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Cultura

La locura de Ricardo III se entroniza en la cárcel de Santa Martha Acatitla

Edgar Rodríguez Cimé

Representada por internos de la compañía de teatro Juan Pablo de Tavira

¿Arte detrás de los muros de la penitenciaría de Santa Martha Acatitla del Distrito Federal, a quién se le ocurre que a los reos pueda interesarles algo tan bizarro como pretender representar el papel de “actores” en una obra de teatro? Pues a la directora de teatro Itati Marta, quien se dio a la tarea de preparar a los presos con talleres de actuación para luego montar la cruda obra de teatro Ricardo III, estrenada en la Muestra Nacional de Teatro en el Teatro de la Ciudad.

La directora de teatro Itati Marta, “una mujer bella que podría estar luciendo en una película norteamericana”, pero que en representación del Foro Shakespeare comanda al grupo de teatro de internos Juan Pablo de Tavira en la Penitenciaría de Santa Martha Acatitla, en la Ciudad de México, ofrece, a través del arte, una “ventana” hacia la libertad de estas personas.

Por presentaciones de cuatro de mis libros en el Centro de Readaptación Social (Cereso) de Mérida, me enteré que allí, lo mismo que en otras penitenciarías, los internos que participan en los eventos culturales, como público o como “artistas” emergentes, se ganan la posibilidad de ir reduciendo condenas para conquistar su ansiada libertad.

Después de vencer miedos y prejuicios, al final de cuentas no diario se asiste a una función de teatro escenificado por presos de la cárcel de Santa Martha Acatitla, la reportera Mónica Maristain, de sinembargo.com, poco a poco se ha acostumbrado al aire que se respira en esta prisión que está “muy fea”, pero no por los internos, sino por “lo abandonada”.

Ricardo III es una versión de la obra clásica adaptada por la directora a la actuación de los internos del penal. El programa: “Espectáculo actuado por internos de la Penitenciaría del Distrito Federal de Santa Martha Acatitla, quienes integran la Compañía de Teatro Penitenciario Juan Pablo de Tavira”.

El eje central de toda la obra es el “síndrome Ricardo III”, quien debido a una discapacidad física en las piernas (“sanada” con una prótesis) “se construye” un sentimiento de rencor hacia los demás súbditos que solamente la “necesidad de dominación” puede suplir, sin olvidar el humor ácido.

Una permanente sucesión de asesinatos por la “corona”, por el “trono del rey”. Lo peor del ser humano: traiciones y venganzas de un reino despojado que únicamente posee sus propios “desperdicios”, sin duda, como argumenta la directora de teatro, un ambiente bizarro muy parecido a la cloaca de la prisión.

En las prisiones, sobre todo en las desparramadas por el territorio nacional, como en la obra clásica, “todos son Ricardos III”: se van matando unos a otros hasta que solamente sobrevive el perro tonto, el que no puede hablar, como rey. Un lugar “yerto” donde nadie puede mandar y nadie puede obedecer.

En resumen: una obra triste que no da nada de esperanza, muy propia para los tiempos apocalípticos que vivimos. “Punk”, dice la Maristain; “existencialista”, diría su servidor. Tan es así, que Andrés Manuel López Obrador con su discurso de la “cuarta transformación” es el último personaje que accede al reino y… ¡lo matan inmediatamente!

La mencionada obra ha sido elegida por la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México para participar en la Muestra Nacional de Teatro, y de aquí a fin de año se realizarán muchas funciones en el teatro Juan Pablo de Tavira, de la Penitenciaría de Santa Martha Acatitla.

edgarrodriguezcime@yahoo.com.mx

Colectivo cultural Felipa Poot Tzuc

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