Yucatán

Tiembla en Yucatán: ¿Debemos preocuparnos? Esto es lo que debes saber

Durante el último medio siglo, al menos media docena de movimientos telúricos han ocurrido en Yucatán, lo que representa un recordatorio sobre la necesidad de contar con protocolos claros, aunque la región presente riesgo bajo.
El misterio de la relativa calma yucateca tiene explicación geológica
El misterio de la relativa calma yucateca tiene explicación geológica / Especial

La noche del 9 de octubre, cuando el reloj marcaba las 23:28 horas, un movimiento breve sacudió al sur de Yucatán. No fue un estruendo ni una catástrofe, pero sí lo suficiente para que vecinos de Ticul, Muna, Oxkutzcab, Santa Elena y Dzán se miraran entre sí con desconcierto: las puertas vibraron, las ventanas crujieron y algunas láminas golpearon suavemente como si un viento repentino hubiera pasado. Horas después, la Coordinación Estatal de Protección Civil (Procivy) confirmó lo que muchos sospechaban: un sismo había ocurrido.

En Yucatán los temblores parecen cosa ajena. Hay apenas media docena de registros en el último medio siglo, y en ninguno de los casos se han presentado daños, y todo ha quedado en sustos.

El Servicio Sismológico Nacional registró un temblor de magnitud 3.8, con epicentro a 13 kilómetros al noreste de Ticul, a una profundidad de 5 kilómetros el pasado miércoles. Se trató de un sismo superficial, perceptible solo para algunos y sin ningún riesgo para la población.

Las autoridades estatales informaron que no se registraron daños materiales ni afectaciones en la infraestructura. “Fue prácticamente imperceptible”, dijo Hernán Hernández Rodríguez, titular de Procivy.

Aunque leve, el hecho no pasó inadvertido. En Yucatán no es común hablar de temblores. La península, asentada sobre una plancha de roca caliza, lejos de los bordes activos de las placas tectónicas, es considerada una de las regiones con menor actividad sísmica del país. Sin embargo, la tierra aquí también se mueve, de vez en cuando y con discreción, como si recordara que ni siquiera el suelo más estable está exento de su propia dinámica.

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¿Por qué en Yucatán casi no tiembla?

El misterio de la relativa calma yucateca tiene explicación geológica. La mayor parte de los sismos que sacuden a México se generan en los límites de placas, en particular la interacción de la placa de Cocos con la Norteamericana en la costa del Pacífico y, en menor medida, la interacción con la placa Caribeña. La península, en cambio, se encuentra lejos de esos bordes y asentada sobre la misma placa Norteamericana, en una zona conocida como de baja actividad sísmica.

Cuando la tierra tiembla en Yucatán, lo hace por fenómenos llamados sismos intraplaca, fracturas que ocurren dentro de la misma placa, no en sus bordes.

Generalmente, son de baja magnitud, superficiales y con efectos locales. Eso explica por qué los habitantes perciben vibraciones leves en láminas o ventanas, sin mayores consecuencias.

Además, el terreno kárstico de Yucatán —una roca caliza altamente porosa y con cavernas subterráneas— influye en cómo se sienten las ondas. A veces la vibración se amortigua, pero en otras puede amplificarse en estructuras ligeras. De allí que algunas familias notaron el temblor de Ticul y otras, en la misma zona, ni siquiera lo percibieron.

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Una historia de sismos olvidados

Aunque los temblores en Yucatán son raros, existen registros que muestran que no es la primera vez que la tierra se estremece en la península. La memoria popular conserva anécdotas, y el Servicio Sismológico Nacional ha documentado varios eventos de baja magnitud.

En 1978, en Progreso, un sismo de magnitud 4.6 al norte del puerto sorprendió a la población. No dejó daños graves, pero fue uno de los primeros temblores modernos registrados en el estado.

En 2004, en Ticul. En el sur de Yucatán, vecinos reportaron un movimiento similar al de este año. La magnitud fue baja, pero quedó registrado en las estadísticas del SSN.

En 2015 y 2016, fue en el vecino estado de Campeche, donde sismos de entre 4.5 y 4.7 grados se sintieron cerca de Ciudad del Carmen y llegaron débilmente en Yucatán, en los municipios colindantes e incluso en Mérida.

En septiembre de 2017 hubo sismos en Chiapas y Oaxaca. Aunque el epicentro estuvo a cientos de kilómetros, los movimientos de 8.2 y 7.1 grados se dejaron sentir en Mérida y otros municipios como una oscilación suave.

El miércoles, en Ticul, el reciente sismo de magnitud 3.8 volvió a poner sobre la mesa la pregunta de si en Yucatán tiembla. La cronología es breve, pero suficiente para recordar que Yucatán no es intocable en materia sísmica.

Consecuencias y aprendizajes

El temblor del 9 de octubre no dejó daños ni lesionados, pero sí un recordatorio: la necesidad de contar con protocolos claros, aunque vivamos en una zona de bajo riesgo.

En cada evento, las autoridades verifican la seguridad de la población, revisan infraestructura básica y difunden información para evitar rumores. La población, por su parte, suele reaccionar con alarma más por lo inusual del fenómeno que por sus efectos reales. “Es raro que tiemble aquí, por eso la gente se asusta”, reconoce un habitante de Santa Elena que notó cómo su hamaca se movió suavemente.

Los especialistas coinciden: Yucatán seguirá siendo un territorio de baja sismicidad, pero eso no significa que esté exento. Los movimientos, aunque leves, pueden repetirse de forma esporádica. Y la mejor manera de enfrentarlos es con información, calma y planes sencillos de prevención.

Conocer por qué sucede —la distancia a los límites de placa, la existencia de sismos intraplaca y la naturaleza del suelo kárstico— ayuda a entender por qué la sensación fue localizada y por qué las autoridades no reportaron daños. Y, sobre todo, recuerda la importancia de la información clara y la preparación simple: cuando la tierra habla, lo mejor es escucharla con calma y con datos.