
Yucatánenfrenta un desafío urgente en salud pública: el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) ha colocado al estado entre los primeros lugares del país en incidencia, con cifras que reflejan un aumento preocupante en los últimos meses. De acuerdo con datos del Sistema Nacional de Vigilancia Epidemiológica (Sinave), en lo que va del 2025 se han confirmado 298 nuevos casos de VIH, de los cuales 265 corresponden a hombres y 33 a mujeres, lo que representa una tasa aproximada de 12.5 casos por cada 100 mil habitantes, la tercera más alta del país, sólo detrás de Quintana Roo y Colima.
Estos números no sólo son estadísticas; representan historias, vidas afectadas, familias que enfrentan incertidumbre y la necesidad de acciones inmediatas. Especialistas y organizaciones de la sociedad civil coinciden en que esta tendencia refleja un cambio en el perfil epidemiológico de la enfermedad: mientras que históricamente los casos se concentraban en hombres homosexuales, ahora también se registran nuevos diagnósticos en población heterosexual y mujeres jóvenes.
La cara humana detrás de los números
El incremento de casos tiene un rostro: jóvenes menores de 30 años que desconocen métodos de prevención básicos como el uso correcto del condón, el condón femenino o la profilaxis preexposición (PrEP), que reduce significativamente el riesgo de contagio. Pablo Alemán Góngora, presidente de la Red de Personas Afectadas por VIH(Repavih), advierte que en menos de seis meses del 2025 se han registrado 28 nuevos casos, la misma cifra que durante todo 2024. Según sus proyecciones, si no se refuerzan las medidas preventivas, la cifra podría superar los 50 nuevos contagios al cierre del año.
Estos casos no sólo afectan la salud física, sino también la emocional y social. Jóvenes que temen ser discriminados por familiares o compañeros, mujeres que enfrentan barreras culturales para acceder a información y pruebas, y hombres que descubren el diagnóstico tardíamente son sólo algunas de las realidades que se esconden detrás de cada número. La falta de educación sexual integral y accesible se refleja en el incremento de otras infecciones de transmisión sexual, como la sífilis, que preocupa a expertos por su impacto, especialmente cuando es congénita.
Factores que explican el repunte
Especialistas señalan que varios factores han contribuido al aumento de casos en Yucatán. Entre ellos destaca la disminución de campañas preventivas tras la pandemia de COVID-19, que provocó una reducción en la realización de pruebas y diagnósticos oportunos. La desinformación y los prejuicios sociales también han impedido que muchas personas jóvenes adopten conductas preventivas, aumentando el riesgo de transmisión.
Ligia Vera Gamboa, profesora investigadora de la Universidad Autónoma de Yucatán(UADY), enfatiza que “es preocupante que algunos sectores aseguren que hablar de sexualidad en los jóvenes es dar permiso para tener relaciones sexuales. La evidencia demuestra todo lo contrario: la información permite estrategias personales para prevenirse”.
Además, el cambio en el patrón epidemiológico, con mayor participación de población heterosexual y mujeres, requiere adaptar las estrategias de prevención para llegar a todos los grupos de riesgo, sin excepción.
Respuesta institucional y comunitaria
Ante esta situación, las autoridades de salud han intensificado la vigilancia epidemiológica, ofreciendo pruebas rápidas y gratuitas en centros de atención primaria y hospitales. Sin embargo, las organizaciones civiles, como Repavih, señalan que no basta con la disponibilidad de pruebas; se requiere educación, difusión y acompañamiento permanente para generar conciencia y modificar comportamientos de riesgo.
Las campañas de prevención buscan informar sobre el uso correcto del preservativo, la importancia de las pruebas periódicas y la accesibilidad a tratamientos antirretrovirales. La educación sexual integral, desde las escuelas hasta la universidad, es clave para que los jóvenes puedan tomar decisiones informadas sobre su salud sexual y reproductiva.
El impacto social y económico
El VIH no sólo afecta la salud individual, también genera un impacto social y económico significativo. Las personas diagnosticadas requieren tratamiento de por vida, lo que implica costos en medicamentos, atención médica y seguimiento clínico. Además, el estigma y la discriminación pueden limitar oportunidades laborales, educativas y sociales, exacerbando la vulnerabilidad de quienes viven con el virus.
Proyecciones y llamado a la acción
Si las tendencias actuales no se revierten, Yucatán podría superar los 500 nuevos diagnósticos de VIH al cierre del 2025. La situación exige una respuesta inmediata que combine educación sexual integral, prevención, pruebas accesibles y tratamiento oportuno, además de la reducción del estigma.
El VIH no discrimina. Los datos muestran que cualquier persona, sin importar su edad, género o preferencia sexual, puede estar en riesgo. Por ello, autoridades, organizaciones y ciudadanía deben actuar conjuntamente, reconociendo que la prevención y la información son las herramientas más poderosas para frenar la expansión del virus y garantizar una vida plena y saludable para quienes viven con VIH.
“El VIH no debe ser motivo de miedo ni de estigmas, sino de acción informada, compromiso institucional y solidaridad social”, concluye Pablo Alemán Góngora, haciendo un llamado a todos los sectores para enfrentar juntos esta epidemia silenciosa que exige atención urgente.