
En la memoria popular campechana existe una leyenda poco difundida que envuelve al llamado Parque del Niño Wixón, ubicado en las inmediaciones del Fuerte de San Miguel. Con el paso del tiempo, la historia se ha ido diluyendo, pero aún persiste entre algunos vecinos mayores que recuerdan cómo nació este espacio y las misteriosas anécdotas que lo rodean.
Según relatan los antiguos pobladores, cuando se construía el parque, un albañil llevó a su pequeño hijo a la obra. En medio de los trabajos, el niño desapareció y, tras una búsqueda angustiosa, fue hallado sin vida entre los escombros, en posición de estar orinando. Se presume que el accidente ocurrió justo cuando un camión descargaba material, atrapando al menor.
En su memoria decidieron colocar una estatua del niño en la misma posición, y el parque adoptó el nombre de “Niño Wixón”, en alusión a la escena que marcó el trágico suceso.
Con el paso de los años, la historia tomó un matiz sobrenatural: visitantes aseguraban que la estatua del niño se movía de lugar por las noches, y que quienes acudían al sitio podían escuchar risas infantiles y bromas misteriosas, como si el espíritu del pequeño aún rondara el lugar.
Hoy, con nuevas construcciones alrededor y el deterioro del parque, la leyenda ha caído en el olvido y pocos campechanos conocen su origen. Sin embargo, para las personas grandes que conocen la historia la mantienen viva y el Parque del Niño Wixón es parte de la memoria oral y la identidad popular de Campeche, un recordatorio de cómo las historias locales se entrelazan con el entorno urbano.