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Yucatán

Historias de palabras e historias documentales

Víctor Salas

Tercamente, el ínclito error de construir historias a base de palabras, se sostiene en Yucatán. Por lo menos en el desarrollo de nuestro folclore, donde en cada lugar de presentación de nuestra fiesta regional, es atribuida a la yerra del ganado, después de lo cual se tenía el pretexto para la fiesta. Todo ese argumento no tiene un solo documento de prueba, todo salió de conjeturas de mentes muy alucinadas. Igual sucede con los orígenes del modo de bailar la jarana, que se dice que viene de la jota aragonesa. En España, una afirmación de tal naturaleza significa ir hasta el pentagrama y compás por compás, ir comparando una música ancestral con la que ha llegado hasta nuestros días y entonces, obtener el antecedente de tal forma musical. Pero eso, ahí, se hace con un trabajo de fondo, yendo a las geografías involucradas en la historia Ibérica. Con los pasos y el nombre del baile, los investigadores españoles realizan una tarea semejante a la musical. Los investigadores españoles de danza y música nada dejan a la interpretación personal. O hay pruebas, o no tiene valor ni un tipo de afirmación.

En Yucatán, el paroxismo de la importancia ha llegado a tal extremo, que después que hubieron pruebas abundantes acerca de los antecedentes del Ballet Folclórico de Yucatán, el profesor Luis Pérez Sabido aseguró que con él se había profesionalizado esa actividad, utilizando como elemento profesionalizador, el salario, el sueldo mensual que “comenzaron a devengar los integrantes del Ballet”. Hasta eso es una irrealidad, ya que desde antes, los bailarines estaban en una agrupación oficial y percibían salarios.

Es del conocimiento de todos que Alfredo Cortés Aguilar se hizo cargo de la dirección del Ballet Folclórico del Estado y que hizo todo lo trascendente de él.

De puño y letra del mismísimo maestro Alfredo Cortés encontré un documento donde asienta que el “Conjunto de Danzas Regionales del Gobierno del Estado de Yucatán, tiene seis años de fundado (…) 7 hombres y 7 mujeres. Reciben como remuneración por sus actividades las cantidades de $700.00 los bailarines, y $800.00 el Director.

Si el Ballet Folclórico del Estado fue fundado en 1970 y Alfredo dice que “el grupo folclórico” tiene 6 años de fundado, estamos hablando que desde 1964, los bailarines y el director ya eran profesionales al recibir “una remuneración por sus actividades”, siguiendo la lógica del profesor Pérez Sabido.

Escribe el maestro Alfredo que el Grupo “ha bailado en Palacio Nacional para las Fiestas del 16 de septiembre, en Los Pinos en dos ocasiones, para varios Presidentes de otros países, para los Reyes de Inglaterra, para el Sha de Irán y su esposa, etc.”.

Queda clarísimo que si la paga determina la profesionalización, desde 1964, ya era profesional el primer grupo de folclore. Desde esa perspectiva histórica, el Ballet Folclórico lo único que hizo fue cambiar su nombre. Todo estaba establecido y logrado desde mucho antes que el investigador emérito entrara en contacto con la danza regional.

Expongo el documento mencionado y una foto de las festividades de las que habla el maestro Alfredo. En ella aparecen, en el extremo izquierdo, doña María Esther Zuno. En la fila de bailarines, partiendo de la izquierda, Lupita Bojórquez, (a la del centro, no la identifico), la siguiente es Ileana Espinosa, Luego Alfredo Cortés y el tenor Eric Solís. Al del sombrero, tampoco me fue posible identificarlo.

La historia documental de nuestro Folclore da un paso adelante y va acabando con las apreciaciones personales.

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