Sin haber despedido las festividades de los Fieles Difuntos, la ciudad ya ha comenzado a decorarse con adornos navideños, aun faltando poco más de un mes, lo que demuestra un salto comercial prematuro que cambia de fiesta en fiesta según la época del año. ¿Comercio preparado o demasiado adelantado? Decenas de negocios han demostrado una gran eficacia al estar siempre preparados con los adornos festivos acordes a la fecha. En la capital, es común para los habitantes comenzar a encontrar adornos patrios desde agosto, decoraciones de Día de Muertos en septiembre y, como se puede apreciar ahora, desde los primeros días de noviembre, un sinfín de accesorios navideños lucen sobre los anaqueles listos para ser vendidos.
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Pero, ¿por qué pasa esto?
Ya sea que los comerciantes simplemente sean muy precavidos o, por otro lado, el motivo tenga una explicación más dirigida hacia la economía de las personas. Es bien sabido entre los tacaños y los cazadores de ofertas, mejor conocidos como economistas, que los productos de temporada suelen tener un mejor precio precisamente fuera de su temporada; un ejemplo popular es comprar la Rosca de Reyes el siete de enero.
Ahora bien, la idea de lanzar a la venta los accesorios festivos con dos o tres meses de anticipación a su fecha en el calendario tiene más o menos el mismo efecto, ya que los productos, al estar desfasados a la temporada de su celebración, pueden ser obtenidos a un costo económico por no ser, en ese momento, de consumo competitivo. A su vez, esto también es una ganancia para los locatarios, ya que comienzan a generar ingresos por las celebraciones de forma prematura, para que, al momento de llegar la temporada correspondiente, sus precios se regulen con los de la competencia (que es prácticamente el mercado circundante) y si bien ya no son el punto de venta exclusivo, de igual manera continúan generando a la par de sus competidores.
Por otro lado, entre los mismos ciudadanos existe también un desfase atemporal de fin de año, ya que, al menos para los campechanos, los últimos cuatro meses transcurren de celebración en celebración, generando un efecto de rapidez en la velocidad en la que avanza el tiempo, impulsándolos a iniciar sus preparativos con anticipación para que no pasen por alto ningún detalle y puedan disfrutar de sus festejos sin olvidos ni atrasos.
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