
Las aves se alimentan de los insectos y, de registrarse una disminución de las abejas, que se ubican en esta clasificación, también puede provocar una disminución de los pájaros, advirtió la especialista en apicultura Ruth Briones Celis.
Señaló que también hace falta un censo real de las colmenas, ya que actualmente se manejan cifras estimadas que en algunos casos difieren bastante respecto al número preciso.
La importancia de estos reconocimientos es que la diversidad provoca más diversidad, y en ello reside la necesidad de apostar por los cultivos biodiversos y la promoción de la diversidad.
Explicó que en esta diversidad se incluyen los insectos, y que las aves comen insectos, lo que representa una cadena en la preservación de cada una de las especies dentro de la biodiversidad.

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Advirtió que este es otro factor que puede colocar a las abejas en la bandera roja de advertencia, ya que con su declive —y el de otros polinizadores— también viene el declive de las aves.
Sobre las estadísticas en el Estado, consideró que se pasa por alto que los inventarios son variables y que falta mucho por hacer para actualizarlos.
Ejemplificó que se estima que en la Península hay aproximadamente entre 300 mil a 800 mil colmenas de abejas melíferas, lo que representa una disparidad significativa.