es tu preocupación, sobrino.

—Las matanzas de migrantes en los Estados Unidos.

—“Uay”, sobrino, lamentable y preocupante.

—¿Es culpa de Donald Trump?

—Sobrino, él no accionó las armas contra la gente inocente, pero su discurso antiinmigrante alienta el odio racial y así lo han denunciado analistas, académicos, políticos y hasta tu tío Chupi.

—¿Estará bien de sus facultades mentales?

—No sabemos si está “sataól”, sobrino, aunque prestigiados psiquiatras han considerado esa posibilidad, pero lo cierto es que el presidente con pelo pintado de “chetos” ha tomado decisiones que, incluso, ponen en riesgo la seguridad del mundo.

—Es cierto, tía, abandonó unilateralmente el Tratado sobre armas nucleares de alcance intermedio; abandonó también el Acuerdo de París sobre cambio climático aduciendo que son falsos los efectos que señalan los científicos; ha recrudecido la guerra comercial con China, entre otras torpes decisiones.

—Sobrino, la información publicada ayer en POR ESTO! sobre los efectos de los discursos racistas no dejan lugar a dudas. Por ejemplo, en la nota de El Diario.es, se describe que el sujeto blanco que entró con un fusil en un supermercado de El Paso y disparó a los clientes hasta quedarse sin munición, en su perfil de Twitter incluía elogios a Trump y referencias al muro.

—“Uay”, eso es preocupante tía.

—Sobrino, la misma información explica que no es la primera vez que el autor de una masacre similar resulta ser admirador de Trump. Acuérdate que las cartas bomba que recibieron en octubre jueces, políticos y periodistas las envió un tipo que trabajaba como disc-jockey en un club de strip-tease de Florida y sus propios abogados aseguran que se fue radicalizando a medida que escuchaba los discursos de Trump y leía sus tuits.

—Tía, ¿hay más ejemplos?

—Ahí te va. El hombre que asesinó a 11 personas en una sinagoga de Pittsburgh mencionó como móvil del crimen la caravana de migrantes que se dirigía en esos días a Estados Unidos. El atentado tuvo lugar en mitad de la campaña de las elecciones de 2018.

—No lo puedo creer, tía.

—Mira esto. En junio de 2015 Trump lanzó su campaña diciendo que los migrantes mexicanos eran violadores y traficantes de drogas. En sus mítines a menudo leía un poema racista y utilizaba el dolor de las madres de personas asesinadas por migrantes indocumentados.

—Oye tía, recuerda también que Trump ha separado a cientos de niños de sus madres, encerró en jaulas a los inmigrantes y endureció las condiciones para pedir asilo en su país.

—Sobrino, en las últimas semanas, Trump se mofó de cuatro congresistas demócratas y ha permanecido en silencio mientras sus seguidores le pedían a gritos que enviara a su país de origen a una de ellas, de origen somalí.

—Tía, la información publicada ayer hace referencia que durante un mitin en Florida, Trump se preguntó qué podía hacer con los migrantes que llegaban a la frontera. “¡Dispararles!”, gritó uno de sus seguidores. Al Presidente le pareció chistoso y se rió; este sábado en El Paso esa amenaza se cumplió.

Luego de conocer estos tristes casos, la tía Juanita tomó del brazo a su sobrinín y sin mayor ánimo de continuar con más ejemplos, los dos parientes buscaron un lugar ajeno al bullicio donde el tiempo y el espacio compartieran la misma dimensión para tener lugar a la reflexión.

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