Cuando un ser querido muere, ha de pasar tiempo suficiente para aceptar la ausencia. El duelo, proceso que han de enfrentar quienes han sufrido la pérdida, perdurará por algún tiempo, luego tenderá a diluirse, sin embargo, son tan exquisitas las costumbres mexicanas –con los agregados europeos- que agregó un espacio para evocar a nuestros seres queridos que se nos adelantaron.
Aunque el ritual en honor a las ánimas, tal y como quedó instituido tras añadírsele elementos de la liturgia católica, ha sido contaminado por influencias foráneas, pero miles de familias campechanas aún preservan costumbres añejas como la visita a los panteones.
En el cementerio, cada familia, a su modo, se toma el tiempo para recordar o evocar al ser amado cuya vida biológica concluyó.
La forma más común de decirle a nuestros seres queridos que fallecieron, que no los hemos olvidado, es acudir al panteón, comer, contar anécdotas y quedarse en el sitio para acompañarlos durante algunas horas.
Campechanos visitan a sus muertos
Como una tradición, centenares de familias acudieron a los cementerios para “reunirse” y “convivir” con sus fieles difuntos.
Si al ser amado que se visita compró pasaje para el más allá hace ya varios años, la convivencia suele tornarse festiva, pero si el deceso es reciente, el llanto asoma en los ojos del visitante.
Por sus obras los recordareis
Hay individuos que tuvieron una vida simple, no hicieron aportaciones a la ciencia, ni rompieron ni un record olímpico, mucho menos fueron políticos, pero supieron procurar el bien y cultivar el amor entre sus seres queridos. A estos se les recuerda con mayor enjundia. Hasta les llevan a un grupo musical para amenizar el encuentro.
La convivencia de los vivos con las ánimas, llena en estos días de vida, los cementerios, lugares que en la mayoría de los seres humanos despierta sentimientos poco agradables, por nuestro natural temor a la muerte.
Llanto combinado con sonrisas, sentimientos encontrados, pero nada que no pueda solventarse tras consumir el pibipollo o ingerir alguna bebida espirituosa. La fiesta, en algunos casos, suele durar varias horas, tiempo que es aprovechado para recordar los momentos alegres, afortunados e trágicos que se vivió a lado de ese pariente que trascendió al plano espiritual.
Este año fue muy notorio que la mayoría de los que acudieron a visitar a sus muertos fue principalmente gente mayor, los jóvenes fueron pocos. Se entiende, aún desconocen el significado de la vida y menos pueden concebir la muerte.
La economía no ha estado tan boyante, pero al menos dos mariachis ofertaron exitosamente sus servicios en el Panteón de San Román. Pero también hubieron quienes no tuvieron dinero suficiente para llevar una flor a su muerto.
Además de cumplirle al fiel difunto, la visita al panteón suele tener otros valores agregados. Frente a la tumba de la madre o el padre, suelen reconciliarse hermanos que han estado en conflicto por años.
Esos hermanos o primos que, a pesar de vivir en la misma colonia o ciudad, casi nunca se reúnen, en estos días, el festejo a las ánimas les da la oportunidad de convivir.
El aforo a los panteones, descontando a los residentes locales, fue generosa, pero mucho menos a la que se registraban hace una década.
Estamos olvidando que las tradiciones y prácticas culturales nos fortalecen como comunidad, ese es quizá el motivo por el que algunas tumbas lucen descuidadas y excesivamente deterioradas. Pertenecen a los olvidados.
Día de Muertos, oportunidad de negocio
La alegría rebasa a la tristeza en el festejo de Día de Muertos. La alegría supera el pesar.
El momento y ambiente festivo es aprovechado por los comerciantes de veladoras, flores, crucifijos, en fin, todos esos productos cuyo consumo se incrementa en estos días.
Nuestra fe cristiana nos exige reconocer que la muerte biológica es el principio de la vida eterna, pero ese mismo dogma niega que exista conexión terrenal alguna con el alma del ser humano que partió.
Tal vez nuestras evocaciones sean vanas, pero nuestra tradición de Día de Muertos, tiene otras valiosas aportaciones, siendo algunas de las más valiosas, la de generar la ocasión para reforzar nuestros lazos de amor con nuestros seres queridos y entender la gracia de la vida.
(Joaquín Vargas / Fotos: Alan Gómez)