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Cultura

Madre y Muerte. Historia de un mismo nombre

Por Ivi May Dzib

Ficciones de un escribidor

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MADRE: Me dijo que no podía dejar pasar a nadie, porque del otro lado está el gran invernadero de la Muerte. Y la Muerte no acepta visitas. Ella te visita a ti no tú a ella.

—No sabía que existiera tal lugar.

—No existe, es un cuento. Nos estamos olvidando que esta representación sirve para poder hablar de nuestras hijas e hijos, pero nunca hemos dicho sus nombres, no sabemos dónde están, no es para contarnos cuentos como si fuéramos unas niñas aterrorizadas.

—No somos unas niñas, somos unas mujeres aterrorizadas.

—Yo a veces pienso qué habrá pasado con ella, luego empiezo a pensar cosas malas y entonces dejo de pensar.

—Continuemos con la representación.

MADRE: No tenía muchas fuerzas para cruzar el Lago. Hubiera sido capaz de beberme toda el agua para poder cruzarlo.

—Cuando se trata de nuestros hijos hacemos lo imposible.

—Aunque a veces no sirva de mucho.

LAGO: No te comportes como una idiota, no vas a poder cruzar bebiendo el agua como si fueras un caballo. Ya te dije, nadie pasa.

—¿Y cuál fue la solución?

—Conozco a personas así. Te dicen que regreses a casa, que no hay nada que hacer, te dicen que busques en otro lugar, que te des la media vuelta y no los molestes, con gente como esa nos enfrentamos todos los días.

MADRE: Sí puedo pasar. Todos son corrompibles. Dime qué quieres.

LAGO: Tú no me puedes ofrecer nada.

MADRE: Haré lo que sea.

LAGO: ¿Y eso qué significa para mí? ¿Qué quiero? Esa es la pregunta. Me mantengo inmóvil, siempre vigilando este lugar, hasta ahora no había llegado nadie aquí, tienes agallas y también mucha fe. Me aburro en esta soledad. Si te dejo pasar sin signos de lucha, la Muerte se la cobrará conmigo, ella no perdona. Hace siglos o milenios que no veo a nadie sufrir, así que eso es lo que quiero: tu sufrimiento para intentar entenderlo.

MADRE: No tienes idea de mi sufrimiento. Si pudieras ver a través de mi alma te regocijarías de placer por todo lo que sufro.

LAGO: Pero te mantienes fiera, como si quisieras continuar y por tu bien no lo hagas, no sigas adelante.

MADRE: Lo tengo que hacer. Dime ¿qué quieres que haga?

LAGO: Tendrás que darme tus ojos, tu mirada. Todo lo que te define a partir de ahora estará en un solo gesto. Si estás dispuesta a desprenderte de ellos a fuerza de llanto, te conduciré al gran invernadero donde reside la Muerte, cuidando flores y árboles; cada uno de ellos es una vida humana.

—…

—…

—…

—No sé si pueda seguir con esto.

—Tenemos que seguir, porque ella que es una Madre sufre al contarlo.

—Tienes que seguir, tenemos que seguir.

La madre llora, queda ciega por el llanto.

Continuará.

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