Por Ivi May Dzib
Ficciones de un escribidor
V
ELLA: Ayer lo vi en la calle y lo seguí,
está frecuentando a una nueva chica, es
igual que yo, tiene la misma cara, el
mismo cuerpo delgado que tenía cuando lo
conocí, ¿cómo sé que no va a hacer lo mismo?
EL: No lo sabes, de eso se trata, de confiar.
ELLA: ¿No va a salir nunca de ese puto
discurso? ¿Retrógrado? ¿Tienes algo que
decir o solo más frases “ilustradoras”?
El: No la violentaría, creo que no la
violentaría, habrá aprendido de sus errores,
sabrá contenerse.
ELLA: Pues sabe qué, no lo hizo. La
mató, ahora está en la morgue y sus padres
horrorizados, no pueden contener el dolor,
es obscena, la imagen de esos padres.
EL: Pobre criatura de Dios.
ELLA: Sí, pobre.
EL: ¿Cómo se sentirá él?
ELLA: ¿Él?
EL: Sí, Él.
ELLA: No está sufriendo, lo está disfrutando.
EL: Pobre, pobre criatura de Dios.
ELLA: ¿Pobre? … ¿Pobre?...
EL: Sabes lo que quiero decir.
ELLA: No, no lo sé.
EL: Solo digo que si hizo todo eso fue por
algo, no sabes las piedras que pisó, ni
siquiera tienes idea de las resbaladillas
que terminaban con un golpe en el piso.
Su historia nos hace ver que algo está mal
en la humanidad, algo está pasando.
ELLA; ¿Por qué cree usted todo eso, padre?
EL: Porque hay que creer.
ELLA: Pero por qué.
EL: Por Dios.
ELLA: Dios se come a sus hijos, mire
mi vientre. Dios se los come.
EL: No puedo creer que Dios obre tan mal.
ELLA: Vámonos padre, le digo que nos
vayamos, porque ahora que estoy muerta,
lo voy a llevar a conocer lo que es la vida,
iremos a verlo a él y nos la vamos a pasar
mal, ¿qué dice?
Continuará.
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