Por primera vez en la escuela primaria “Maestros Carmelitas”, en su turno vespertino se llevó a cabo la exposición de altares en los 12 grupos, del primero al sexto grado, para que los menores no se olviden ni pierdan las tradiciones de nuestros antepasados, en este evento fungieron como jurados Manuel Sánchez Bonilla, del Centro Integración Juvenil; capitán Miguel Angel Alvarez Cantú; Aracely Moreno de Alvarez; Felipe Villalobos Hernández, artista plástico.
Lo anterior fue dado a conocer a POR ESTO! Elman Rolando Canul Tún, director del turno e institución mencionados.
Abundó en que en esta exposición participaron maestros, alumnos; la Asociación de Padres de Familia, presidida por María Gabriela Ferrer Benítez. De igual modo estuvo presente la profesora Claudia Nallely Avila Dzul, supervisora de la Zona 024.
El altar de muertos, también conocido como ofrenda del Día de Muertos, es un elemento fundamental en el conjunto de tradiciones mexicanas de esta emblemática fecha; éste consiste en instalar altares domésticos en honor de los muertos de la familia donde se ofrece como ofrenda alimentos, bebidas, veladoras, flores y objetos de uso.
En cada grupo los menores presentaron las exposiciones, entre los más comunes son los altares de dos niveles que representan el cielo y la tierra; los de tres niveles que añaden a esta visión el concepto del purgatorio. A su vez, en un altar de siete niveles se simbolizan los pasos necesarios para llegar al cielo y así poder descansar en paz.
Génesis
En México, las culturas indígenas concebían a la muerte como una unidad dialéctica: el binomio vida-muerte, lo que hacía que la muerte conviviera en todas las manifestaciones de su cultura. Que su símbolo o glifo apareciera por doquier, que se le invocara en todo momento y que se representara en una sola figura, es lo que ha hecho que su celebración siga viva en el tiempo.
La fiesta de Día de Muertos se realiza el 31 de octubre y el 1 y 2 de noviembre, días señalados por la iglesia católica para celebrar la memoria de Todos los Santos y de los Fieles Difuntos. Desde luego, la esencia más pura de estas fiestas se observa en las comunidades indígenas y rurales, donde se tiene la creencia de que las ánimas de los difuntos regresan esas noches para disfrutar los platillos y flores que sus parientes les ofrecen.
Dijo que es una tradición que no se debe de extinguir y por ello, en las escuelas del país se inculca esta tradición y cultura a los niños, jóvenes, para que siga prevaleciendo, ya que una bonita tradición ancestral y que debería de perdurar.
De acuerdo con las costumbres, las ánimas llegan en forma ordenada; a los que tuvieron la mala fortuna de morir un mes antes de la celebración no se les pone ofrenda, pues se considera que no tuvieron tiempo de pedir permiso para acudir a la celebración, por lo que sirven solamente como ayudantes de otras ánimas.
El 28 de octubre se destina a los muertos que fueron asesinados con violencia o de alguna otra manera trágica; el 30 y 31 de octubre son días dedicados a los niños que murieron sin haber sido bautizados (limbitos) y a los más pequeños, respectivamente; el 1 de noviembre, o Día de Todos los Santos, es la celebración de todos aquellos que llevaron una vida ejemplar, celebrándose igualmente a los niños.
El día 2, en cambio, es el llamado Día de los Muertos, la máxima festividad de su tipo en nuestro país, celebración que comienza desde la madrugada con el tañido de las campanas de las iglesias y la práctica de ciertos ritos, como adornar las tumbas y hacer altares sobre las lápidas, los que tienen un gran significado para las familias porque se piensa que ayudan a conducir a las ánimas y a transitar por un buen camino tras la muerte.
(Texto y fotos: Fernando Kantún)