Campeche

Entre risas y recalentados: Pibipollo para toda la semana, la tradición campechana que resiste en cada bocado

En Campeche, el pibipollo no solo es un platillo típico del Día de Muertos, sino una tradición que dura varios días, incluso semanas. Con humor y orgullo, los campechanos dicen que “tenemos para comer todo el mes”

El pibipollo, con raíces en la cultura maya, se puede cocinar enterrado en un horno de tierra o en un horno convencional
El pibipollo, con raíces en la cultura maya, se puede cocinar enterrado en un horno de tierra o en un horno convencional / Especial

En Campeche, cuando llega el Día de Muertos anuncia una de las tradiciones más esperadas del año: el pibipollo, ese tamal gigante envuelto en hoja de plátano que guarda dentro el sabor ancestral de las ofrendas y las reuniones familiares.

Pero más allá de su misticismo y su sabor inconfundible, entre los campechanos se ha vuelto casi una broma local que el pibipollo “alcanza para toda la semana”. Y no es exageración: quienes preparan uno saben que de un solo pib pueden salir desayunos, comidas y cenas hasta por varios días, y es que ya es tradición que entre familias y amigos se visiten o envíen pibipollos.

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“Yo ya ni cocino hasta que se acabe el pib”, dice entre risas doña Eulalia Chuc, vecina del barrio de Santa Lucía, mientras compra en la tienda de la esquina de su casa un refresco de cola para acompañar este manjar. “Primero lo comemos recién salido, luego al día siguiente sabe mejor, y si sobra… pues se recalienta y queda hasta más rico. Aquí no se desperdicia nada”.

En muchos hogares, el pibipollo se convierte en el plato de resistencia durante la primera semana de noviembre. Algunos incluso comentan en broma “tenemos para comer todo el mes”, recordando con humor esas épocas en que las familias hacían varios pibes para compartir con los vecinos o enviar a los parientes.

El pib, que en maya significa “enterrado”, se prepara con masa de maíz, pollo o cerdo, achiote, condimentos, y se cuece bajo tierra, cubierto con hojas de plátano y piedras calientes. El resultado es un manjar húmedo, fragante y firme que, según los campechanos, mejora con el recalentado.

Cuando el pibipollo no se acaba: sabor, tradición y mucho recalentado / Especial

“Hay quienes dicen que después del tercer día ya saben cuántos modos de recalentarlo hay: al comal, frito, al horno, o con un poquito de manteca para que agarre color”, cuenta entre carcajadas don Florencio González, quien cada año prepara su pibipollo con la familia de su esposa.

Entre tradición y anécdota, el humor campechano se mezcla con la devoción. Porque en cada pedazo compartido, hay también una forma de honrar a los difuntos, que según las creencias mayas, regresan a saborear junto a los vivos los platillos que tanto amaron.

Así que sí, en Campeche es verdad: el pibipollo no solo alimenta el cuerpo, sino también la memoria. Y si sobra para varios días, mejor —porque mientras haya pibipollo en casa, el Día de Muertos sigue vivo.

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