Luego de 42 años de vivir en su casa en la colonia Francisco I. Madero, Braulio Padilla Chalé, de 82 años de edad, fue desalojado en cumplimiento de una orden judicial y, al quedarse sin techo, ahora tiene que dormir en la calle, a unos metros de lo que fue su hogar durante más de cuatro décadas.
El desalojo se llevó a cabo de manera legal. Las autoridades ministeriales llegaron con una sentencia en mano, acompañadas por elementos policiacos y personal de una empresa privada que fue contratada para sacar las pertenencias.
La orden la emitió un juez, pero la escena contrarió a los vecinos, pues un hombre mayor, visiblemente confundido y solo, veía cómo sus pertenencias eran empaquetadas sin poder hacer algo al respecto.
“Me dijeron, pero yo no sé nada de eso”, dijo don Braulio, sentado sobre una caja en la banqueta. Comentó que, aunque recibió notificaciones del juicio, nunca entendió el alcance de lo que ocurría. Su limitada educación y falta de asesoría legal lo dejaron sin posibilidades de defenderse.
Según testimonios vecinales, el terreno en el que se construyó la casa del abuelo fue vendido de manera informal hace varias décadas por un hombre que ya falleció. Sin embargo, nunca se entregaron escrituras ni documentos formales. Ahora, los herederos de ese antiguo propietario reclamaron sus derechos, iniciaron procesos legales contra quienes ocupan el lugar sin papeles oficiales.
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La situación alertó a los colonos, pues temen que el caso de don Braulio no sea el único, y que pronto otros vecinos puedan enfrentar un destino similar. “No es justo lo que le hicieron. Él ha vivido aquí toda la vida, cuidando su casa, pagando lo que puede… y ahora lo tiran como si fuera nada”, comentó una vecina.
Por lo pronto, el adulto mayor se resguarda bajo un árbol. No tiene familiares cercanos ni recursos para rentar un cuarto. La comunidad se organiza para apoyarlo.