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Yucatán

Demos testimonio de Cristo con convicción, sin miedo

Busquemos la santidad y seamos capaces como Juan el Bautista de dar testimonio de Cristo, sin miedo, con convicción. Que todos sepan lo que tú piensas, que sepan lo que tú crees; yo estoy convencido de que Jesucristo es el Hijo de Dios, que él nos redimió y que la santidad está a nuestro alcance, dijo ayer el Arzobispo de Yucatán, Monseñor Gustavo Rodríguez Vega, en la misa de confirmación que ofició en la Santa Iglesia Catedral de Mérida.

Al comentar las lecturas de ayer, el prelado señaló que Juan el Bautista dio testimonio de su fe cuando expresó: “Este es el cordero de Dios que quita el pecado del mundo, una afirmación breve, pero con un contenido enorme y que continuamente los sacerdotes estamos repitiendo en cada eucaristía al mostrar la hostia consagrada”.

“Este es el cordero de Dios, cordero de los hombres, como otros animales sacrificados, incluso sacrificios humanos que la gente ofrecía queriendo congraciarse, pero Juan al llamar a Jesús “cordero de Dios” también anunciaba su sacrificio, porque será sacrificado y así seremos perdonados. Testimonio de Juan cuando vio bajar sobre Jesús al Espíritu Santo en forma de paloma, testimonio de Juan porque ya Dios le había dado un mensaje que decía: “Aquel sobre quien veas que bajen el Espíritu Santo, es el ungido”.

“El testimonio de Juan es que Jesús fue bautizado por el Espíritu Santo, quien es el que unge a Jesús; entonces la palabra ungido quiere decir es el que bautiza y nosotros hemos sido bautizados con el Espíritu Santo, y aun cuando no hayamos visto ninguna paloma el día de nuestro bautismo, el Espíritu estaba ahí descendiendo sobre el bautizado. Finalmente Juan el Bautista dice: “Doy testimonio de que éste es el Hijo de Dios; no es cualquiera, el que murió por nosotros, es el Hijo de Dios.

Riqueza espiritual

“Isaías anuncia al mesías por una misión de salvación universal: te hago luz de las naciones para que mi salvación llegue hasta los confines de la tierra. También hoy comenzamos con la lectura de la primera carta de San Pablo a los corintios, que vamos a seguir leyendo domingo tras domingo, una carta preciosa, llena de riqueza espiritual y de doctrina sobre el celibato, la virginidad, el matrimonio, pero también sobre la eucaristía y cómo celebrarla, también contiene una enseñanza muy grande sobre el primero de todos los carismas que es la caridad. Tendremos esas enseñanzas a lo largo de los próximos domingos, escuchando la primera carta a los corintios.

“A todos los que aceptan la fe en Jesús y como destinatarios de la carta a los corintios somos el Pueblo Santo de Dios, para muchos bautizados sería difícil entender y aceptar que hemos sido santificados por Cristo; para muchos bautizados, la santidad se reduce a unos cuantos santos que están en el cielo, a un grupito de santos cuyas imágenes están en la Iglesia, pero si lo entendemos, si aceptamos, la santidad es para todos, no renuncies a ella, no la rechaces; todos estamos llamados a la santidad; el pueblo de Israel estaba llamado desde el Libro de Levítico: “Sean santos porque yo ya seré vuestro Dios, soy santo”. Jesús llama a sus discípulos; ya iniciamos el camino de santidad desde que fuimos bautizados, desde que escuchamos la palabra de Dios y nos esforzamos en practicarla, desde que recibimos los sacramentos. A lo mejor alguien dice. “No, yo estoy muy lejos de la santidad”. Sin embargo, cuando uno quiera puede comenzar el camino de santidad si acepta la obra de Dios, dando un saludo de gracia y paz de Dios Nuestro Padre y de Jesucristo. Fíjense cómo es un saludo muy semejante al que los sacerdotes damos al inicio de la misa y de otros sacramentos, el saludo de la Trinidad, el saludo de la Iglesia, es el saludo de siempre, saludamos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Entonces busquemos la santidad y seamos capaces, como Juan el Bautista, de dar testimonio de Cristo, sin miedo, con convicción”, concluyó.

(Víctor Lara Martínez)

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