Yucatán

A 23 años de Isidoro, el Huracán más destructivo en la historia reciente de Yucatán

El Huracán Isidoro permaneció sobre Yucatán aproximadamente 36 horas, ingresando el 22 de septiembre de 2002 y marcando un período de gran devastación en la Península. 
Isidoro ha sido uno de los huracanes más devastadores de Yucatán
Isidoro ha sido uno de los huracanes más devastadores de Yucatán / Especial

La madrugada del 22 de septiembre de 2002, Yucatán despertó con la furia de la naturaleza. El Huracán Isidoro, uno de los ciclones más poderosos de las últimas décadas, ingresaba a la Península y escribía con viento y lluvia una de las páginas más dolorosas en la memoria colectiva de los yucatecos. Han pasado ya 23 años desde aquella tormenta que dejó destrucción, miedo y una larga lucha por la recuperación.

El fenómeno llegó con categoría 3 en la escala Saffir-Simpson. Sus primeros impactos se sintieron en El Cuyo, municipio de Tizimín, donde las ráfagas de viento comenzaron a derribar árboles y arrancar techos. Avanzaba lentamente, a apenas 11 kilómetros por hora, pero con la fuerza suficiente para mantener a la población en vilo durante más de un día.

Los vientos, que alcanzaron entre 185 y 225 kilómetros por hora, transformaron el paisaje. En la costa, el mar se levantó con olas de hasta cuatro metros, inundando calles y devorando construcciones frente al litoral. Ni las estructuras más sólidas resistieron por completo el embate del meteoro.

Treinta y seis horas después de su llegada, el saldo humano era alarmante: más de medio millón de personas damnificadas en todo el estado. Miles de familias habían perdido lo poco o mucho que tenían, enfrentándose al reto inmediato de sobrevivir.

La respuesta de las autoridades se convirtió en un operativo histórico. De acuerdo con los reportes oficiales, se evacuaron a 68 mil personas de las comunidades costeras. Fue la movilización poblacional más grande de la que se tenga registro en Yucatán: 34 mil 400 trasladadas a sitios de resguardo y otras 33 mil 900 llevadas a espacios más seguros.

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Ante la emergencia, se abrieron 861 albergues en diferentes municipios. En ellos, más de 7 mil 700 personas encontraron refugio luego de ver sus casas reducidas a escombros o gravemente dañadas. Las escuelas, templos y edificios públicos se convirtieron por días en improvisados hogares para los afectados.

La ayuda humanitaria comenzó a fluir a los centros de acopio. En total, se repartieron un millón 153 mil despensas: 653 mil provenientes del gobierno estatal y otras 500 mil 100 enviadas por organizaciones civiles y sociales. La solidaridad fue, en muchos casos, la única certeza frente a la tragedia.

Pero el golpe de Isidoro también se sintió en la economía. Las pérdidas ascendieron a más de 5 mil millones de pesos, cifra que reflejó la magnitud de los estragos. El sector agropecuario reportó daños por mil 670 millones, mientras que la industria y el comercio sumaron 3 mil 143 millones en pérdidas. El sistema eléctrico, colapsado en buena parte del estado, registró afectaciones por 400 millones.

Isidoro impactó en Yucatán hace 23 años / Cortesía

La educación tampoco quedó exenta de los estragos. Mil 500 edificios escolares sufrieron daños, lo que obligó a suspender clases en todos los niveles educativos. Aunque la mayoría de los planteles reanudó actividades en pocos días, un 5 por ciento de las escuelas permaneció cerrado por dos semanas más, algunas por la gravedad de los daños, otras porque aún servían como refugios temporales.

Hoy, a más de dos décadas de distancia, los yucatecos recuerdan aquel 22 de septiembre como una fecha de resistencia y aprendizaje. Isidoro no sólo dejó destrucción, también mostró la capacidad de organización y solidaridad de una sociedad que, pese a la adversidad, logró levantarse una vez más.

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Yucatán después de Isidoro

Isidoro marcó un antes y un después en la cultura de prevención en Yucatán. Después de él, se reforzaron protocolos de protección civil, se mejoró la infraestructura de refugios y se fortaleció la conciencia social sobre la importancia de estar preparados.

La tormenta que destruyó tanto también dejó una enseñanza: la fuerza de la naturaleza es inevitable, pero la unión de una comunidad puede ser aún más poderosa.

Actualmente, Yucatán no ha sido impactado por otro fenómeno natural tan catastrófico como Isidoro; sin embargo, la cultura de la prevención se reforzó en la población, y en conjunto con las autoridades, se mantienen más informadas en caso de una nueva amenaza.