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Yucatán

¡Jehová!... ¿Hasta cuándo?

Ariel Juárez García

Que llegue el día de su boda… espera con anhelo una joven radiante. El día del nacimiento de su bebé… aguarda expectante una mujer embarazada. El día que comiencen las vacaciones que tanto ha esperado… ansía un trabajador exhausto. Todas estas personas, en común, esperan que llegue un día muy especial, un día que, de un modo u otro, influirá en sus vidas. Sus sentimientos son intensos, aunque muy distintos. El día que esperan llegará, y cuando lo haga, desean estar preparadas.

Todas las personas de corazón sincero y honrado que han dedicado su vida a aprender de las enseñanzas bíblicas, la Palabra de Dios, anhelan también la llegada de un día especial. Están aguardando “el gran día de Jehová”.

¿Qué es ese “día de Jehová” que ha de venir, y qué significará para la humanidad? ¿Por qué debiera estar alerta todo ser humano esperando el gran “día de Jehová”? (Ver profecía de Isaías capítulo 13 versículo 9; la profecía de Joel capítulo 2 versículo 1 y la segunda carta del apóstol Pedro capítulo 3 versículo 12).

Por toda la Biblia (El Antiguo y el Nuevo Testamento), la expresión “día de Jehová” designa momentos especiales en los que el Dios verdadero Jehová ejecutó su sentencia contra sus enemigos y glorificó su gran nombre. Las Santas Escrituras dan cuenta de la manera en que los infieles habitantes de Judá y Jerusalén, así como las potencias opresoras de Babilonia y Egipto, se enfrentaron a distintos “días de Jehová” cuando sufrieron la ejecución del juicio divino (ver la profecía de Isaías capítulo 2 versículo 1 y los versículos 10 al 12 así como el capítulo 13 versículos 1 al 6 y, la profecía de Jeremías capítulo 46 versículos 7 al 10).

Sin duda, la sentencia contra sus enemigos glorificó su gran nombre. Sin embargo, el “día de Jehová” más grandioso está todavía por venir. Según el registro bíblico, será el “día” en que Dios dará su merecido a todos los que han difamado Su nombre. Comenzará con la destrucción del imperio mundial que conforman todo tipo de religión que ha desvirtuado la enseñanza de su palabra escrita, y culminará con la aniquilación del resto de este malvado y violento sistema de cosas en la guerra que bíblicamente recibe el nombre de Armagedón (ver Revelación o Apocalipsis capítulo 16 versículos 14 y 16 así como el capítulo 17 versículo 5 y, del 15 al 17, incluso el capítulo 19 versículos 11 hasta 21).

Sea que se den cuenta o no de que ese día es inminente, la mayoría de los seres humanos deberían sentir un temor respetuoso por su llegada. ¿Por qué razón? La respuesta la da Jehová mediante el profeta Sofonías: “Ese día es día de furor, día de angustia y de zozobra, día de tempestad y de desolación, día de oscuridad y de tenebrosidad, día de nubes y de densas tinieblas”. ¡Es en verdad un día temible! La profecía continúa: “Ciertamente causaré angustia a la humanidad... porque han pecado contra Jehová” (ver profecía de Sofonías capítulo 1 versículos 15 y 17).

No obstante, hay millones de personas que conocen muy bien las profecías bíblicas y anhelan la llegada del día de Jehová. ¿Por qué? Porque saben que será un día de salvación y liberación para los justos, un día en el que Jehová será alabado y se santificará su glorioso nombre (ver profecía de Joel capítulo 3 versículos 16 y 17, y la del profeta Sofonías capítulo 3 versículos 12 al 17).

En marcado contraste, a pesar de las advertencias y pese a la urgencia de la situación, a la mayoría de los habitantes de la Tierra no les preocupa que el “día de Jehová” esté cerca. Tanto es así que se burlan de quienes les comentan de su llegada, a pesar de comprobar que dichas profecías están escritas en la Biblia. No debiera tomarse por sorpresa tal actitud, pues concuerda con la advertencia que dio el apóstol Pedro: “Ustedes saben esto primero, que en los últimos días vendrán burlones con su burla, procediendo según sus propios deseos y diciendo: ‘¿Dónde está esa prometida presencia de él? Pues, desde el día en que nuestros antepasados se durmieron en la muerte, todas las cosas continúan exactamente como desde el principio de la creación’” (ver 2 carta del apóstol Pedro capítulo 3 versículos 3 y 4).

¿Qué permitirá a las personas de corazón sincero y honrado combatir esa actitud indiferente y mantener un sentido de urgencia? En respuesta el apóstol Pedro acentúa: “Estoy despertando sus facultades de raciocinio claro a modo de recordatorio, para que se acuerden de los dichos hablados previamente por los santos profetas, y del mandamiento del Señor y Salvador mediante los apóstoles de ustedes” (Ver la segunda carta de Pedro capítulo 3 versículos 1 y 2). En efecto, algo que ayudará a toda persona de fe a “despertar sus facultades de raciocinio” es tomar muy en cuenta las advertencias proféticas. Es posible que ya las haya oído muchas veces, pero ahora más que nunca es esencial prestarles atención (Ver profecía de Isaías capítulo 34 versículos 1 y 2; y el Evangelio de Lucas capítulo 21 versículos 34 al 36).

A pesar que se están viviendo tiempos turbulentos, difíciles de controlar, llenos de maldad y violencia, hay quienes no desean que llegue el día de Jehová. No quieren que nada interrumpa sus actividades cotidianas ni tengan que rendir cuentas a Dios por su estilo de vida llena de egoísmo. Viven “según sus propios deseos”, como el apóstol Pedro muy bien señaló.

“Conforme a su deseo”, los burlones prefieren cerrar los ojos al hecho de que Jehová ya ha intervenido en los asuntos humanos en el pasado. Tanto Jesucristo como el apóstol Pedro se refirieron a dos de tales intervenciones: las ocurridas en “los días de Noé” y en “los días de Lot” (ver Evangelio de Lucas capítulo 17 versículos 26 al 30; y la segunda carta del apóstol Pedro capítulo 2 versículos 5 al 9). Antes del Diluvio, los contemporáneos de Noé no hicieron caso de las advertencias que se les dieron. Y cuando Lot avisó a sus yernos de la inminente destrucción de Sodoma y Gomorra, ellos lo vieron “como un hombre que bromeaba” (ver Génesis 19:14).

Lo mismo sucede hoy día. Las personas quizá sigan ocupadas en sus actividades “normales”, a causa de su duro trabajo, en busca de mayor riqueza y bienes materiales. Sin embargo, deben estar conscientes que éstas no les producirán ningún beneficio que sea permanente. ¿Por qué no? Porque el día de Jehová llegará de forma repentina, y las riquezas que tal vez hayan acumulado no les salvarán la vida (ver profecía de Sofonías capítulo 1 versículo 18).

A diferencia de las personas que día tras día practican la maldad y la violencia, y que se han envuelto en este mundo perverso; cada una de las personas que tienen fe en el cumplimiento de la profecías bíblicas, deben tener presentes las palabras del profeta Habacuc: “La visión es todavía para el tiempo señalado, y sigue jadeando hasta el fin, y no dirá mentira. Aun si tardara, mantente en expectación de ella; porque sin falta se realizará. No llegará tarde” (Ver profecía de Habacuc capítulo 2 versículo 3). Aun si desde una perspectiva imperfecta, como seres humanos, parece que ese día tarda en llegar, hay que recordar que Jehová no es lento en cuanto a su promesa. Su día vendrá justamente a tiempo, a una hora que los seres humanos no esperen (ver Evangelio de Marcos capítulo 13 versículo 33; y la segunda carta del apóstol Pedro capítulo 3 versículos 9 y 10).

Meditar en la Palabra de Dios y en los recordatorios que contiene permitirá a muchos vivir con la anhelante expectativa del “gran día de Jehová”, preparados para su llegada. Entre tales recordatorios se hallan numerosas profecías que predicen, no sólo la llegada del día de Jehová, sino también las abundantes bendiciones que recibirán quienes “se mantengan en expectación de Jehová” (Ver profecía de Sofonías capítulo 3 versículo 8).

Verdaderamente, ahora es el momento de tomar muy en serio la exhortación que el profeta Sofonías escribió por inspiración: “Antes que venga sobre ustedes la cólera ardiente de Jehová, antes que venga sobre ustedes el día de la cólera de Jehová, busquen a Jehová, todos ustedes los mansos de la Tierra, los que han practicado Su propia decisión judicial. Busquen justicia, busquen mansedumbre. Probablemente se les oculte en el día de la cólera de Jehová” (ver profecía de Sofonías 2:2, 3).

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