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Yucatán

Hay que pedir: Perdónanos Señor y perdónanos Madre Tierra

El Padre Ignacio Kemp Lozano, Director de Cottolengo y Canónigo de Catedral, dijo ayer que en esta contingencia del Coronavirus las confesiones son con Dios.

–Hay que pedir: “perdónanos Señor” –agregó-. Sí, pero también “perdónanos Madre Tierra”, porque hemos contaminado el agua, talado los árboles, quitado el oxígeno y los nidos de los pájaros, todo lo hemos contaminado por dinero.

Entonces la Madre Tierra de alguna manera nos está gritando: “¡Socorro!, ¿qué están haciendo?, me están matando, y si me matan a mí, se están matando ustedes; es lo que hemos hecho con el planeta. Aquí en Cottolengo hay fresco, en la mañana está lleno de pájaros, felices, pero en la ciudad, ¿qué pájaros? Con este calor esto no es vida para ellos, porque al talar para hacer multifamiliares y más fraccionamientos, y más fraccionamientos sin parques, estamos fomentando las enfermedades.

Tenemos que aprender qué nos está enseñando esta situación del Coronavirus que nos abre la mente, porque siempre hay que sacar algo positivo de lo que ocurre, y yo creo que lo que estamos aprendiendo o debemos aprender es que primero está la vida, y que yo debo de tomar la decisión de cuidar mi vida. No la va a tomar otra persona.

Entonces en estos momentos, ¿cuál es la decisión que debemos de tomar todos? Cuidar mi vida, y cuidar mi vida quiere decir que yo tengo que ser responsable a las directrices que está dando el Gobierno, la Secretaría de Salud, y el Arzobispo, porque la religión es parte de la sociedad, no es un apéndice. La religión se preocupa por la salud.

Y fue gracias al Arzobispo don Gustavo, que se adelantó a todos los obispos de la república para suprimir misas, que podemos decir:” Hasta el día 19 hay misas, y no hay confirmaciones, no hay bautizos, no hay bodas, no hay confesiones, nada”. Los padres pueden celebrar misas nada más con el sacristán.

Es una medida drástica, pero muy saludable, porque nos estamos dando cuenta de que nuestros superiores también están preocupados por la vida. No por cuántos se van a morir, sino cuántos van a vivir.

Oportunidad de estar con la familia

–Ahora, ¿qué nos está enseñando esto? Porque epidemias siempre han habido a través de la vida, pero ¿qué nos está enseñando esto?, ¿qué estoy aprendiendo?, que tengo que cuidar mi vida, tengo que ser responsable de mi vida, con la naturaleza, y me está enseñando esto a estar más con mi familia.

Ahorita ¿quién iba a decir que el virus nos está obligando a estar en nuestra casa con nuestros hijos? No que andemos desparramándonos por las calles como en las vacaciones. No. ¿Cómo tuvo que venir un virus para que estemos reunidos en la familia, para que estemos más tiempo con ellos?, para que los padres estén más cercanos a sus hijos, y los hijos gocen, disfruten de su papá. Pero además, como no podemos olvidar la calle, tenemos que ser inteligentes de qué hacer con la casa.

La oportunidad que tienen los niños con sus papás en la familia es una oportunidad de convivencia. Se motivan porque hay que limpiar la casa, pintarla, regarla, es la mejor manera de pasarla bien.

La unidad familiar

–Y sacar algo de positivo: ¿Qué tengo que aprender? La unidad familiar, estar con tus hijos, porque necesitamos dinero, pero más necesitamos la familia. Pero además es una oportunidad para que el padre de familia se dé cuenta de que hay muchas cosas que hacen falta en la casa, como pintura, limpieza de baños, de los patios.

Y enseñar a los niños a que sean responsables a la limpieza, porque hasta los zapatos los tenemos que limpiar, porque en la calle pisamos saliva y allá están los virus y los podemos llevar a la casa en ellos. Tenemos que cambiarnos todos los días de zapatos, todos tenemos que aprender, el Gobierno también tiene que aprender, porque el Gobierno no tiene la capacidad para enfrentarse a un problema mundial.

Unión de los partidos

–Entonces aquí todos los partidos nos tenemos que unir, nos tenemos que amar. Hoy nos han obligado a no abrazarnos, a no besarnos. ¿Hasta dónde ha llegado este virus? A que no abraces, a que no saludes.

Pero tenemos que aprender, que primero la vida, la salud, no el dinero, porque una emergencia como la que estamos viviendo, ¿de qué te sirve el dinero? Cuánta gente millonaria se ha muerto; hasta el Marqués, un hombre millonario de España se murió, y no pudo hacer nada con todo y su dinero.

Tres filosofías

–Entonces, ¿qué estás aprendiendo? Que tienes que cuidar tu vida.

Son palabras de Jesús, esa fue su filosofía: “Primero lo primero, la vida”. Desgraciadamente hay tres palabras, tres filosofías que están en la mente del hombre: Ser exitoso, ser importante, y ser útil, y lo más importante es ser útil.

Porque ser importante, ¿para qué? Ser exitoso, ¿para qué?, pero ser útil, eso te da satisfacción. Como tú en tu trabajo, eres una persona útil, estás informando, nos está informando el periódico, y al mismo tiempo nos da esperanza.

Por lo menos en Yucatán, ahí vamos. Porque yo anoche vi que ayer no se multiplicó el virus, se mantienen los 13, es muy alentador eso, porque el Gobernador y el Obispo están promoviendo medidas oportunas. La voz del Arzobispo es una voz muy fuerte, no solamente la voz del Gobernador.

La voz de don Gustavo para los católicos es muy fuerte. Y don Gustavo nos está pidiendo disciplina, y que sigamos las instrucciones de la Secretaría de Salud, que nos unamos al Gobierno y a todas las instituciones civiles para salvar la vida. Porque ¿de qué se trata ahorita?, ¿de ser más ricos, de competir contra otros países? No. Ahorita de lo que se trata es de salvar la vida.

Nadie entra ni sale

–Padre Kemp, ¿qué medidas tomaron en Cottolengo?

–Nosotros, escuchando la voz de nuestro superior, de nuestro Arzobispo don Gustavo, hemos suspendido muchas actividades: en Cottolengo nadie sale, nadie entra. No recibimos a nadie.

–¿Cuántos internos hay?

–Ahorita como 70, nadie entra ni sale. Aún hasta los que tienen salida los sábados y domingos, los que han cumplido 4 meses, están concientes de que ¿a qué salen? Si en tu casa están amontonados, es hasta un desahogo para la familia que tú no vayas, porque eres un plato más. A ver dónde te ponen; está la abuelita, el abuelito, los tíos. Por supuesto, ninguna actividad, nada es tan importante como resolver este problema.

–¿Se cancelaron las reuniones que hay aquí?

–Todo, hasta las reuniones de Alcohólicos Anónimos.

–¿Había misas también?

–Los sábados, pero se cancelaron; todo está suspendido. Tenemos que obedecer porque lo que nos están pidiendo es evitar el contacto.

Están aquí pero no salen, limpieza, es lo único que nos piden: lavarse mucho las manos antes de comer, después de comer, en cualquier momento, lavarse mucho las manos, y al no hacer contacto con los de afuera aquí en Cottolengo no tenemos ningún problema, pero no salen, y ellos están conscientes de que el mejor lugar ahorita seguro, es Cottolengo.

Primero porque tenemos oxígeno, hay actividades, las comidas son limpias, todo está limpio. Entonces sí, tenemos que la vida de ellos también corre más peligro completamente por el alcohol y las drogas.

–Claro, porque el alcohol y las drogas bajan las defensas, y al estar más bajas sus defensas son más vulnerables, ¿verdad?

–Sí. De hecho los niños y los mayores son más vulnerables y los jóvenes todavía aguantan, pero, ¿para qué los vamos a exponer? Entonces, sí, hay que estar pendientes de las directrices que nos siguen dando el señor Arzobispo, el Gobierno y la Secretaría de Salud.

–Padre, ¿cómo ve la labor de POR ESTO! en estos 29 años?

Cuando leo POR ESTO! yo siempre digo: qué buena labor. La mayor felicidad es sentirse útil, lo demás es lo de menos, porque lo que te llevas y lo que te hace vivir y lo que te hace seguir trabajando es que eres útil.

No sabes quién te va a agradecer por una nota del periódico que escribes y no sabes quién te va a agradecer por una palabra de aliento que tuviste. Yo cuando leo el periódico me sigo, no leo todo lo que dijeron, pero busco donde dice “Roberto López” y digo “tenía que ser él”, porque cuando veo que otro informa de algo, me doy cuenta de que no es. Roberto tiene su “tic”, tiene su estilo.

La misión: dar vida

–Bueno, esa es la misión del POR ESTO! Y la de Cottolengo, padre, ¿cuál es?

–Aquí en Cottolengo damos vida. La misión de Cottolengo es dar vida. Por eso se llama la Universidad de la Vida, aquí vienen a aprender a vivir. De hecho todos nacimos, crecemos y vivimos bajo el amparo de la Divina Providencia, y eso se manifiesta aún más en Cottolengo, porque es ella la que nos ayuda.

Dios puede parar esto

–¿Y del coronavirus, que piensa?

–Que solo Dios nos puede sacar de este problema: si Él paró tempestades, y tuvo poder para que los muertos lo obedezcan, si Él multiplicó piedras en pan, y dio de comer a los hambrientos, Él tiene poder de parar esto si se lo pedimos, porque la salud es personal.

Si tú quieres bajas de peso, si no, pues sigue engordando. Entonces si amo yo a mi vida, me quiero sentir más ligero, pues tengo que bajar.

Pero aquí también, ¿qué nos está cuestionando este problema del Covid-19? Que no somos dioses, que los tiranos que siempre han habido, siempre, como Hitler, como Nerón, como Napoleón, porque la historia vuelve a repetirse, son gente que ha querido ocupar un papel de Dios, y simplemente ha tenido que arrodillarse ante algo que está fuera del control del ser humano. Muchas cosas malas suceden porque a veces, sin darnos cuenta, le hemos dado la espalda a Dios.

La tecnología nos rebasó, pero ¿para qué sirve ahorita la tecnología? Tenemos que regresar a la vida que es Dios. Porque lo dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”. Entonces también tenemos que pensar en ¿quién nos va a salvar, quién tiene el poder? Él dio de comer durante 40 años al pueblo de Israel en el desierto.

Y lo hizo con el maná, que en hebreo significaba escarcha de la mañana. Cuando lo fueron a ver dijeron: ¿Qué es esto?, y en arameo esa pregunta se dice maná. Son 40 años para valorizar los años de esclavitud que tuvieron en eso; porque fueron esclavos 400 años, y para llegar a la tierra prometida Dios los llevó al desierto para que valorizaran. Y eran libres, sin embargo algunos regresaron a Egipto, porque no querían vivir en el desierto, pero el poder de Dios les dio de comer el maná, e hizo que Moisés sacara agua de la roca.

Es el poder de Dios, tenemos que acudir al Señor. No hay nada más grande, seas ateo o seas otra cosa, ¿a quién acudes? Por eso aquí todas las religiones se tienen que dar la mano. Nada de que yo soy Testigo, o que yo soy esto otro, no, aquí somos seres humanos habitantes de un solo planeta.

Me cuido para cuidarte

Esta es nuestra casa, tú piensas diferente, pero te quiero y te amo, aunque pienses diferente eres mi familia, porque si la mayoría de la gente se muere, ¿Qué hago yo solo? Te necesito a ti, tú me necesitas, y yo te necesito; es como ahorita, yo me cuido, para cuidarte y si yo me cuido, me voy a mi casa, para cuidarte, ya que si yo me cuido, te estoy cuidando a ti.

Además, Roberto, estoy contento de que el coronavirus no avanzó ayer, porque son los días críticos. Yucatán, bendito sea Dios, pero todos estamos obedeciendo, sobre todo el Arzobispo, el miércoles tuvimos junta con él los canónicos, y lo ves tú con qué ilusión, sabiduría y entusiasmo les está pidiendo a los sacerdotes que por favor sigan las reglas de la Secretaría de Salud, que no hagan ni una misa. Porque si se hacen reuniones es como estarle jalando la cola al tigre, ¿cómo no va a pasar nada?

Iglesias abiertas

–¿Se van a cerrar las iglesias?

–Las iglesias van a estar abiertas para que la gente vaya. No va a haber amontonamiento, pero en estos momentos Dios es un consuelo: Tenemos que rezar, tenemos que pedir, es el hecho de entrar y pedir, aunque no haya misas. Ahora misas va a haber, pero por Internet. El señor Arzobispo va a estar celebrando todos los días en el seminario, y se va a ver la misa.

Confesiones sólo con Dios

–¿Y las confesiones?

–No, no hay confesiones, que se confiesen con Dios todopoderoso, y están perdonados. El Señor es todopoderoso, basta con decir: “Dios mío, perdóname”, y cuando tenga tiempo voy a que me echen la absolución. Lo importante es que se pida perdón.

(Roberto López Méndez)

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