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Yucatán

El oportunismo, una pandemia que no logra extinguirse

Pilar Faller Menéndez

“El mundo está lleno de gente

que quiere recoger frutos del árbol

que nunca sembraron”.

Dicho popular

Existe una pandemia que no se ha podido erradicar y probablemente nunca podamos contra ella, llamada oportunismo, la cual se presenta con más agresividad ante los desastres de la humanidad. Los portadores de este virus, viven una filosofía falta de moral en la que se aprovechan de cualquier circunstancia, con el fin de sacar el mayor provecho posible. Desgraciadamente, provocan daños y toman ventaja ante una sociedad que hoy se encuentra vulnerable y pasando un momento inédito, que a muchos les ha costado entender.

Mientras unos se dedican a guardar la cuarentena, el oportunismo se fortalece y se extiende más rápido que el coronavirus en todos los sectores. Muchos son los que han aprovechado conseguir recursos para eventos banales, o bien, lanzar críticas a destiempo para “jalar agua para su molino” para fortalecer su imagen y convertirse en supuestos héroes ante esta contingencia, sin olvidar quienes también hoy están lucrando con productos que nos venden la idea de proporcionarnos mayor seguridad ante el contagio.

Es muy probable que se hayan cometido errores sobre las medidas precautorias de la pandemia del coronavirus, pero sobre la marcha se han ido perfeccionando y aprendiendo de la experiencia de otros países que han pasado las fases que hoy estamos viviendo. Son muchos los países que se han visto sobrepasados con las estructuras y personal médico que cuentan, para poder hacer frente al número de personas infectadas.

La aparición de este virus COVID-19 ha sacado lo mejor y lo peor de algunos, y ha llegado a sentirse y comprobarse que el virus más letal que se está esparciendo es el del oportunismo, por una ambición desenfrenada que ha sobrepasado cualquier límite y que comienza a reproducirse en muchos ciudadanos que están buscando el lucro y beneficio propio, lo cual generará que se debilite más la confianza que nos queda hacia los demás.

Han surgido piratas que atacan barcos en Campeche, los asaltos están proliferando en zonas solitarias, en muchos lugares de México, en donde la gente se ha visto obligada a cerrar sus negocios como contingencia. Es una lucha que parece estar ganando terreno, y que alborota y enciende los ánimos de quienes se encuentran protegiendo sus vidas quedándose en su casa.

Sembrar el pánico en estos momentos en los que necesitamos mantenernos ecuánimes no es lo más recomendable. La ignorancia nos ha llevado a agredir a quienes hoy luchan por salvarnos la vida, hay quienes claman un pronto regreso a clases o bien, se niegan a pagar colegiaturas pese a que se están impartiendo clases virtuales, cayendo en un egoísmo que quiere mantenernos divididos.

Debido al confinamiento y exposición inusual a la televisión, la gente ha comenzado a consumir productos innecesarios que no cumplen lo que ofrecen y son aquellos que compran tiempo aire, y sin tener que comprobar la eficacia que promueven ante los medios que reciben jugosos dividendos por este tiempo aire comercializado, se generan ventas irresponsables. ¿Qué está haciendo la PROFECO al respecto? ¿Cómo puede pararse este modelo de ventas que se está volviendo popular en nuestro país?

La solución a estos abusos no es nada alentadora, porque siempre aparecerán estas escorias que con falta de ética querrán hacer leña del árbol caído. Habrá quienes roben apoyos destinados a los más necesitados, lo que no sería nuevo y ha ocurrido en desastres anteriores, o quienes aprovechen el momento para hacer proselitismo… ¿Por qué nos es tan difícil respetar el dolor y la necesidad de los demás?

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